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Un abrazo a tiempo La ternura no es un signo de debilidad

"Hay que endurecerse sin perder jamás la ternura" (Ernesto Che Guevara)

Un abrazo a tiempo La ternura no es un signo de debilidad

J.V.- Seguramente, cada lector tendrá su propia versión de lo que es la ternura. ¿Cuál es la tuya? ¿De qué vamos a hablar en las siguientes líneas?

I.Q.- La ternura es la expresión más directa del cariño, la más amable y la menos visceral. De lo que vamos a hablar a continuación es de la expresión de los afectos positivos y de las muestras de esos afectos hacia los demás. También de estereotipos que creo que hay que eliminar.

J.V.- ¿Mostrar ternura equivale a revelarse como débil de carácter o de espíritu?

I.Q.- Todo lo contrario. Es demostrar otra habilidad, la de transmitir más allá de las palabras, con gestos, actitudes y contacto la esencia del cariño. Quien quiere y se siente querido es más fuerte que quien no; por eso te adelantaba que hay que desechar ciertos estereotipos porque, por muy duro que se haga alguien, si desarrolla esta forma de expresión, se suele sentir mejor.

J.V.- En nuestra cultura -y peor, cuanto más al norte-, nos cuesta exteriorizar los sentimientos. De tanto contenerlos, ni recordamos cómo ejercitarlos. Me temo que con la ternura nos pasa eso.

I.Q.- Pues sí, cuesta pero no siempre podemos contenerlos. Hace poco una persona que atraviesa por una dura experiencia me expresaba que se había dado cuenta del valor de los abrazos, del sentir que alguien te aprieta contra él para transmitirte compañía y afecto. Quien experimenta una vez esto ya no lo suelta. ¿Cuántas personas no han sabido lo que se siente de verdad con un niño en los brazos hasta que no tienen el propio? ¿Cuántas personas no se han considerado niñeros hasta que han tenido los propios?

J.V.- ¿Todo el mundo está capacitado para sentir una emoción así? ¿Cómo sacarla fuera si no nos sale?

I.Q.- Hombre, no todo el mundo. Hay gente perversa y desalmada que no solo no experimenta ternura, sino que disfruta de lo contrario, de expresar crueldad. Eso de que no sale... qué quieres que te diga, no me lo creo. Según mi punto de vista, todos sentimos esa necesidad de que no hay que pensar mucho en satisfacer y si orientamos nuestra actividad hacia disfrutar en lugar de hacia protegernos, lo cataremos y nos irá gustando.

J.V.- De todos modos, cuando es forzada, se suele notar...

I.Q.- Se nota cuando es falsa porque es forzada; es mucho mejor recibida y apreciada cuando es espontánea. Pero que no se desanime aquel al que no le salga a la primera porque esto, como todo, se aprende.

J.V.- No la expresamos igual ante todo el mundo. En un grupo exclusivamente masculino es casi imposible que se manifieste. En eso no hemos avanzado mucho.

I.Q.- No estoy de acuerdo. La cortesía, el afecto expresado, es una de las características de las personas con capacidad de seducción. Atrae más la facilidad para gestos de afectos que el mejor traje o apaño personal, y se seduce con la mirada, con la sonrisa, con la cercanía, con la caricia que con otros elementos.

J.V.- Hay personas que, cuando se permiten un momento blando, inmediatamente sienten la necesidad de compensarlo con una bravuconada o un sarcasmo. Mal vamos...

I.Q.- Pues sí. Esto ocurre por lo que ya hablábamos al principio: a algunas personas les puede parecer un signo de debilidad y se quieren corregir. A otros les fuerza la presión y las bromas que le puede hacer su entorno tildándole de blandengue, cuando la realidad es que el blandengue es el que no tiene criterio para defender algo en lo que cree. También debemos saber que muchas personas descalifican aquello que ellos no son capaces de hacer aún cuando lo deseen mucho.

J.V.- Un peligro: confundirla con la sensiblería. Tampoco podemos estar derritiéndonos ante cada cachorrito que veamos.

I.Q.- Totalmente de acuerdo. Además, al final, como no todos somos iguales, terminamos contactando con las personas que sienten la necesidad de recibir el afecto de esa manera y desarrollamos la ternura cerca de ellas.

J.V.- Una queja muy frecuente en las parejas: ya no es tan tierno -sobre todo en masculino- como antes. ¿Se nos acaba la delicadeza con el paso del tiempo? ¿Dejamos de sentir la necesidad de expresarla?

I.Q.- Hay muchas cosas que pierden intensidad si las descuidamos. Las relaciones se construyen y se desarrollan con trabajo diario y una de las tareas es preservar el espacio de las manifestaciones de afecto, no solo con la pareja, sino también con los hijos y los amigos. Cuando no sabemos o no podemos ir dando matices a una rutina, como son las relaciones diarias, estas se pueden convertir en un aburrimiento. En ese caso no podemos atribuir eso a nada que no sea nuestra propia influencia.

J.V.- ¿Y con nuestros hijos? ¿La ternura no nos puede llevar a una sobreprotección que a la larga les resulte perjudicial?

I.Q.- La ternura, al menos como yo la entiendo, da lo contrario. La expresión continua del afecto te da seguridad, te hace sentirte acogido, protegido y aceptado y eso te hace mucho más fuerte. Sobreproteger es otra cosa, es transmitir desconfianza en tus posibilidades o en tus habilidades y no darte ninguna responsabilidad.

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