El envejecimiento poblacional constituye un reto socioeconómico de primera magnitud, ya que la población envejecida aumenta de manera constante en todo el mundo. Este crecimiento no está previsto que se detenga y se exacerba en Euskadi, donde la esperanza de vida ha aumentado en torno a los 10 años en las últimas cuatro décadas, situándose por encima de 86 años en las mujeres y de 80 en los hombres.
El aumento de la longevidad puede considerarse un éxito de las políticas de salud pública y el desarrollo socioeconómico, pero a su vez tiene una serie de contrapuntos, ya que puede generar desequilibrios importantes en la atención socio-sanitaria a nivel de sociedad y, a nivel individual, el envejecimiento viene acompañado de discapacidad, cronicidad y severas comorbilidades, en algunas ocasiones. Esto es debido a su propia concepción, ya que el envejecimiento es un proceso sistémico, que se caracteriza por el deterioro y pérdida de capacidades físicas y mentales. Sin embargo, no todas las personas envejecen igual y existen grupos que pueden dar pistas sobre cómo envejecer de manera saludable.
Aunque es un tema de debate científico, existen evidencias que sugieren que la longevidad máxima para las personas se encuentra alrededor de los 115-120 años. Los avances científicos, médicos y socio-sanitarios no han logrado alargar este valor, aunque sí se ha conseguido, sin embargo, que cada vez más personas lleguen a estas edades que antes solo alcanzaban casos excepcionales. De hecho, el grupo de los centenarios está creciendo de manera exponencial, con expectativas de convertirse en el grupo de edad con mayor tasa de crecimiento en las próximas décadas. En la actualidad existen en España 15.941 personas centenarias, de las cuales 893 viven en la Comunidad Autónoma Vasca. A nivel mundial, se han llegado a identificar regiones, denominadas blue zones, donde se concentra el mayor número de centenarios. Estos lugares son Cerdeña (Italia), Okinawa (Japón), Ikaria (Grecia), Nicoya (Costa Rica) y Loma Linda (California, EE.UU), siendo los tres primeros islas, que por su aislamiento puede ser un factor a tener en cuenta.
Estudios epidemiológicos han identificado que los centenarios, además de presentar extrema longevidad, tienen una mejor función cognitiva y requieren un mínimo de ayuda para las actividades de la vida diaria en comparación con las personas de edad avanzada, aunque de grupos de edad más jóvenes. También exhiben historias clínicas con tasas bajas de enfermedades vasculares y neurodegenerativas, diabetes o cáncer, todas comunes de la edad. Asimismo, un porcentaje muy alto de los centenarios retrasa su primera experiencia de enfermedad, a menudo asociada ya con mortalidad, hasta más allá de la edad de 90 años o incluso llegan a escapar enteramente a estas morbilidades. Por tanto, los centenarios son personas con extrema longevidad, mejor calidad de vida y que llegan al límite máximo de vida humana en buenas condiciones, y la morbilidad se comprime hacia el final de la vida. Estas características las han propuesto como modelo de envejecimiento exitoso y saludable.
El envejecimiento es multifactorial y se debe tanto a factores intrínsecos (la famosa genética) como extrínsecos (nuestros hábitos de vida y el entorno donde vivimos). En los últimos años se han empezado a realizar análisis biológicos a los individuos centenarios para estudiar los mecanismos genéticos responsables de su envejecimiento saludable. En esta dirección, estudios recientes indican que las personas centenarias tienen más similitudes a nivel biológico con los jóvenes que con los octogenarios. Además, se han identificado alteraciones genéticas específicas asociadas al grupo poblacional de centenarios, fenómenos que podrían favorecer su mejor estado de salud y longevidad extrema. Por otro lado, y desde el punto de vista psico-social, los centenarios presentan ciertas diferencias en torno a su estilo de vida, dieta, actitud en la vida y relaciones sociales. Entre estos factores, las personas centenarias tienen unas relaciones sociales intensas y fuertes lazos familiares que ejercen una acción protectora sobre la salud. También tienen menores niveles de estrés, mayor cantidad de sueño y descanso. De hecho, se han propuesto nueve estilos de vida diferenciales y característicos de los centenarios en base a las vivencias de los individuos de las blue zones. Entre ellos se encuentran hábitos de vida como realizar ejercicio físico moderado de manera regular, comer muchos alimentos de origen vegetal y poca carne, sin excederse y comiendo despacio, además de acompañarlos de dos vasos de vino tinto al día. También hay factores personales y sociales, como tener un propósito en la vida que dé motivación para levantarse todos los días, tomarse las cosas con calma, presentar lazos familiares fuertes, contar con una estrecha red de relaciones sociales y participar de manera activa en la comunidad.
Consciente de la realidad actual, la investigación en envejecimiento se ha convertido en uno de los tres pilares estratégicos del Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia, siendo la investigación de las características socio-sanitarias y biológicas de los centenarios de Euskadi uno de los proyectos en marcha más ilusionantes. Para ello, se cuenta con la colaboración y ayuda de la Diputación Foral de Gipuzkoa, a través de la Fundación Adinberri, y del Departamento de Salud del Gobierno Vasco.