bermeo. El ocaso de la Liga San Miguel ha llegado como se intuía desde antes incluso de que comenzase. La competición se hundió en el fango de Burdeos el día de su bautizo y las salpicaduras, esta vez de algo más pestilente que el barro, también están desluciendo el último fin de semana de regatas de la temporada. El remo está enfermo y no hay médico capaz de reanimar al paciente. Ya da igual de dónde salió el virus que todo lo ha podrido. La enemistad entre dos entrenadores, entre dos nombres propios, ya no debe preocupar a nadie. Esa guerra, de tanto alimentarla, ha mudado y ha envuelto a los dos clubes más importantes del momento, a los dos vizcainos de la ACT. Ahora su pulso en el agua y en los despachos ha llegado al único espacio del remo que quedaba impoluto. A las orillas, a los muelles, a las rampas de los puertos... al lugar que ocupan los aficionados. Lo acontecido ayer demuestra que finalmente se ha conseguido filtrar en el mundo del remo lo peor del fútbol: la insensatez del hooligan. Era cuestión de tiempo: quien siembra vientos, recoge tempestades. Y ahora, al final de la temporada, ha llegado el momento de recoger la cosecha.

Hacía muchas semanas que la fecha de ayer estaba marcada en rojo en el calendario. Con todo lo que se había dicho y escrito sobre la Operación Estrobo, con todo lo que había acontecido, se temía que en Bermeo se esperase con ganas la llegada de Kaiku a la localidad costera. La tensión ayer era evidente. Furgonetas de la Ertzaintza custodiaban el acceso al puerto para evitar incidentes antes de la prueba. El espigón del puerto, repleto de aficionados, explotó con pitos y silbidos cuando la Bizkaitarra y la lancha de José Luis Korta saltaron al agua.

Pero todo eso era lo menos que podía ocurrir. Que en Bermeo a Korta le pitasen los oídos y que tuviese que escuchar de todo menos piropos, por muy injustificable y denunciable que sea, no le puede sorprender a nadie. Lo verdaderamente lamentable fue lo que sucedió al terminar la regata.

puñetazos y escolta En la rampa del puerto bermeotarra una marea azul esperaba para vitorear a la Bou Bizkaia cuando tomase tierra. Los remeros de casa salieron entre abrazos y aplausos, pero una vez que pasó su momento de gloria, la masa de aficionados allí presente aguardó al desembarco de los remeros y el entrenador de Kaiku.

Los remeros sacaron el bote entre silbidos de los bermeotarras y cánticos de los aficionados sestaoarras, pero la temperatura subió de golpe cuando José Luis Korta pisó tierra. El de Ortzaika se abrió camino perfectamente rodeado por varias personas que le protegían de la muchedumbre. Los insultos y empujones se multiplicaron. Hasta que saltó la chispa y prendió la hoguera a la que durante tantos meses se había regado con gasolina.

Un aficionado de Urdaibai se acercó hasta la misma cara de Korta gritándole insultos y el de Ortzaika soltó un manotazo para apartarlo. A partir de ahí los acontecimientos se dispararon. A la espalda del entrenador de Kaiku comenzaron los problemas entre aficionados de los dos equipos: empujones, agarrones, golpes con banderas, los paraguazos, las tanganas, los puñetazos en el suelo... Durante cinco minutos el puerto bermeotarra se convirtió en un caos en el que ertzainas de paisano intentaban poner paz.

Una vez que todo el equipo de Kaiku llegó a su remolque, los antidisturbios cercaron la trainera. Entorno a ella centenares de aficionados de Urdaibai abucheaban y gritaban desde el paseo del puerto. Tras varios minutos de tensión, el convoy sestaoarra fue escoltado por los ertzainas hasta salir de Bermeo.

Entre todo ese espectáculo lamentable hay que guardar en el recuerdo una imagen. El primer integrante de Kaiku que llegó a su destino fue Asier Zurinaga. Salió del agua con un remo al hombro y enfundado con el maillot de campeón de Liga. A cada paso fue abrazándose con todos los aficionados de Urdaibai que salían a su paso. El patrón, que no hace muchos años guiaba la Bou Bizkaia, es más de Kaiku que nadie y también espera que se depuren responsabilidades si la Operación Estrobo desenmascara algo fraudulento, pero ha sabido comportarse con cordura y respeto todos estos meses. Ha sembrado sensatez y ayer recogió respeto por parte de los aficionados bermeotarras.