Marián García pasó de atender a los pacientes tras el mostrador de su farmacia, en un pueblo de Cuenca, a hacerlo a través de su blog y de las redes sociales. Rostro habitual en los medios de comunicación, esta profesional trata de divulgar consejos sobre salud y nutrición de una forma divertida y que todos comprendamos.

Marián García, más conocida por Boticaria García, en Bilbao. Borja Guerrero

Acaba de publicar su séptimo libro, Tu cerebro tiene hambre, donde nos ofrece las claves para tener y, sobre todo mantener, un peso saludable que nos permita mejorar nuestra calidad de vida presente y futura, advierte.

Trabajaba en una farmacia rural en Cuenca, en la localidad de Villaescusa de Haro, pero, ¿qué le animó a dar el salto a internet? 

—En torno al año 2013, la gente empezó a tener cada vez más teléfonos inteligentes y venía a la farmacia habiendo consultado en el doctor Google cuáles eran sus dolencias, como hacemos ahora. Es decir, ya venían prácticamente con su diagnóstico hecho y al salir ya estaban mirando el móvil otra vez para chequear con el doctor Google si eso coincidía o no. Y a mí eso me dio que pensar porque, hasta entonces, los pacientes no tenían muchas fuentes con las que contrastar y pedir esa segunda opinión. Así que, ya que teníamos esa segunda opinión en el bolsillo, pensé: “Bueno, y en estos foros donde escribe todo el mundo, ¿por qué no puedo escribir yo, que soy farmacéutica y nutricionista?”. Y así lo hice. Me lié la manta a la cabeza y abrí un blog con Claudia García. Estaba en un pueblo de 500 habitantes y el blog llegó a tener dos millones de visitas mensuales, con lo cual no le ganamos la batalla al doctor Google, pero sí le hicimos algunas cosquillas. 

¿Y de ahí, a la televisión?

—Realmente lo que ocurrió fue que el blog empezó a crecer, nos iniciamos en las redes sociales y empezamos a tener muchos seguidores. Eso llamó la atención de una editorial que me propuso escribir mi primer libro, El paciente impaciente, sobre anécdotas de lo que me ocurría en la farmacia en el día a día, y al final una cosa llevó a la otra. Fui a la televisión a hablar de mi libro y acabé quedándome en varios medios, en algunos hasta hoy. Ahora acabo de publicar mi séptimo libro ya, Tu cerebro tiene hambre.

¿Echa de menos estar tras el mostrador a día de hoy?

—La farmacia es un lugar maravilloso donde se puede ayudar muchísimo a las personas y donde a veces encontramos el tiempo y el espacio que no hay en las consultas. Esa cercanía con los pacientes es fantástica, pero yo sigo teniéndola porque tengo otro mostrador que se llama redes sociales. Todos los días recibo docenas y docenas de consultas, entonces esas dudas que me trasladaban al otro lado del mostrador, ahora me las trasladan al otro lado de la pantalla. Es decir, que el pulso de lo que interesa a las personas lo sigo teniendo bastante bastante vigente. 

Y bueno, pues hablando de este séptimo libro, ‘Tu cerebro tiene hambre’, en sus páginas nos da unas claves para perder grasa.

—Sí. Tenemos que entender que lo importante es perder grasa y no tanto perder peso, porque en el peso está el músculo y el músculo es muy importante conservarlo y potenciarlo para perder grasa. Y para eso, para perder grasa, tenemos que actuar en cinco entornos. El primero, quizá el más importante, es el cerebro, de ahí el título; el segundo, la microbiota; el tercero, fortalecer nuestros músculos; el cuarto, los genes, y, el quinto, nuestro entorno.

Entonces, ¿debemos trabajar en todas las esferas de nuestra vida si queremos perder peso?

—Claro, ahí está la cuestión. Simplificar todo haciendo la dieta de la alcachofa cuando tenemos miles de moléculas pululando por nuestro cuerpo interconectadas, no va a funcionar. De hecho, el 90% de las dietas fracasan entre los primeros 6 y 9 meses porque tenemos que actuar en un eje de 360 grados que incluya el intestino, el cerebro y el músculo. 

Si no es eficaz ponerse a dieta, sino que es una cuestión del día a día, ¿cómo podemos aprender a comer bien? 

—Vivimos en un mundo en el que la publicidad nos induce al error. Hay muchas técnicas de marketing y el supermercado está lleno de productos que son mucho más apetecibles que los que tenemos que comer. Por eso es importante dar estrategias y en este libro hablo de los cuatro pilares que debemos potenciar: las legumbres, los fermentados, las semillas y los frutos secos. Y disminuir las grasas no saludables, la sal, los azúcares y los ultraprocesados.

¿Qué responsabilidad tienen los influencers que ponen de moda dietas o productos que resultan no ser tan saludables como predican?

—Realmente no se puede poner puertas al campo, entonces las redes sociales están ahí y cualquiera puede escribir en ellas, desde un nutricionista o un farmacéutico hasta alguien que solo quiere venderte determinados productos, incluso productos ilegales. Es imposible que la policía de Internet llegue a todo. Sin embargo, seguimos teniendo libros a nuestra disposición y es importante que siga habiendo espacios en los medios donde podamos divulgar. En un vídeo de TikTok de 30 segundos podemos dar únicamente mensajes muy concretos, como por ejemplo qué hacer si tienes un apagón en el congelador, pero en ese tiempo no puedes explicar cuáles son las estrategias para atajar el hambre emocional o cómo cuidar nuestra microbiota. La gente sigue queriendo confiar en sus profesionales sanitarios y, afortunadamente, cada vez hay más sanitarios, más médicos y más farmacéuticos que se dedican a la comunicación. 

¿Y es cierto, en su caso, eso de que en casa del herrero, cuchillo de palo? 

—Este libro es un libro de autoayuda para mí porque tengo un compromiso importante. De hecho, en los viajes que estoy haciendo presentándolo, me levanto media hora antes de desayunar en el hotel que me toque para hacer mis ejercicios y me grabo y lo publico en Instagram para que quede constancia [risas]. Pero sí, intento predicar con el ejemplo porque a mí, el hecho de empezar la mañana de esta manera, me ayuda mucho. Además, ahora tengo una mejor relación con la comida y en mi carrito siempre hay alimentos saludables, aunque eso no quiere decir que luego no me vaya a ir de pintxos por Bilbao y me lo pase estupendamente [sonríe].