"al final, lo hemos conseguido", afirmaba ayer el alcalde de Tolosa, Jokin Bildarratz, antes de inaugurar junto al delegado del Gobierno en el País Vasco, Mikel Cabieces, la presa hinchable en el río Oria.

El acto, como la infraestructura, rebosó lucidez. El oriotarra José Luis Korta capitaneó la embarcación en la que las autoridades fueron trasladadas. Partieron del embarcadero situado bajo el Tinglado hasta el lugar donde se ubica la presa, más allá del puente de Navarra, para cortar la cinta que sujetaban dos bateles de las féminas de Tolosako Arraun Kirol Taldea (TAK). Junto a ellas, su entrenador, Ángel Larrañaga. De esta forma, se involucró al equipo de remo, uno de los principales beneficiados con la ejecución de la nueva presa, que ha creado en el río una lámina de agua de 1,3 kilómetros navegables al permitir la subida del nivel unos 80 centímetros.

Las características de la presa la convierten en una obra emblemáticas con tres elementos diferenciados. El cuerpo de goma, que según explica el ingeniero Javier Añó (empresa Ikau), es de caucho; la cabina de control, que se sitúa bajo tierra; y la escala de peces, con la que se pretende mejorar la vida piscícola del río Oria. Aunque las obras, tanto de la presa como del colector, provocaron una "gran mortandad" de peces, según denunciaron en este periódico los arrantzales tolosarras.

Su forma de funcionar es clara. "En la caseta de control hay unos elementos que se llaman soplantes que llenan de aire el cuerpo de la presa. Los controles de presión permiten mantener un nivel de agua en el cauce constante. Y todo esto está automatizado", detalla Añó. Esta última cualidad y sus dimensiones, "dos metros de altura y 55 de longitud", la convierten en la única presa del Estado con un sistema de control automático y, por su magnitud, en la quinta más importante de Europa.

"Tenemos un ejemplo parecido en Zaldibia, donde ya hay dos presas que funcionan de esta manera, pero son muy pequeñas y no tienen control de nivel; cuando el río viene crecido, se deshinchan, y cuando trae poca agua, se hinchan", aclara el ingeniero responsable de la obra. La de Tolosa, en cambio, mantiene constante "el nivel del agua a la altura del embarcadero" y crea una situación ideal para la práctica de los deportes acuáticos.

La otra cualidad de la presa alude a la seguridad de los tolosarras. "Si hay una avenida, la presa se va deshinchando, poco a poco, para mantener la cota de la lámina de agua constante", manifiesta Añó. Pero si sigue lloviendo y el río crece todavía más, "la presa se deshincha hasta desaparecer, como si no estuviera". Esta característica ha sido clave a la hora de elegir el tipo de instalación que se iba a colocar en el río Oria. "Barajamos otras soluciones, pero Tolosa es muy sensible a las inundaciones. El río lleva mucha agua y está muy justito, así que no se podían poner obstáculos", dice.

La obra final ha supuesto un desembolso de 1,8 millones financiados por el Plan E -Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo-. Sólo el cuerpo de la presa, fabricado por la empresa de neumáticos Continental, supone casi un tercio de este presupuesto: 600.000 euros.

Las actuaciones en el río Oria a su paso por la villa papelera no han acabado todavía, aunque están a punto de hacerlo, ya que, según aseguró el alcalde, el colector que está ejecutando la Agencia del Agua Ur estará acabado para carnavales.

Bildarratz, precisamente, recordó la historia de la localidad como villa papelera y la "suciedad" del río teñido de "blanco" por el efecto de esta industria. "Ahora ya podemos vivir con el río", dijo, y destacó el uso deportivo que se le va a poder dar ahora al "incrementar un 50%" la navegabilidad.