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"¿Este qué me va a remar?"

Gorka Aranberri se convirtió en patrón a los 12 años pesando tan solo 36 kilos

"Este qué me va remar?". La pregunta la lanzó el primer entrenador de Gorka Aranberri en Zarautz cuando lo vio llegar. Menudo, con solo 12 años, quería ingresar en las filas de los infantiles. Sus 36 kilos de peso no prometían nada bueno en las bancadas, pero Gorka se destapó mostrándose muy ágil. Su rol quedó pactado entre el entrenador y el chaval el primer día: iba a ser el patrón.

Desde entonces este zarauztarra ha aprendido a leer la superficie del agua. El domingo supo guiar con atino la Bou Bizkaia en la bahía donostiarra, pero para llegar a eso reconoce que ha dejado pasar muchísimas olas: "Al principio, cuando sales a la mar, la ola te las juega todas. No sabes cómo agarrarla y eso se aprende con el tiempo. Tienes que anticiparte a la ola. Con tantas que coges y tantas que dejas pasar, al final aprendes".

Criado en una familia aficionada al remo, Gorka Aranberri estaba acostumbrado a acudir de espectador a las banderas de La Concha y Zarautz, pero no se alistó en una trainera empujado por la influencia de ningún miembro de su árbol genealógico. Un buen día en la ikastola llegaron a sus manos los papeles con actividades deportivas y se decidió a probar con los amigos en el club zarauztarra. A partir de ahí, ha sido un viaje con el que ha llegado a la élite del remo. Los remeros coleccionan duros inviernos de entrenamiento y veranos sin fines de semana libres, pero Gorka no cree que haya perdido cosas por el camino: "No he perdido cosas por el remo. No ha sido un sacrificio. Al contrario. Como dicen muchos, el remo es como una religión. Estás con los amigos y aprendes muchas cosas nuevas".

gloria y decepción en la 'enbata' Enfocando la vista en el retrovisor, y a la espera de que este domingo certifique Urdaibai su éxito en La Concha, Gorka encuentra su mejor y su peor experiencia como patrón a bordo de la Enbata zarauztarra: "En 2008 ganamos la regata de Zumaia. Fue increíble. Contra los equipos punteros que había, que ganase un equipo humilde como Zarautz, haciendo récord... Fue increíble. Y el peor día fue la clasificatoria de La Concha del mismo año. Estábamos ilusionados, habíamos hecho una buena temporada, íbamos quintos en la Liga y nos quedamos fuera en la octava posición, por tres segundos. Fue sin duda el peor día. Además, al día siguiente salió en el periódico que fue culpa del patrón...".

En mayo llegó cedido a Urdaibai y ahora vive bajo la dictadura de una agenda comprimida. "Ando asfixiado", explica el joven patrón, "salgo de casa a las siete de la mañana. Trabajo en Irun, en una obra como electricista. Soy ingeniero, pero ahora estoy en una obra. Salgo a las cinco, vengo a Zarautz y a las cinco y media arrancamos para Bermeo. Salimos de entrenar a las nueve o nueve y media y llego a casa sobre las once. Todo eso desgasta mucho".

Tanto que no quiere pronunciarse sobre su futuro. Urdaibai le ofrece llenar de oro su palmarés, pero el agotamiento de jornadas tan largas y la posibilidad de remar en su casa le hacen dudar. Por ahora quiere ganar La Concha. ¡Y que le quiten lo bailado!