Bilbao. La Ertzaintza desalojó ayer el gaztetxe Kukutza, en el barrio bilbaino de Rekalde, en una operación que duró varias horas y se saldó con treinta detenidos y tres manifestantes heridos leves.
Este edificio industrial en desuso era utilizado desde hace años como local juvenil, pero su propietario decidió recuperarlo y derribarlo para construir viviendas, con la autorización del Ayuntamiento de Bilbao.
El desalojo fue ordenado por una juez, que también ordenó proteger los trabajos de derribo. No obstante, tras el desalojo de ayer, el juzgado suspendió cautelarmente la demolición para escuchar hoy a las partes.
La operación, que el consejero de Interior, Rodolfo Ares, calificó de "difícil, larga y complicada", empezó a las 5.00 horas, cuando la Policía rompió la puerta con una tanqueta, y concluyó al mediodía.
Por la tarde, centenares de personas se manifestaron por el barrio de Rekalde en contra de la actuación policial y por la conservación del local como hasta ahora y reprodujeron los incidentes de la mañana con lanzamientos de piedras a la Er-tzaintza, cruce de contenedores y nuevas cargas policiales.
La actuación policial desató las quejas de la asociación de vecinos, varios parlamentarios de EA, Aralar y EB, la sección sindical de ELA en la Ertzaintza, y la reacción del Ararteko, que ha abierto una investigación de oficio sobre lo sucedido.
Durante la noche, la Ertzaintza ha mantenido un operativo permanente de vigilancia para evitar que el edificio vuelva a ser ocupado de nuevo.
críticas La decisión de la titular del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 5 de Bilbao de paralizar de manera cautelar el derribo del edificio propiedad de la promotora Cabisa fue ayer muy criticada, no por su contenido sino porque esta llegó horas después de que se registraran los duros enfrentamientos. "Me sorprende el momento en que la jueza ha decidido firmar la orden cautelar. Creo que podría haberlo hecho antes", admitió ayer el edil de Urbanismo del Ayuntamiento de Bilbao, Rikardo Barkala.
La titular del Juzgado bilbaino decidió ayer paralizar el derribo del edificio atendiendo a la demanda de los usuarios de Kukutza, quienes cuestionan la legalidad de la decisión del Ayuntamiento de conceder la licencia de derribo a Cabisa. En este sentido, y como este tipo de sumarios suelen ser rápidos, la magistrada ha llamado hoy a las partes -Cabisa, Kukutza y Ayuntamiento- a una vista oral (similar a un juicio rápido en los procesos penales) para determinar, según el abogado de Kukutza Iñaki Carro, "si el modo en que el Ayuntamiento ha concedido la licencia de derribo vulnera los derechos de algunas de las partes".
Así, hoy se escucharán las opiniones de las partes y la jueza procederá a levantar o no la paralización del derribo, dejándo así vía libre para que Cabisa inicie la demolición y construcción de viviendas en el solar.
batalla Sin embargo, este proceso judicial es independiente al que se sigue en el Juzgado de Instrucción número 6 para el desalojo del edificio; un proceso que ayer vivió, sin duda, su jornada más violenta.
El barrio se convirtió en el escenario de una batalla campal que recordaba a tiempos pretéritos con contenedores cruzados, cuando no volcados, caceroladas desde las ventanas y una presencia policial -una decena de furgonetas de la brigada móvil, dos tanquetas, dos hammers, un helicóptero...- que blindó el barrio y se introdujo en el gaztetxe para desalojar a sus habitantes, en cumplimiento de la orden judicial.
Treinta detenidos y más de cuarenta heridos por contusiones -los portavoces de Kukutza apuntan a la existencia de un herido grave, "con la pierna destrozada"- fue el saldo final de una mañana muy movida.
La policía acudió a Rekalde con la clara idea de desalojar el edificio. Allí se encontró con la oposición de los jóvenes que, desde hace varios días, pernoctaban en el local con la intención de evitar precisamente lo que ayer ocurrió. Ya avisaron de que presentarían una resistencia pacífica y, salvo el lanzamiento de harina y agua desde la azotea, el desalojo no fue a mayores. Opusieron escasa o nula resistencia en las dos primeras plantas; plantearon batalla en la tercera, en donde habían taponado las ventanas con paneles y reforzado el cierre de las puertas, y se atrincheraron en la terraza hasta que los antidisturbios lograron acceder y procedieron a su arresto.