Donostia. Las primeras décadas del siglo XX fueron la época dorada del deporte del motor en Gipuzkoa. Una pujante burguesía, unida al veraneo aristocrático en la costa guipuzcoana y labortana favorecieron la consolidación del automovilismo, solo accesible para las personas adineradas debido al alto precio de los coches.

Así, en pleno apogeo de la Belle epoque nació en 1923 el circuito de Lasarte al objeto de convertirse en una atracción turística de las clases pudientes de toda Europa.

La celebración de estas carreras de bólidos atrajo a Donostia -entonces Lasarte era término municipal de la capital guipuzcoana- a miles de aficionados, venidos muchos de ellos desde Inglaterra y Francia. Este circuito era considerado, junto a los de Targa Florio (Italia) y Lyon (Francia), uno de los más afamados de su tiempo.

El perímetro tenía una longitud de 17 kilómetros y atravesaba Lasarte-Oria, Andoain, Urnieta y Hernani. La meta, la tribuna principal y los boxes se encontraban entre Lasarte y Oria, por aquel entonces núcleos todavía separados.

El circuito fue sede del Gran Premio de España en diez ocasiones, interrumpiéndose para siempre estas competiciones por la Guerra Civil.

Achille Varzi fue el plusmarquista del circuito con una vuelta rápida a 173,8 km/h. Hans Stuck (Auto Unión) obtuvo la punta de velocidad más elevada, con 238 km/h al tercer paso por recta de meta.

Entre los nombres ilustres que derraparon en la pista guipuzcoana destacaron Ferdinand Porsche, Bernd Rosemeyer, apodado Enamorado de la muerte, y Ettore Bugatti.