Seguro que Erik Bretos, futbolero él, sacó un ratito durante la tarde del domingo 12 de junio de 2011 para, entre libros y apuntes, encender la televisión y conectarse al Eibar-Alcoyano. El actual director de fútbol de la Real preparaba entonces sus últimos exámenes, antes de concluir los estudios de Periodismo. Y el cuadro armero, mientras, tenía que remontar en Ipurua un 1-0 adverso de la ida, en las semifinales del play-off de ascenso a Segunda División. A Erik le fue bien: aprobó lo que tenía que aprobar. Pero el Eibar no pudo pasar del empate (1-1), tras adelantarse en el marcador y ver cómo un tal Munuera Montero le dejaba con uno menos estando igualada la eliminatoria.

Los jugadores del Eibar se disponen a sacar desde el centro del campo tras el gol del Alcoyano (1-1), en junio de 2011, ante un joven Munuera Montero (árbitro). Gorka Estrada

Aquellas dos historias paralelas, el final de la carrera académica de Bretos y el no ascenso armero, confluirían apenas una semana después en la sala de prensa de Ipurua, donde se escenificó el arranque de un nuevo ciclo en clave azulgrana. Tras dos años en el pozo de la Segunda B y con un tercer curso consecutivo en el horizonte, el Eibar recurría a su anterior coordinador de fútbol base para ejercer de director deportivo: Fran Garagarza. Y este apostaba a su vez por renovar una secretaría técnica en la que debutaba un chaval recién salido de la universidad: el propio Erik Bretos. Ambos iniciaron así, de forma conjunta y en un contexto ciertamente modesto, sus respectivas trayectorias en los despachos del fútbol. Este domingo en Anoeta, catorce años después, se medirán por primera vez como máximos responsables deportivos de dos clubes de élite: Real Sociedad y Espanyol.

Sus pasados

Regresemos a aquel junio de 2011 en el que a Garagarza se le presentó su primera gran oportunidad. El mutrikuarra, con una rica trayectoria en los banquillos regionales de la zona (Kilimon, Mutriku, Eibar Urko, Elgoibar y Aurrera de Ondarroa) había ingresado en el club azulgrana cuatro años antes para ejercer de segundo entrenador de Manix Mandiola, y se convertía en el mandamás deportivo de la entidad. Para afrontar el reto, se rodeaba entre otros de un joven recién licenciado que, pese a su inexperiencia en el mundillo, había acreditado sobradas aptitudes para dedicarse a la gestión futbolística y no al periodismo: Bretos ya mostró inquietudes ajenas a las del gremio durante sus prácticas en la cabecera guipuzcoana de Mundo Deportivo (en verano de 2009), y también había dado rienda suelta a su sabiduría táctica escribiendo en su blog, El Diván del Fútbol. Así, el nuevo director deportivo del Eibar sabía perfectamente por quién estaba apostando...

Garagarza y Bretos compartirían dos temporadas en el organigrama del club. La primera de ellas se saldó con una buena tercera plaza en la liga regular, dentro del grupo 2 de la Segunda B, pero en el posterior play-off el Lugo de Quique Setién acabó a las primeras de cambio con el sueño armero del ascenso. Y mejor se darían luego la cosas en la segunda y última campaña, la 2012-13, que significó el regreso del Eibar a la categoría de plata. No lo tuvo fácil entonces el conjunto de Gaizka Garitano, obligado a superar tres eliminatorias para subir. Pero cayeron por el camino Alcoyano, Oviedo y L’ Hospitalet, dándose así pie a unos festejos que el propio Bretos vivió con la alegría del deber cumplido y también con cierta pena por su adiós: la Real de Jokin Aperribay y Loren le reclamaba, y él no podía dejar de aceptar semejante oferta, semejante oportunidad.

