Take Kubo esperó a la Real Sociedad en Japón y recibió a sus compañeros en la puerta del hotel, a pie de autocar. Aunque lo sabía de antemano, se dio cuenta ahí de que conocía a todos y cada uno de los futbolistas que bajaron del vehículo. Así que apenas 48 horas después ya estaba pidiendo caras nuevas ante los periodistas, con su habitual desparpajo. Recordó que, cuando él llegó al club hace tres años, se encontró en el vestuario con una constelación de estrellas. “Zubimendi, Merino, Silva...”, enumeró. Y haciéndolo olvidó en cierto modo que la referencia ofensiva del “nuevo libro”, más que del mercado, debía proceder de su propia persona.

Lo de este miércoles sólo era un amistoso, pero el japonés vino a echarse el equipo a la espalda, marcando la diferencia como se le demanda y como, por cierto, no hizo muy asiduamente durante la pasada campaña. Marcó un golazo para abrir el marcador. Sirvió el segundo en bandeja a Karrikaburu. Y puso así cuesta abajo un encuentro saldado con abultada victoria. Lo mejor, más allá del 4-0 y yéndonos ya a lo colectivo, residió en que la Real mostró una muy variada amalgama de recursos tácticos y futbolísticos para abrir una lata de esas que se le habían resistido durante los últimos meses. Una buena noticia que, en cualquier caso, cabe pregonar con cautela a 30 de julio.

Sergio Francisco apostó para empezar por un claro 4-3-3 mediante el que insistió con su ya habitual reparto de perfiles entre los centrales: Jon Martín, en la derecha; Igor Zubeldia, en la izquierda. Los txuri-urdin tuvieron que afrontar desde la citada disposición un contexto de partido muy similar al que se vienen encontrando durante las últimas temporadas. Osasuna esperó desde un bloque medio organizado en 4-4-2, con Aimar Oroz en punta junto a Budimir, y a la Real le tocó explorar fórmulas sobre la marcha para meter mano a un rival que se tapaba dentro y concedía los pases hacia fuera.

Soluciones varias

No le faltaron alternativas al conjunto blanquiazul, que lo intentó de diversas formas. Retrasando a recibir a Karrikaburu para estirar a un profundo Pablo Marín. Buscando en corto a Gorrotxategi como tercer hombre para lograr jugar de cara en el carril central. Y modificando también el dibujo, haciéndolo mutar a una especie de 3-4-3 y deparando circunstancias dignas de mención. En el citado esquema, el propio Gorrotxa es central junto a Jon Martín y Zubeldia. La amplitud corre a cargo de Aramburu (derecha) y Barrene (izquierda). E insiste Sergio Francisco con la ubicación interior de Aihen, prácticamente pivote. Moviendo así el balón, la Real pudo hallar situaciones interesantes, con Kubo metiéndose al carril del 8 ante la proyección del propio Aramburu y haciendo daño mediante carreras diagonales. 

Los txuri-urdin consiguieron mostrarse superiores a un aguerrido Osasuna, generando con el esférico y también acelerando tras robo. Aquí toca decir que, por el momento, la Real de Sergio Francisco no se muestra tan agresiva en la presión como la de Imanol, estructuralmente hablando al menos. Pero la idea sigue siendo la misma, por mucho que los saltos por fuera de los extremos no resulten tan nítidos. Ayer Barrene y Kubo, por ejemplo, se mantenían sin balón en posiciones intermedias, dispuestos a incomodar un posible avance de los centrales rivales pero sin terminar de acosarles, lo que evitaba a Aramburu y Aihen tener que corregir desde atrás para emparejarse con los laterales rojillos. Iremos viendo cómo se comporta durante el curso un equipo txuri-urdin que está combinando esta actitud con una marcada idea de verticalidad después de recuperar: si se puede, hay que correr, intención que facilitará la llegada en el mercado de algún atacante más rápido y más agresivo al espacio. ¿Guedes quizás?

... Y llegó el primero

El encuentro marchaba sin goles en el minuto 41 porque Kubo se había entretenido en exceso tras recibir de Karrikaburu en una transición, y porque la defensa rojilla había despejado in extremis un caramelo del propio Karrika a Barrene. Sin embargo, el japonés, eléctrico, se desquitó entonces de su fallo previo al convertir una gran presión tras pérdida de Aramburu en su gol marca de la casa: disparo cruzado con la zurda al palo para hacer el 1-0 y empatar con un aplaudido Jon Gorrotxategi como blanquiazul más destacado del primer acto.

REAL SOCIEDAD (4) Remiro (Marrero, m. 45); Aramburu, Jon Martín, Zubeldia, Aihen; Gorrotxategi, Pablo Marín, Brais; Kubo, Karrrikaburu, Barrene. A partir del minuto 60 jugaron Marrero; Rupérez, Aritz, Pacheco, Sergio Gómez; Urko, Turrientes, Sucic; Goti; Oyarzabal, Óskarsson.

OSASUNA (1) Aitor Fernández, Rosier, Catena, Osambela, Bretones; Iker Muñoz, Mauro; Moi Gómez, Aimar, Víctor; Budimir. Segunda parte: Aitor Fernández; Iker Benito, Boyomo, Herrando, Juan Cruz; Torró, Moncayola; Yoldi, Moi Gómez (Pedroarena, m. 63), Kike Barja; Raúl Fernández.

GOLES 1-0, m. 41: Kubo. 2-0, m. 51: Karrikaburu. 3-0, m. 63: Óskarsson de penalti. 4-0, m. 66: Turrientes. 4-1, m. 73: Kike Barja.

ÁRBITRO Etayo Herrera (Colegio Vasco). Expulsó con roja directa al txuri-urdin Jon Pacheco tras deribar este a Yoldi siendo el último defensa txuri-urdin, aunque Aritz defendía la jugada de forma casi paralela al navarro. Señaló un penalti por una falta de Herrando sobre Óskarsson que la posterior repetición demostró haber sido cometida fuera del área. No mostró tarjeras amarillas

INCIDENCIAS Partido disputado en el campo José Luis Orbegozo de las instalaciones de Zubieta, con el aforo de 1.100 espectadores lleno pese a no haberse completado las solicitudes previas.

Tras el intermedio, la Real acreditó amplitud de miras y de alternativas haciendo el segundo tras un envío directo y frontal de Aramburu para la carrera por banda de Take, quien asistió a Karrikaburu. Y llegó luego el cambio multitudinario de Sergio Francisco en el minuto 60, para sustituir a los diez futbolistas de campo (Marrero había entrado al campo en el descanso) y pasar a un 4-4-2 de rombo en la medular. Con Óskarsson y Oyarzabal en la doble punta, el nuevo esquema acreditó fortalezas y debilidades. Atrayendo dentro a Osasuna con cuatro jugadores interiores, el equipo halló el penalti sobre el islandés que él mismo transformó (a lo Panenka) y la proyección de Rupérez para que marcara Turrientes. Por contra, los riesgos que el equipo corrió para encontrar esa primera conexión con la sala de máquinas generaron el definitivo 4-1 tras pérdida del propio Turrientes.

Otro mal pase, este de Goti, se tradujo enseguida en la expulsión de Jon Pacheco, jugando la Real los minutos finales con la ambición de marcar el quinto pese a su inferioridad numérica. Con las líneas algo más retrasadas y saliendo al contragolpe, terminó de demostrar eso a lo que ya había apuntado con once: que no va a aferrarse a ningún registro y que, tal y como solicita el fútbol moderno, va a tratar de adaptarse a todos los panoramas posibles. Fue un buen ensayo para un equipo al que vamos poniendo cara y ojos. No tiene mala pinta.