La Real Sociedad hizo cosas bien para ganar al Athletic, faltaría más. Pero Sergio Francisco subrayó luego en rueda de prensa “el alma” mostrada por el equipo, antes que cualquier otra circunstancia futbolística. Sempre resulta significativo que un entrenador cite en su análisis factores más emocionales que deportivos, apuntando en este caso a que no podemos venirnos arriba por mucho que el derbi se quedara en casa. Me gusta la templanza del míster y lo equilibrado de su discurso, tanto en las malas como en las buenas. Es un hombre de fútbol y conoce perfectamente la vigencia de una frase célebre en el mundillo: “Ni antes éramos tan malos, ni ahora somos tan buenos”. Con expresión más escatológica, el difunto Manolo Preciado adaptó hace años la sentencia al momento de su Sporting: “Ni antes éramos la última mierda que cagó Pilatos, ni ahora somos el Bayer Leverkusen”.
Discursos
Si aplaudo la serenidad de Sergio es porque sus palabras nunca han dejado de resultar coherentes con lo sucedido sobre el terreno de juego. Hace apenas un mes, cuando parecía que había que quemarlo todo y que nada servía, él defendía que la Real estaba más cerca del resultado de lo que podía parecer. Ahora, mientras, no saca pecho y apela a seguir progresando, consciente de la jungla que significa la Primera División. En la víspera del duelo vasco, Ernesto Valverde había aportado atinada luz a este respecto, cuando fue preguntado por la situación txuri-urdin. “Ellos no han empezado bien en cuanto a puntos, pero les veo bien en cuanto a juego. En la Liga hay un grupo amplio de equipos entre los que la igualdad es muy grande, y ahí cualquier detalle te puede hacer ganar o perder”. En la misma comparecencia, por cierto, el preparador rival lanzó también una interesantísima reflexión sobre las críticas externas hacia la preparación física de su plantilla, cuestionando la capacidad de los entornos para censurar ciertas cosas. E igualmente, añado yo, para pedir que rueden cabezas tras la jornada ocho, estando como estamos en el comienzo no ya de una nueva temporada, sino de un nuevo ciclo.
Tiempo
El lector habitual de este espacio sabe de sobra, a estas alturas de la película, que un servidor es crítico con la plantilla que confeccionó la Real en el último verano. Me resulta excesiva en cuanto a número de futbolistas, concentra el superávit de jugadores en una zona muy concreta (el centro del campo), y carece a mi entender de determinados perfiles. Pero en defensa de Erik Bretos he de apuntar dos cosas: que quienes trabajan dentro saben mucho más que los que hablamos fuera (ya lo dijo Valverde), y que él acertó de lleno con la gestión de la patata más caliente que ha manejado hasta la fecha. Al parecer, defendió la continuidad de Sergio tras la derrota ante el Rayo, manteniendo una postura no sé hasta qué punto clave para que imperara la cordura en el club. Al fin y al cabo, se hace complicado pedir serenidad al personal cuando el único tiempo que este vislumbra es el de los trece días transcurridos entre el lunes 6 de octubre y la visita al Celta en Balaídos. A la hora de hablar de proyectos futbolísticos, subrayémoslo, la paciencia se cuantifica en meses o incluso en temporadas, y no en horas o en jornadas.
Mejoría
Parece que la nave ya va enderezándose. Y yo que me alegro, por mí mismo, que soy de la Real, y sobre todo por el entrenador, quien no se merecía todo lo que, seguro, tuvo que pasar hasta hace un par de semanas. Su equipo corrige errores sobre la marcha, principalmente la gestión de la transición defensiva. Ha recuperado esa chispa en ataque que ya tuvo en agosto y que llegó a perder cuando cayó a un pequeño agujero negro. Y al mismo tiempo continúa siendo un flan en la contención del balón parado, claro punto a mejorar. Hablamos de una escuadra txuri-urdin aún en proceso de construcción, con rendimientos individuales inestables en lo positivo y en lo negativo, y también con futbolistas en tránsito todavía hacia la madurez o hacia la adaptación total. Se supone que la tendencia general será al alza... pero vendrán tropiezos durante el trayecto. Y resultarán lógicos. Porque los éxitos deben cocerse a fuego lento.