UN día soleado de primavera, casi como si fuera verano, aparecen de la nada dos helicópteros que aparcan junto al restaurante Akelarre en Donostia.
Los viandantes miran estupefactos el espectáculo de ver aterrizar dos aeronaves en el reducido aparcamiento del restaurante, ubicado en el barrio de Igeldo. No en vano, no es habitual que los comensales lleguen volando.
Pero hace tiempo que el director general del Hotel Mandarin de París, tras reservar una mesa en el restaurante de Pedro Subijana, puso especial interés en acudir vía aérea y estacionar el aparato cerca del recinto. Después de que el Akelarre le mandara los planos del parking, el responsable de encargar la mesa dio el visto bueno al terreno trasero del restaurante para aparcar su aparato.
Aunque a una persona de a pie le pueda parecer extraño, el propio Subijana explicó a este periódico que no es raro que los clientes requieran un helipuerto como servicio extra en restaurantes de todo el mundo.
Pero el reputado chef sí se llevó una sorpresa cuando, en vez de un helicóptero, aparecieron dos, ya que en el terreno que tenían preparado solo cabía uno, así que el segundo tuvo que aparcar en la propiedad del vecino. "Le he llamado corriendo pidiendo disculpas", explicaba Subijana, dueño del restaurante que posee tres estrellas Michelin. El amable vecino no opuso resistencia al uso de su terreno, más bien se lo tomo a cachondeo ya que definió la situación como "un espectáculo fenomenal", según apuntó Subijana.
Mientras los nuevos clientes aterrizaban en el aparcamiento de Igeldo, los espectadores y el propio cocinero grababan y sacaban fotos a tan extraña situación. "Por lo que hemos visto no es nada complicado aparcar un helicóptero en nuestro parking. Queda perfecto, como en uno de esos helipuertos en los que suele haber un circulo con la H. No es nada habitual, pero ojalá lo fuese", apuntó Subijana.
Los comensales, provenientes de París, acudieron de la capital francesa hasta Pau en avión. Después, cogieron una aeronave que los condujo hasta el restaurante donostiarra. Tras bajar del helicóptero, tenían a su disposición un coche que les llevó a la ciudad para dar una vuelta por Donostia y ver los sitios más relevantes antes de acudir a comer al Akelarre.
Una vez en el restaurante, pidieron champan y pintxos. " Yo tenia previsto hacerles una cosita en el aula de cocina que tenemos. Les pensaba hacer un aperitivo, enseñarles nuestras técnicas y, luego, pasarles al comedor. Pero no quisieron porque tenían poco tiempo", explica Subijana. Los comensales disponían de hora y media antes de retomar su viaje hacia Biarritz donde, al parecer, según el prestigioso cocinero, "tenían algo previsto". Aun así, consiguió que los nuevos visitantes accedieran a comer un "menú degustación" más reducido del que normalmente ofrece.
Como aperitivo: Amenitis, un "juego" consistente en un gel de baño que, en realidad, es de tomate. Luego, sales de baño hechas con gambas. También una crema de Idiazabal parecida a la "Nivea" y, después, un cóctel en frasquito que "parece Oraldine". "Se ha quedado flipado todo el mundo", relató, con gran sentido del humor, el creador de estas exquisiteces.
Menú degustación
Indecisos, optaron por reducir
"Estaban que si elegían, que si no elegían y al final les dije yo: si quieren, les hago un menú degustación", explicó Subijana ante la indecisión de sus comensales, que no tenían tiempo para disfrutar de esta degustación. Ante la negativa, Subijana optó por "reducir el menú y hacerlo más sencillo". Así, les ofreció primero una gambas al fuego de orujo. Después, un carpaccio de pasta elaborado con piquillos, setas y trufa. Finalmente, un salmonete integral con fusilli de salsa. Disponían de un último plato, cochinillo asado, que no quisieron comer por falta de apetito. "Todo esto en porciones pequeñitas, pero al final no pudieron. Estaban muy llenos", excusa a los clientes.
Para el postre, La otra tarta de manzana, que lleva unas letras por encima. "Y como no, para acompañarlo, un Gin-tonic en el plato, que es un postre hecho por nosotros a base de gin-tonic", termina de relatar el autor. Al final, los exquisitos comensales, que no tenían hambre, se dejaron seducir por el menú de Subijana. Así, se marcharon de Donostia "muy agradecidos y muy contentos", gracias a la experiencia vivida en el restaurante.
Después de esa comida relámpago de hora y media, los responsables de tan inédita situación, regresaron a Biarritz usando el mismo transporte en el que llegaron: un par de helicópteros.