Donostia. Profesor de Historia en la UNED de Bergara y especialista en Paleografía y Diplomática, Víctor Herrero ha tomado parte en el II Congreso de historiadores de Navarra que ayer se clausuró en Oñati. Junto a Montserrat Fernández presentó el trabajo La participación de Gipuzkoa en la conquista de Navarra: El ejemplo de las villas de Azkoitia y Azpeitia (1516-1524).
¿Qué importancia tiene la celebración de un encuentro de estas características?
El objetivo es el de seguir investigando y profundizando en lo que fue un proceso de época moderna, de la conquista de un reino tan cercano a nosotros y del que unos siglos antes habíamos formado parte.
En el trabajo que han presentado en el congreso han recurrido a los libros de cuentas para abordar la historia desde otro punto de vista.
Se trata de una fuente novedosa, en general poco utilizada. Tomando como punto de partida la contabilidad que las villas realizan durante esos años, llegamos a entresacar la información referente a la participación de sus hombres en la guerra de la conquista de Navarra. Esa participación genera una serie de gastos, entre otros, la levantada de los hombres, la formación del ejército, el armamento, el avituallamiento a estas personas o la logística que a ello se suma.
Y en esta conquista, ¿qué papel jugó Gipuzkoa?
El contacto geográfico entre el reino y la provincia fue utilizado por la monarquía castellana para incidir en la conquista del reino. Lo que vemos es una provincia al servicio de los designios de esa monarquía para conquistar el reino navarro. Observamos, a través de esta documentación contable, cómo fue esa participación. Se envían cartas a las juntas generales de la provincia pidiendo que se preparen un número determinado de hombres y esta última, a su vez, solicita a cada una de las villas el levantamiento de los mismos.
¿Hablamos de aceptación o resistencia ante las exigencias de la corona castellana?
Por medio de los modelos que hemos abordado, el de Azkoitia y Azpeitia, no se observa una sola voz disonante o contraria a la conquista. Los concejos, si es que existe esa voz disonante, no muestran esa percepción. Se es, yo diría, casi servil a los deseos de la monarquía castellana. La colaboración fue intensa, nos guste o no nos guste. Aunque es verdad que estamos hablando de una sola fuente controlada por la oligarquía de las villas. Es un concejo cerrado, de personas poderosas quienes controlan a las villas y estas personas siempre son favorables a las aspiraciones de la monarquía. En las levas que se realizan no encontramos fugas o negativas a ir a la guerra, no hay testimonios al respecto. No obstante, es cierto que estos llamamientos no son voluntarios, el alistamiento es una imposición del gobierno de la villa a petición del gobierno de la provincia.
Además, el concurrir a la guerra implicó un enorme esfuerzo para las propias villas.
Así es. El cumplir con la conquista del reino supuso un gran esfuerzo dinerario, en el ofrecimiento de hombres, de muertos…. Podemos hablar de 3.000 hombres en pie de guerra en la provincia, que según los listados de las pagas que se llevan a cabo, son carpinteros, carteros, caseros o se dedican a otras profesiones. Básicamente no son soldados; son alistados no voluntariamente.
Sin embargo, no se consiguió nada a cambio. Las oligarquías se quedaron con las manos vacías.
En teoría quien en la época concede las mercedes, las exenciones de impuestos, los derechos…. era la propia monarquía. Sin embargo, lo que demostramos a lo largo del estudio es que esos beneficios no se obtuvieron. Consolidada la conquista de Navarra la monarquía no otorga a las villas nuevos privilegios, por lo menos en el periodo que hemos analizado que va desde 1516 a 1524. Lo que se advierte es el endeudamiento de estas villas, es decir, quienes al final asumen el coste de estas movilizaciones son las villas, a través de distribuir esas deudas entre sus vecinos.
En la historia oficial poco o nada se habla de la deuda que la guerra dispara en las villas.
La historia ha sido más una historia política, que ha visto la desaparición de un reino, los juegos políticos entre dos estados modernos, el estado monárquico castellano y el monárquico francés, que se apoderan del reino de Navarra. Quienes de alguna manera estuvieron colaborando con ello, en parte las villas guipuzcoanas pero no fueron las únicas, no se vieron beneficiadas. Soportaron no sólo el preparar hombres y enviarlos a la guerra, sino el costo de esos hombres.
Hay que echar mano de otras fuentes.
En este caso la documentación contable nos aporta datos nuevos. Queda constancia de esos gastos. El concejo detalla lo que debe desembolsarse por la preparación de la milicia urbana, las pagas a los hombres, a los transportistas, lo que se invierte en el material de guerra y en la alimentación de esas personas… Los gastos se disparan con la guerra. Además, la villa adelanta esas cantidades para enviar a los hombres a la contienda y se ve obligada a pedir préstamos a los propios vecinos.
Ponen como ejemplos a las villas de Azkoitia y Azpeitia, ¿por algo en especial?
Ambas formaban el valle de Iraurgi y eran dos villas de tanda -esta condición la cumplían también Tolosa y Donostia-, de asiento del corregidor que residía en ellas una parte del año en la que era el máximo representante de la corona en la provincia de Gipuzkoa. Azkotia y Azpeitia tenían espacios específicos para la celebración de juntas particulares que eran Basarte y Olatz. Dentro del conjunto provincial son potentes en esta época, lo que nos permite traducir o trasladar las conclusiones extraídas al funcionamiento del resto de villas guipuzcoanas.
¿Cuándo se ve una reacción negativa por parte del territorio guipuzcoano?
Aquella sociedad guipuzcoana se vinculó fuera a la fuerza o voluntariamente, una de las cosas que cada vez se pone más en duda es que no fue voluntaria, a esa entrega, y acabo siendo de alguna manera una figura dócil en manos de la monarquía castellana, primero en la de los Reyes Católicos y después en la de los Habsburgo. Tenemos que esperar hasta el siglo XVIII para ver una provincia contestataria a los designios monárquicos, ante los intentos centralistas y la puesta en solfa de los fueros.
¿Cuál sería el mensaje que en pleno siglo XXI hay que transmitir sobre este capítulo de la historia?
En primer lugar hay que salvar muchas distancias temporales y de concepción de la organización del poder. En la guerra no necesariamente van a sacar beneficio algunos, divide más que une.