[Tribuna txuri-urdin] "Agitando el árbol"
Se entendían y asumían los déficits que la Real acusaba antes del viernes, no tanto los aflorados en Sevilla
Ya hemos subrayado aquí durante las últimas semanas cuáles son las características de la plantilla heredada por Sergio Francisco, un elenco joven que lleva años perdiendo a referentes importantes y cuyas piezas actuales necesitan tiempo para ensamblarse e ir adquiriendo competitivad sobre la marcha. Hoy toca analizar, mientras, el pasado táctico que le ha tocado gestionar al entrenador irundarra, quien en julio asumió las riendas de un equipo más bien cerrado, poco proclive a que sucedieran muchas cosas durante sus partidos. La primera Real Sociedad de Imanol, eléctrica a más no poder, se entregó a los brazos de Odegaard, Isak, Portu y compañía para dibujar encuentros vibrantes, sumamente vistosos. El cambio del noruego por Silva, sin embargo, significó luego un punto de inflexión hacia ritmos más lentos y marcadores más cortos, una circunstancia que, sumada a la progresiva pérdida de calidad en el plantel, desembocó en lo que desembocó. Durante sus dos últimos cursos en el cargo, principalmente el último, el oriotarra dirigió a una escuadra poco productiva en ataque, con dificultades para generar pero que compensaba semejante carencia mediante una fiabilidad defensiva únicamente perdida en el pasado mes de mayo, cuando el anterior proyecto ya agonizaba.
Diagnóstico acertado
Por todo lo expuesto, se antoja lógico y acertado que el nuevo míster haya tratado desde un principio de sacudir el árbol txuri-urdin, con el objetivo de recoger mayores frutos ofensivos. El técnico ha trabajado movimientos y alternativas que aportan dinamismo en ataque para hacer más daño a los rivales. Ha puesto a disposición de sus futbolistas herramientas novedosas que vienen generando un creciente volumen de ocasiones y acercamientos peligrosos. Pero el fútbol es un juego complejo en el que casi todo está interconectado, y agitar el mencionado árbol para conseguir más naranjas o manzanas (se están consiguiendo) ha implicado también perder demasiadas hojas durante el proceso. A la Real no sólo le faltan perfiles agresivos para presionar tras pérdida. Acusa igualmente el modo en que esa refrescante verticalidad con el esférico acorta sus posesiones, y cómo las recuperaciones de los adversarios le están pillando más desprovista en la medular. Sí, es cierto que ahora los laterales, conservadores, esperan recogidos las posibles transiciones del contrincante, pero lo hacen lejos de esa pérdida y a menudo condenados al fusilamiento, con metros y metros a su espalda.
La Cartuja
Así andábamos todos hasta el viernes, pensando en cómo los golpes de Sergio al árbol de marras podían hacer caer la misma fruta y menos hojas, dentro de una búsqueda muy coherente con el contexto. Precisamente por esto, porque los déficits del equipo parecían comprensibles, un servidor mantenía la calma. Pero ciertas dosis de inquietud se apoderaron de mí el viernes al ver que fue una suave brisa la que nos desnudó, y no las sacudidas del entrenador desde la pizarra. Al fin y al cabo, la Real no perdió en Sevilla porque le penalizara atrás el modo en que se expuso al mirar hacia arriba. La Real cayó en La Cartuja porque recibió dos goles procedentes de la más absoluta nada, y porque defendió ambas acciones, sobre todo la primera, haciendo gala de una tibieza impropia de la élite. Formaban parte del juego los errores que tan caros venían pagándose hasta entonces. Los del otro día ya no. Resultaron difícilmente aceptables.
¿Y un doble pivote?
Poco puede hacer Sergio para evitar concesiones de este último tipo, más allá de reclamar a viva voz cinco puntos más de intensidad. Pero sí está en su mano evitar que el equipo se descosa como durante la media hora final ante el Betis, aceptando también como aceptamos que el desmoronamiento tuvo mucho de psicológico. Nada le sirvió ya para frenar la sangría a una Real en la que a corto plazo no descarto un doble pivote, posible solución, sin importar quiénes sean sus integrantes, de cara a paliar carencias evidentes. Ya explicó en su día Míchel (Girona) cómo esquivó los negativos efectos de la marcha de Oriol Romeu. El Barça le había birlado aquel verano a su director de orquesta, Oriol Romeu, y el técnico dijo haber asumido al instante que no podía hallar un sustituto de semejante nivel, algo aplicable ahora aquí tras la marcha de Zubimendi. “En vez de jugar con un solo pivote hemos pasado a hacerlo con dos. Buscamos la fórmula para que entre Aleix (García), Yangel o Iván Martín completen el trabajo del que antes se encargaba Oriol”, inidicó el de Vallecas. Y no les fue mal a los catalanes. Es posible que Sergio contemple la misma fórmula. Gorrotxategi, por cierto, casaría como hipotético miembro de ese doble 6.