Donostia. El centro de formación profesional de Martutene ocupado hace más de dos años por ciudadanos del este, en lo que fue uno de los mayores asentamientos del territorio, "será derribado en un periodo de tiempo relativamente corto", según ha podido saber este periódico. El nuevo trazado alternativo para la entrada del Tren de Alta Velocidad (TAV) y la futura línea de cercanías contemplada en su entrada a Donostia afectan a este antiguo instituto, que cerró sus puertas en el curso 2002-2003, aunque su umbral fue traspasado en un sinfín de ocasiones por quienes no tenían donde cobijarse.

Mucho ha llovido desde que el inmueble fue desalojado del centenar de rumanos que llegaron a ocupar el descomunal recinto de 7.000 metros cuadrados, asentado sobre un solar de 11.000. Un mastodóntico edificio que acabó convirtiéndose en una patata caliente para el Departamento de Educación del Gobierno Vasco, titular del solar, al que no le daban las cuentas a la hora de valorar usos futuros.

Su rehabilitación suponía un desembolso de 840 euros el metro cuadrado. Remozar el inmueble en su integridad ascendía a unos seis millones de euros, todo un dispendio en la antesala de una crisis que acabaría por lastrar las arcas de las instituciones. Por todo ello, hace dos años y medio, el derribo parecía inminente. Los vecinos se echaron a la calle, apelando a su derecho a disponer del recinto para usos del barrio, donde las instalaciones de carácter público no sobran precisamente. "Llegamos a recoger hasta 3.000 firmas para que no fuera demolido", rememora Maite Fernández, de la Asociación de Vecinos de Martutene. En ese impasse, fue la Sociedad de Ciencias Aranzadi la que demostró interés por el inmueble como emplazamiento de su futura sede. Aquello hizo parar las máquinas y, con ellas, el futuro del instituto quedó congelado.

Sumido en el deterioro Lo paradójico de la situación es que, transcurridos estos dos años, el edificio sigue en pie, sumido en el mismo deterioro que precedió a su clausura, custodiado por agentes de seguridad las 24 horas del día, a la espera de una resolución administrativa empantanada, una vez acalladas las protestas vecinales suscitadas por el constante trasiego de ciudadanos del este. Los ocupas se vieron obligados a desplazarse a un pabellón de Hernani, donde se vieron nuevamente desalojados.

No hace falta más que darse una vuelta por el lugar para comprobar que, tras el recinto policial, las cosas siguen igual. Los agentes que velan por la seguridad del lugar cuentan con una caseta más o menos confortable, e incluso un baño portátil; en suma, condiciones de trabajo que revelan una prolongada labor de custodia. "En alguna ocasión ha merodeado alguien, pero desde que se clausuró el centro no ha entrado nadie, y mira que ha pasado tiempo", observa un agente, señalando la entrada del edificio sellada a cal y canto.

Después de barajarse un sinfín de usos, incluso en su día se llegó a hablar de un posible desarrollo urbanístico en la zona, ha sido finalmente el TAV el que se ha interpuesto en el destino del centro formativo, que finalmente será reducido a escombros. El Departamento de Transportes del Gobierno Vasco y el Ministerio de Fomento han llegado a la conclusión de que las vías de cercanías y las de alta velocidad, en su recorrido paralelo al río Urumea, tienen que subir su cota para evitar riesgos de inundación. Es decir, la alternativa que contemplan tanto Lakua como Madrid y el Consistorio donostiarra es alejar el trazado de la ribera para que transite próximo a la Autovía del Urumea, lo que afectaría de lleno al instituto.

En un plazo corto El impacto concreto que experimente la zona por efecto de esta compleja infraestructura no se conocerá hasta que esté realizado el proyecto definitivo, aunque con toda probabilidad el edificio "será sacrificado" para la reposición de las nuevas vías. "Lo razonable es que ese edifico sea derribado en un plazo relativamente corto", confiesan las fuentes consultadas. Por el momento, existe un esquema básico del trazado aprobado por el Gobierno Vasco, Fomento y el Ayuntamiento de Donostia, pero un proyecto de estas características exige un plan de trabajo a una escala y un nivel de detalle todavía sin perfilar.

Se pone de este modo fin a un inmueble para el cual el Gobierno Vasco solicitó ya en abril de 2008 al Ayuntamiento de Donostia la licencia para proceder a su demolición, algo que finalmente no ocurrió. En mayo de ese mismo año, responsables del Departamento de Educación en la anterior legislatura informaron de que el uso que se le fuera a dar al solar estaba supeditado al estudio del nuevo mapa escolar que surgiera del desarrollo urbanístico de la zona, condicionada por la construcción de 4.000 nuevas viviendas en el barrio de Atondegi, entre Martutene y el polígono 27, que todavía siguen sin concretar.