irun. Los primeros coches de slot (como se conoce a este pasatiempo, popularmente denominado Scalextric) se fabricaron en EEUU hace exactamente un siglo. Pero los prototipos similares a los actuales surgieron a finales de los 50 en Gran Bretaña, cuando se sustituyó el sistema de transmisión de la electricidad a través de rieles para pasar al de ranura, lo que posibilitaba que los coches derrapasen. En España, hacia 1962, Exin adquirió los derechos para la fabricación y venta de Scalextric, la marca de mayor éxito, y se instaló en Barcelona. Ahí comenzó a cuajar un veneno extendido hasta hoy.

Gipuzkoa cuenta con dos clubes oficialmente formados, estatutos incluidos: uno en Irun, Txingudi Slot, y otro a orillas del Oiartzun, Asociación Slot Errenteria. Cíclicamente, organizan campeonatos tanto de pista como de rally, donde ponen a prueba su pericia automovilística. Joseba Rodríguez, socio de la agrupación irundarra, señala que "un buen piloto debe tener habilidad con los mandos, reflejos y ajustar bien los coches".

Un vehículo de serie cuesta en torno a 50 euros, pero, al final, se realizan mejoras que pueden situar su coste en unos 130 euros.

El local bidasoarra de estos locos de los coches en miniatura cuenta con un circuito de velocidad de seis carriles y 33 metros de recorrido, con una recta principal de más de 8 metros. "El trazado es muy técnico, combinando zonas rápidas con lentas", detalla Endika Vázquez, tesorero de Txingudi Slot.

Además, cuenta con dos tramos de rally decorado como una zona montañosa con una media de recorrido de 15 metros por vuelta, así como la posibilidad de redibujar otros trazados.

Para que los tramos resulten aún más dificultosos, los participantes colocan en algunas carreras pequeñas trampas con elementos caseros, como harina, cacao, pan rallado o serrín, según explica Alberto Pérez, presidente de esta asociación.

Todos los viernes por la tarde se concentran en la lonja para girar sus bólidos (cualquier interesado puede divertirse al precio de tres euros). Ciertos sábados organizan competiciones, dotadas de un estricto reglamento que establece las características de los vehículos, los horarios y los tiempos de reparación. Así, por ejemplo, si un piloto se excede en los turnos de entrenamientos se le sanciona con 30 segundos de penalización y, en el caso de hacer comentarios ofensivos o negarse a realizar de comisario de pista, puede acabar expulsado de la competición. Rara vez se alcanza ese extremo, dado que, según afirma Rodríguez, se busca "el buen ambiente y estar a gusto".