FICHA PRÁCTICA
- ACCESO: A Iruri, llega la carretera D-918, desde la capital zuberotarra, Maule.
- DISTANCIA: 5 kilómetros.
- DESNIVEL: 100 metros.
- DIFICULTAD: Fácil.
"Uno para todos, y todos para uno" es el conocido lema que hizo famoso el escritor francés Alejandro Dumas en su maravillosa novela Los tres mosqueteros, publicada en el año 1844. En ella se narran las aventuras del joven gascón D’Artagnan, quien marcha a París, con el objetivo de convertirse en mosquetero del rey de Francia. En la capital gala, entabla amistad con tres de esos mosqueteros, llamados Athos, Porthos y Aramis. Muchos de nosotros nos hemos sumergido en la magia de esta novela indispensable de la literatura universal, incluso hemos seguido siendo niños las peripecias de los mosqueteros convertidos en perros, los inolvidables Mosqueperros. Nada nuevo, de momento; pero esta Euskal Herria nuestra, nunca deja de sorprendernos y, entre sus muchos secretos insólitos, atesora un paraje unido a esta maravillosa saga. Hoy seguimos la traza de los mosqueteros del rey en nuestra geografía.
Aparcamos en la plaza de la localidad de Iruri-Trois Villes, una bucólica aldea en medio del herrialde de Zuberoa. Tras la iglesia, un aparcamiento nos invita a dejar el coche y calzarnos las botas en pos de bellos parajes y de historias únicas. En la parte trasera de la iglesia de Saint-Jean-Baptiste, cruzamos la vía, para seguir por la pista asfaltada que sale frente al templo. Caminamos entre las calles plenas de caseríos típicos de la arquitectura zuberotarra para llegar a un cruce donde tomamos hacia la izquierda. Pronto, salimos del núcleo central de Iruri para llegar a otra bifurcación y tomar nuevamente a la izquierda.
Comenzamos a ganar altura paulatinamente y pasamos junto a un pabellón industrial donde termina el asfalto y comienza una pista de tierra, por la que ascendemos. Alternando bosque y praderas, en un inicio, nos internamos en el bosque para llegar a un nuevo desvío. En este optamos por seguir hacia la derecha y, un tramo más adelante, justo antes de una marcada curva, ver un sendero que sale a la izquierda. Lo tomamos, obviando la pista, y empezamos a bajar por un delicioso bosque. Llegamos a un cruce junto a una borda semiderruida donde topamos con el asfalto nuevamente. En este cruce, giramos a la izquierda para descender por la pista hasta una barriada en las afueras de Iruri. Alcanzamos de esta forma la carretera general D-918 y giramos a la izquierda para entrar en las primeras casas de la localidad. Seguimos por la vía, pasando por el ayuntamiento de Iruri dirigiéndonos hacia la iglesia junto a la que hemos aparcado. Pero, muy cerca del templo, antes de llegar a él, vemos una entrada que se introduce en un frondoso jardín de estilo inglés. Entramos en él y ante nosotros se nos presenta el bello castillo de Iruri, que guarda el secreto insólito que hoy nos ha traído hasta aquí.
Estamos en el que fuera el castillo del conde de Tréville, que aparece en la novela de Dumas. Su nombre era Jean-Arnaud du Peyrer (1598-1672), nacido en la cercana localidad bearnesa de Oloron-Sainte-Marie, situado a escasos 31 km de Iruri. Hijo de comerciantes, consiguió hacer carrera como mosquetero del rey, siendo nombrado capitán de éste cuerpo con 36 años de edad. Posteriormente llegaría a mariscal de campo, máximo grado en la escala de oficiales del antiguo ejército de tierra francés. Se casó y, ya retirado del servicio militar, regreso a la zona donde había nacido, trasladándose a Zuberoa, donde en 1660 mandó construir éste castillo de Iruri. Por aquel entonces, ya era conde de Tréville y comenzó a adquirir tierras en la provincia por recomendación de otro personaje que aparece en la novela de Dumas: el cardenal Richelieu. Compró así la baronía de Moncayolle –Mithikile en euskera zuberotarra– y el vizcondado de Zuberoa junto con el título de vizconde que venía unido a las tierras.
En la novela del escritor normando, el conde aparece como capitán de la compañía de mosqueteros del rey Luis XIII. Se le presenta como una importante figura, ya que es el superior de los mosqueteros Athos, Porthos y Aramis y quien le da la bienvenida a D’Artagnan a la compañía. Destaca por su lealtad al rey y por ser un hábil mandatario, capaz de para mantener el orden dentro de su compañía, a pesar de las intrigas y conflictos que rodeaban la Casa Real Francesa. Es un hombre astuto y experimentado, que guía a los jóvenes mosqueteros en sus aventuras y les ayuda a navegar por los peligros de la corte gala.
Históricamente, el término mosquetero, hace referencia a los soldados tanto de infantería como de caballería, que iban armados con mosquetes, arma de fuego de largo alcance. En lo relativo a Francia, se denominaba "Mosqueteros de la Guardia", y fueron una compañía de combate vinculada a la Maison du Roi, –conjunto de servidores del soberano y su corte–, y a la propia casa real de Francia. El cuerpo de mosqueteros se creó en el año 1622, por Luis XIII; una segunda compañía de mosqueteros la creó el mítico cardenal Richelieu.
Las trazas de los mosqueteros por esta zona pirenaica no quedan en Zuberoa ya que, muy cerca del herrialde, encontramos huellas de los protagonistas de la novela. Isaac de Porthau, inspirador del personaje de Portos, era oriundo del pueblo de Ogenne-Camptort, a 38 km. al N de Iruri. Henri d’Aramitz, Aramis en la novela, nació en la localidad de Aramitze, a 15 km. al E de Iruri. Y cómo no, Armand de Sillègue d’Athos d’Autevielle, Athos, nacido en la localidad de Athos-Aspis a 38 km al N de la localidad ziberotarra.
Dejamos en su placidez al castillo de Trois Villes –y las historias de los mosqueteros que tanto nos han hecho soñar en nuestra infancia– y volvemos al punto de partida.