Sus trayectorias

La historia de Garagarza y Bretos resulta mucho más conocida a partir de entonces, con ambos desarrollando ya sus respectivas tareas bajo focos más mediáticos. El director deportivo del Eibar sumó al mencionado ascenso a Segunda otro consecutivo un año después, a Primera División en 2014. Pese al susto inicial, con salvación obtenida gracias a las irregularidades económicas del Elche, el equipo azulgrana se mantuvo en la máxima categoría por espacio de siete históricas temporadas seguidas, siempre con el propio Garagarza a los mandos. Y en la Real, mientras, Erik fue completando méritos progresivos para que su posición en el club resultara cada vez más importante. Llamó mucho la atención su presencia en el cuerpo técnico de David Moyes, también a modo de traductor, cuando el escocés aterrizó en Anoeta. Pero el joven donostiarra siempre estuvo bien considerado en el organigrama, al margen de funciones puntuales que le tocaron desempeñar. Terminó convirtiéndose en la mano derecha de toda una eminencia en el planeta fútbol como Roberto Olabe.

IPURUA, VIVERO GUIPUZCOANO DE GESTORES DEPORTIVOS

Resulta llamativa la cantidad de buenos e importantes gestores deportivos que han surgido de la cantera del Eibar, club convertido durante los últimos años en vivero casi permanente de técnicos que han alcanzado la élite en los despachos de otras entidades. El Real-Espanyol, con Erik Bretos y Fran Garagarza al frente de ambas entidades en materia futbolística, supone el mejor ejemplo al respecto. Pero el panorama general en el entorno ayuda a corroborar un fenómeno del que la institución azulgrana puede sentirse muy orgullosa.

Cuando hablamos del entorno, lo hacemos principalmente del fútbol vasco, cuyos tres representantes en Primera División están dirigidos por técnicos con pasado en Ipurua. Analizado queda el caso del propio Bretos en la Real Sociedad. Mikel González, actual director de fútbol del Athletic, fue el responsable del fútbol base del Eibar hasta 2017, cuando recaló ya en el organigrama del Deportivo Alavés. Y las decisiones deportivas del mismo club babazorro recaen en la actualidad en Sergio Fernández, fichado por la entidad vitoriana procedente de la red de ojeadores armera. Existen otros casos adicionales, llevándose la palma el de un Mikel Martija que ha estado muy cerca de devolver al Racing de Santander a Primera División. 

Bretos ha accedido este mismo verano a la dirección de fútbol txuri-urdin tras la salida del gasteiztarra. Y mañana vivirá en Anoeta un partido especial al medirse la Real al Espanyol de Fran Garagarza, director deportivo perico desde hace dos años. Dejó el Eibar en 2021. Tras una campaña sabática recaló en el organigrama del Wolverhampton de la mano de Julen Lopetegi. Y aceptó luego el reto de devolver al conjunto barcelonés a la máxima categoría, tras su último descenso. Conseguido el reto de subir a las primeras de cambio y lograda también una sufrida salvación este pasado mayo, la obra del mutrikuarra en Cornellà-El Prat puede considerarse un pequeño gran milagro, vistos los recursos económicos de los que ha dispuesto para formar plantillas.

Sus presentes

Seguro que Bretos y Garagarza comparten este domingo impresiones sobre cómo marchan sus respectivos veranos. Y quizás saquen también a colación el nombre de Urko. Lo cierto es que el Espanyol hizo pronto los deberes y a estas alturas ha incorporado a nueve jugadores, asegurándose también la continuidad de Roberto Fernández (traspasado ya) y de Carlos Romero (cesión renovada). La Real, mientras, demoró algo más los fichajes en su primer verano con el nuevo director de fútbol: Caleta-Car y Guedes llegaron a principios de agosto, y queda ahora pendiente cerrar la Operación salida, más allá de estar atentos a las oportunidades que se puedan presentar para reforzar el centro del campo.

Las fichas de Erik Bretos y Fran Garagarza.

Sea como sea, con sus respectivos trabajos más o menos encarrillados, tiene un punto poético y simbólico que ahora donostiarra y mutrikuarra presidan en lo deportivo un mismo partido de Primera División, habiendo arrancado juntos dentro de un panorama mucho más ajeno a la élite. Los caminos inescrutables del fútbol siempre deparan historias como las de Bretos y Garagarza, cuentos que en duelos como el de este domingo hallan sólo un punto y aparte. Al fin y al cabo, la senda profesional de ambos tiene todavía mucho por deparar, más aún la de un Erik que se estrena a los mandos con sólo 36 años y que debe parte de su estatus actual a la confianza depositada en él hace casi tres lustros por su ahora adversario.