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La receta del ‘chef’ González para saborear la Concha

El remero vive su primer año en Hondarribia, con quien podrá quitarse la espina del año pasado

La receta del ‘chef’ González para saborear la ConchaJuan Lazkano

Hondarribia - Adrián González (Castro, 1990) es un remero con un palmarés envidiable: campeón de La Concha (2012) y tres veces consecutivas ganador de la Liga ACT (2011, 2012 y 2013) con la gloriosa Bizkaitarra de Kaiku de inicios de década. Además, el cántabro formó parte de La Marinera que conquistó el título liguero de 2009 y se quedó el año pasado a nueve décimas de lograr la primera Concha de Zierbena. Pero Adrián también es cocinero. Y podría decirse que viajero: se levanta a las 5.30 horas de la mañana en Castro, conduce hasta Leioa, donde trabaja de 6.30 horas a 15.30 horas. “Después cojo el coche y para Hondarribia”, explica el castreño a este periódico. Entrena con la Ama Guadalupekoa y, después de la ducha, vuelta para Cantabria. “Como ya se me hace de noche, suelo parar por el camino en alguna gasolinera y ceno de tupper algo que me haya hecho en el restaurante”, apunta. 400 kilómetros entre ida y vuelta. ¿Y ya le merece la pena semejante tute? “Mucho, estoy muy contento aquí”.

González no es el único remero, claro, que realiza grandes esfuerzos para compaginar trabajo y trainera, pero sí es un buen ejemplo de lo que significa ser un remero de elite. Aunque copen portadas de periódico y varias horas de televisión cada fin de semana de verano, la mayoría de ellos firman con este deporte un compromiso que se alarga las 24 horas del día sin recibir una compensación acorde a su trabajo. “En mi caso, imagínate? Llego sobre las once de la noche a casa y al día siguiente a las 5.30 horas en pie”, explica el único fichaje foráneo de Hondarribia esta temporada.

En el restaurante en el que trabaja, el 4Monos de Leioa, González cocina platos comunes y tradicionales, propios de un menú del día. Unas patatas a la riojana, una lasaña casera, o ya entrando en materia gruesa, una dorada o una chuleta son algunos de los platos que se ofrecen en el establecimiento. “Cuando entré no sabía casi ni hacer bien un huevo frito”, bromea el cántabro, que ha contado con una ayuda “impagable” por parte de los dueños, “una familia que me ha puesto todas las facilidades posibles para que pueda remar aquí: sin ellos, no podría haber aceptado venir a Hondarribia”. La importancia de los factores externos en el remo, una vez más.

Aunque ha aprendido mucho de la cocina, González aún no sabe la receta para ganar esta Concha. Tampoco sus ingredientes secretos. Cree que “en una regata así, todo influye”. En su caso, el de Hondarribia, “prefieres llegar primero al segundo domingo, pero la ventaja no es nada, no miramos a ello estos días”. Él lo sabe bien. De primera mano. El pasado año, en las tostas de Zierbena, con la que lo remó todo y donde boga su hermano Marcos, salió al agua en la regata decisiva con 86 centésimas de margen y se volvió a tierra, con 90 centésimas de desventaja y sin bandera. “Fue una regata preciosa de ver y también de remar dentro de la trainera. Fue un mano a mano que tenía que caer de algún lado y cayó del de Hondarribia”, se resigna aún hoy.

A pesar de ello, el cántabro asegura que esta semana no le sobrevuelan aquellos fantasmas. “Estos días estoy disfrutando un montón”, asegura. “Estamos en la pelea por una Concha y algo así hay que aprovecharlo, porque es muy difícil pasar por esto”, apunta un positivista González.

“el equipo está tranquilo” Una de las flexibilidades que le ha dado Hondarribia para poder remar en el bote verde es no tener que desplazarse casi ningún lunes ni martes, días en los que entrena en casa. El miércoles, por tanto, tuvo González la primera toma de contacto con el equipo tras la victoria en la primera jornada, y asegura que ve a la cuadrilla “tranquila”. Los vigentes campeones de la Concha “ya saben cómo funciona esto y se conocen todos muy bien, así que no están nerviosos”, apunta.

González prevé una regata “muy psicológica” el domingo. Y, aunque no tiene la receta de la victoria, cree que una de las claves estará en “estar preparados, no solo para los momentos buenos, sino, sobre todo, para los malos, que seguramente los habrá”. “Será una tanda de honor muy dura”, apostilla. Curiosamente -o no-, en esa serie de los mejores habrá varios castreños. Paisanos a los que conoce bien Adrián, como Fernando Ruiz, remero de su quinta, con el que ascendió en 2009 a La Marinera. Ganaron entonces la liga con récord de banderas, aunque les costó un año más hacerse un hueco fijo en sus tostas. En clave guipuzcoana, el aguilucho Alexander Esteban también salió de Castro, cuna de grandes hombres de traineras.

Una madre, un amigo y un cambio Tres factores animaron a González a viajar a la cuenca del Bidasoa. “Lo primero, es que quería probar algo diferente, venir a un club ganador pero con una filosofía distinta a la que estaba acostumbrado”, comenta. Pero no solo ello decantó la balanza hacia el lado verde, ya que había otros clubes de similar tinte que también habían llamado a la puerta del castreño.

Las otras dos personas que aportaron su granito de arena fueron un hombre y una mujer. La más importante, lógicamente, es su madre: “En mi casa se ha vivido mucho el remo de siempre, y mira, mis padres siempre me habían hablado bien de Hondarribia y a ella le hacía especial ilusión que remara aquí”. El otro empujón lo dio un deportista de gran pedigrí. “Conocí a Xabi Etxebeste en Castro cuando acababa de subir al primer bote (en 2009) y con el tiempo hicimos una gran amistad”. Con el donostiarra (aunque nacido en Zarautz) coincidió también en Kaiku y ha sido “clave” en la llegada de González al Bidasoa. “Me apetecía mucho volver a remar con él”. Pues sus deseos se han cumplido y, de hecho, comparten la quinta tosta. El cántabro, bogando por estribor.

Tras una hora de café, González marcha al club a recibir mimos del masajista. La regata “más especial del año” está ya a la vista, en el horizonte. El 8 de septiembre, a las 12.30 horas. Casualidades de la vida, el mismo día y hora a la que los hondarribiarras estarán en Guadalupe, dando gracias a la Virgen por la victoria ante los franceses en el sitio de 1638. Esta vez, la gran batalla será contra traineras del mismo país. Aunque el triunfo, de lograse, será igualmente muy celebrado. “Por si acaso, ya me he pedido libre el día 9 en el trabajo”, se despide el chef.