La Rioja Alavesa es tierra de viñedos, de campos de cultivo, de montañas sagradas, de lagares nuevos y no tan nuevos. Es tierra de cultura ancestral que guarda el poso de los pueblos que se arrimaron al Ebro, sinónimo de fertilidad. Hoy nos acercaremos a visitar dos lugares que guardan profundos misterios, como son el Poblado de La Hoya y el estanque de La Barbacana. Y lo haremos de la mejor forma que podemos hacerlo: caminando.
Aparcamos en la localidad alavesa de Laguardia y nos encaminamos hacia el señalizado yacimiento del Poblado de La Hoya, situado al N., de la misma. Caminando un kilómetro aproximadamente, alcanzamos este interesante yacimiento de la Edad del Hierro. Podemos visitar tanto el poblado como el Centro de Interpretación del mismo, donde podremos descubrir las características y vida cotidiana del castro.
La Hoya se localiza en las afueras de este bello pueblo, al abrigo de la sierra de Cantabria, y data del 1200 a.C., estando habitado hasta el 250 a.C., cuando un ataque y quema del poblado terminó con su historia como hábitat. Pero nos centraremos en esta ocasión en un hecho insólito que se dio en este paraje, el culto al cráneo.
FICHA PRÁCTICA
- ACCESO: A Laguardia llegamos siguiendo la N-232a, que une Briñas con Logroño.
- DISTANCIA: 5.5 kilómetros.
- DESNIVEL: 40 metros.
- DIFICULTAD: Fácil.
Los arqueólogos han encontrado varios indicios que les llevaron a concluir que en este castro se dio algún ritual de cabezas cortadas, un arcaico culto al cráneo. Esto fue una práctica extendida, desde los celtas de la Europa indoeuropea, pasando por Mesoamérica, Nueva Guinea o Nueva Zelanda. Cierto es que el fin último de estas prácticas rituales se nos escapa, pero se barajan dos objetivos. Por una parte, el cráneo cortado a un enemigo se tenía por una suerte de trofeo. Pero, por otra, esa cabeza seccionada del adversario, adquiere una simbología más mágica, ya que pudiera tener como objetivo adquirir la sabiduría y la fuerza del guerrero, además de situar al espíritu del muerto en el Otro Mundo. Tampoco podemos descartar un culto a los ancestros.
Ritual de decapitación
En un recinto del mismo, se halló un recipiente cerámico, al parecer relacionado con un resto antropológico: concretamente una bóveda craneal humana. El recipiente se ha interpretado como un depósito ritual, conteniendo algún producto como ofrenda a dicha cabeza cortada, si bien de momento no hay más datos para poder interpretar el origen real del depósito. Otro hallazgo es un varón joven, con una altura de 1,65 m, cuya cabeza se encontró separada del tronco, a una distancia de 11 m., que presenta rastros de decapitación. Este hecho está indicando, igualmente, un ritual que tiene como protagonista el cráneo, en este caso quizá como la separación de la parte del cuerpo donde residen valores que trascienden lo material.
Finalmente, se localizó una piedra de forma irregular, que estaría sobre el pavimento de la acera de una de las plazas, delante de un gran edificio de carácter singular, en el centro del poblado. Es una piedra arenisca labrada, que tiene sobre una de las caras una figura humana con cinturón y correaje, a la que acompañan representaciones de armas y herramientas. Lo que la hace especialmente interesante es que esta figura no tiene cabeza, con lo que de alguna manera se acercaría a los conceptos de las “cabezas cortadas”.
Tras descubrir los secretos milenarios de La Hoya, seguimos con el paseo. Salimos del parking del yacimiento y giramos hacia nuestra izquierda para seguir por la carretera unos 200 metros y virar a nuestra derecha, por la vía que se dirige a la localidad de Bilar. Caminamos por campos de cultivo, hasta la A-3228, que cruzamos para seguir en dirección S. A los pocos metros, alcanzamos la laguna llamada “Prao de La Paul”. Junto a una zona de pic-nic, giramos a la izquierda para bordear este interesante humedal, que nos regala la posibilidad de conocer un ecosistema muy interesante. El paseo continua sin perdida, bordeando el humedal, mientras nos podemos informar con varios paneles colocados para este fin. Llegamos hasta una atalaya, desde donde obtenemos una vista muy bonita de la laguna, punto en el que la abandonamos y giramos a la izquierda. Seguimos la pista, en dirección al pueblo, para acceder al mismo por la zona S., tras cruzar la N-232a. Ascendemos a la localidad para dar con el recinto que guarda el otro lugar que hoy visitaremos: el estanque de la Barbacana.
Estanque ancestral
Este depósito artificial ubicado en el interior de la muralla medieval, en la parte sur, se descubrió en 1998 durante una intervención arqueológica. Su historia se remonta a los tiempos en que los pobladores de La hoya decidieron cambiar la ubicación de su poblado y se trasladaron a lo alto del cerro para así obtener una mayor capacidad defensiva. Se construye entonces un estanque aprovechando el manantial que fluye en la parte alta de la colina, para lo que se valen de una capa de rocas del subsuelo sobre la que levantan muros de mampostería. El resultado es un estanque con capacidad para almacenar 300.000 litros de agua en sus 218 m2 de superficie.
Pero en el estanque de La Barbacana no sólo se guardan muchos litros de agua; entre sus muros de piedra se celebraban ritos ancestrales vinculados con las matres celtas, deidades femeninas procedentes del NW europeo. Su culto está muy extendido por el mundo céltico; directamente relacionado con los ritos a la madre tierra, a buen seguro su origen es mucho anterior, conectándonos directamente con épocas primitivas. Junto a La barbacana se ha localizado una pequeña ara votiva que nos confirma la vinculación del lugar con las diosas celtas y los ritos a ellas dirigidos. Se trata de la conocida como “Matribus Useis”, que guarda una misteriosa inscripción en una de sus caras, que dice así: “MATRIBUS FESTIS POM(eia) [PR]IMITIVA”.
Solo nos resta disfrutar de la magia y belleza de Laguardia, saboreando esas huellas ancestrales.