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[Tribuna txuri-urdin] "Corremos demasiado", por Marco Rodrigo

La Real cambió sus cosas en Mestalla, pero se sacan excesivas conclusiones de un solo partido, el primero además

[Tribuna txuri-urdin] "Corremos demasiado", por Marco RodrigoManuel Bruque

Desde el 21 de diciembre de 2018 hasta el 24 de mayo de 2025 transcurrieron casi seis años y medio durante los que la Real Sociedad sólo conoció un entrenador: Imanol Alguacil. Se trató y se trata de un período extenso que a muchos se les hizo largo y tras el que lo que más parece vender ahora es establecer contrastes, enfrentando lo que proponía el oriotarra y lo que hace Sergio Francisco en la actualidad. Lo cierto, sin embargo, es que la muestra para extraer lecturas concluyentes resulta excesivamente pequeña todavía, sólo una pretemporada y un partido oficial con el que se ha corrido demasiado a la hora de dictar sentencias. Porque sí, el equipo cambió sus cositas el sábado en Mestalla. Pero cabe atender también a la naturaleza de esas variantes y a los motivos que pudieron llevar al técnico a ponerlas en práctica. El contexto que preparó y que se encontró en Valencia no tiene por qué parecerse a los que esperan en el futuro.

La presión

Ni siquiera dotaremos de carácter absoluto a la metamorfosis más evidente de las experimentadas hasta la fecha, la relativa a la presión. La Real de Sergio Francisco mantiene la idea de apretar en posiciones altas y de ir a buscar arriba a los rivales. Lo viene haciendo, eso sí, desde estructuras un punto más conservadoras que las de antaño, y en las que el papel de los extremos ha vivido el giro más radical. Los Barrene, Kubo y compañía, dedicados en cursos anteriores a saltar a un central de forma agresiva o a recorrer kilómetros y kilómetros basculando de la banda a la zona ancha y viceversa, están focalizándose ahora en impedir los pases dentro y permitir los envíos exteriores, punto de partida para que el resto del equipo, tan adelantado como siempre, aguarde los avances del adversario dotado de una mayor red de seguridad. Sólo queda ver si semejante comportamiento se prolonga en el tiempo o si se ve sometido también a todos los vaivenes propios de una campaña completa. 

En ataque

Si pueden existir dudas sobre la continuidad en el tiempo de esta forma concreta de defender, pocas incertidumbres deben caber en lo que se refiere al modo en que atacar. Como entrenador moderno que es, Sergio Francisco no va a ejercer de talibán de ninguna idea puntual. Tiene su librillo, por supuesto, pero el fútbol de hoy en día exige variedad de registros y de planes con balón, requisito con el que cumplía el anterior técnico y con el que también cumple ahora el actual. Se ha destacado durante las últimas horas cómo la Real acudió a Mestalla con la intención de no filtrar tantos balones por dentro, de avanzar por fuera y de correr por los carriles del 8 y del 10, entre lateral y central, con sus interiores o con sus extremos en función de la disposición elegida para la jugada en cuestión. Los ofrecimientos profundos de Marín, las recepciones en el pasillo de Kubo o las acciones de Brais pegado a la cal sirvieron para generar lo suyo, sí, igual que este pasado abril el equipo txuri-urdin ganó en el campo de Las Palmasdesde un planteamiento muy similar. Después de aquel partido, por cierto, vino el Mallorca a Anoeta y se llevó los tres puntos mediante una idea de juego muy distinta a la de los canarios, dentro de un cambio de panorama táctico que viviremos también esta semana con la visita del Espanyol.

Aritz y Remiro observan el intento de disparo del valencianista Copete, cuyo envío se marchó por encima del larguero.

Los relevos

Lo que no ha cambiado ni cambiará nunca con los entrenadores es el resultadismo a la hora de analizar sus movimientos. A Sergio Francisco ya le ha sucedido, concretamente con sus cambios del sábado, que tuvieron todo el sentido del mundo. Los ingresos de Aritz (Caleta-Car pidió el cambio), Sergio y Urko (Aihen y Turrientes estaban amonestados) resultaron casi obligados. Y a partir de ahí prevaleció en el míster la idea de terminar el partido con sus dos bazas más profundas sobre el césped, Óskarsson y Guedes, una circunstancia que dejó inédito a Sucic. El islandés la tuvo a pase del Oyarzabal interior. Y el portugués firmó igualmente una cabalgada prometedora. Lo que en caso de terminar en gol se habría considerado jugada maestra se ha quedado en extraño experimento porque no medió acierto. Ni lo uno ni lo otro...