A pocas horas de que se inicie el dichoso cónclave, que dada la modernidad tiene más pinta de ser una nueva modalidad de Gran Hermano que de una junta de cardenales para elegir al heredero de Francisco, me gusta recordar la audiencia privada y en exclusiva que nos dedicó el papa Juan Pablo II a mi familia. Fue breve, pero intensa. Casi fugaz, aunque sin duda inolvidable. Fuimos a cenar por la noche en Roma y en la búsqueda de un autobús para regresar al hotel, de repente nos encontrábamos completamente solos en una larga calle, por lo que decidimos intentar parar a un taxi. No era una tarea sencilla. Durante la espera, de repente nos dimos cuenta de que algo raro estaba sucediendo. Empezamos a ver muchas luces, motos de policía, coches…. Parecía claramente que era una comitiva oficial, aunque no tuvimos ni idea de quién se trataba hasta que en el penúltimo coche, con la ventanilla sin cristales tintados y la cortinilla corrida, de repente nos miró el papa y nos saludó. Muchos dirán, qué flipado, saludaba a los que iba viendo. Como diría Luis Aragonés, no, no, no… Nos saludó solo a nosotros en otra gran exclusiva de NOTICIAS DE GIPUZKOA (al que le faltaban todavía 16 años para nacer, pero, bueno, qué más dará), por la simple y llana razón de que no había ninguna otra alma en toda la avenida.

Aunque mi añorado tío Carmelo se pasó con los vinos una tarde en casa y proclamó a los cuatro vientos y en repetidas ocasiones desde la terraza de mi casa que “el papa es el demonio”, tras una visita a Chile en la que no condenó las atrocidades del régimen de Pinochet, para nosotros pasó a ser como uno más de la familia. El Juanpa. Coleguita.

No es sencillo entrenar a la Real

Hay que valer para ser papa. O tener un estómago capaz de digerir muchas cosas, entre otras, algunas que ponen los pelos de punta y otras con las que no estás de acuerdo por muy progresista que seas, como lo era el bueno de Francisco. Salvando las distancias, tampoco es sencillo entrenar a la Real. Después de todo lo que ha sucedido y de constatar una vez más en una temporada marcada por la tristeza o la falta de felicidad, por primera vez en mucho tiempo reconozco que estoy desencantado con el fútbol. Con la información que hemos tenido en las últimas semanas no me creo para nada que las decisiones se hayan tomado con naturalidad y normalidad, sin presiones, como nos han querido vender. Como me dijo un hombre de dentro, “han pasado cosas”, pero sinceramente, como también me reconocía, “no sabríamos muy bien concretarlas”.

Voy al Imanol persona. Recuerdo que en una rueda de prensa, él, que es un loco de la bicicleta, había salido de ruta y mientras estaba camino de Donostia, se paró a pensar y se dio cuenta de que era un auténtico privilegiado por ser el entrenador de la Real. Poco después, lo pensó mejor, y sacrificó sus salidas a dos ruedas porque pensaba que un cargo de esa responsabilidad no podía estar arriesgando su físico. No tengo ningún problema en reconocer que después de más de 25 años en la profesión escribiendo de mi Real y reconociendo que los he visto de todos los colores, más allá de lo que ha sucedido este curso, ningún técnico me ha marcado tanto como Imanol. A pesar de todas las limitaciones impuestas que nos ha condicionado nuestro trabajo, el oriotarra ha logrado que descubriera una cosa que jamás hubiera pensado: que entrenar a la Real por momentos me haya parecido el mejor trabajo del mundo. Porque pocas veces he visto a una persona más entregada y volcada por sentimiento en su trabajo. En la vida los finales siempre son difíciles y en el fútbol aún más. Prefiero no entrar más porque las contradicciones son evidentes y saltan a la vista, aunque sea lo que el oriotarra ha aceptado y ahora, a muerte con Sergio Francisco, porque como mínimo, es otro hombre de la casa, de los que se encerraba en su habitación cuando perdía la Real. Por lo tanto, respeto máximo, además de que los resultados le avalan. Esto es mi Real, lo primero se mira en casa y luego se analiza lo de fuera. Si de verdad ha sido así, claro. Que esa es otra historia (a veces el mejor camino es la verdad).

Jugadores

Reconocía en las últimas semanas que estaba un poco cansado del tema Imanol. Nunca he creído demasiado en los entrenadores. Siempre he sido más de jugadores. Cuando llega la hora, la verdad siempre estará en el verde. Se mire por donde se mire. Y como vengo repitiendo desde hace un tiempo, aquí hay futbolistas que se encuentran muy lejos de su nivel. En el momento en el que las cosas no salen tan bien como se esperaba, no tardan en aparecer los rumores alimentados normalmente por sus entornos sobre sus posibles salidas. Que lo tengan muy claro, todos firmaron cláusulas muy altas y no han estado a la altura como para que vengan clubes perdiendo el norte dispuestos a hacer locuras para sacarles de una Real que no suele poner muchas pegas para dejarles ir. Eso sí, si la oferta está a la altura de lo que vale, no de lo que cree que vale. Tranquilos, el año que viene Anoeta seguirá en pie y en el primer partido de Liga estoy seguro de que el equipo saldrá al campo con once jugadores. Que no cunda el pánico.

Partido en Anoeta

Llega a Anoeta el club que más infla el mercado para la Real. Porque sus supuestas y autoimpuestas limitaciones geográficas y sus ansias por esquilmar la cantera vasca le llevan a pagar muchas veces por encima del precio justo o de mercado. Los rojiblancos aterrizan en Donostia en el momento más delicado de su temporada, después de autoconvencerse de que iban a ganar al 100% su Europa League y tras recibir un sopapo de considerables dimensiones por parte de un gigante como es el Manchester United. Podía pasar, nosotros sabemos de lo que hablamos. Que conste que suena ridículo comparar las actuaciones de los colegiados, ya que el atraco de Old Trafford fue de dimensiones astronómicas, con tres penaltis que no eran (¡tres!) y una expulsión más que dudosa. Todos ellos en instantes clave del encuentro. Otro nivel. El problema es que no están acostumbrados a que les ocurran contratiempos de este tipo. Por algo será…

 Muchos pensaban que, tras sus cinco años fuera de Europa, les iba a costar rehacerse de nuevo, pero una persona que ha estudiado un máster sobre el tema sabe que siempre vuelven. Que son inmortales. Un gran villano a la altura de la denominación de origen eterno rival. Vigente campeón de Copa, su temporada es simplemente extraordinaria y de un mérito impresionante. La mejor demostración es que a estas alturas le saca a la Real 18 puntos. Unas distancias que casi no se veían desde la década de los 60, cuando se jugaba otro fútbol en blanco y negro y la rivalidad vasca era muy distinta. Nosotros sí le damos importancia a estas diferencias, como cuando jugamos la final de Copa para siempre con diez puntos de margen en la tabla. Y la ganamos, claro. Lo raro era que estuvieran tan convencidos ellos de que la fuesen a lograr después de encontrarse por fin enfrente con un equipo que no tenía a Messi. Así que todavía no lo han superado, obvio. Ni ellos ni Marcelino, al que le sentó peor que a una persona que ha vivido siempre en la Alameda de Rekalde bilbaina. Y ojo, en base a mis intensivos estudios, todavía les queda una bala en Manchester. Que nadie les dé por muertos aún. Todo esto me recuerda al chiste que le contó el papa Francisco a Ratzinguer: “¿Sabes cómo se suicida un argentino? Se sube a su ego y salta”. Sí, lo sé, cuesta visualizarlo, sin duda.

Un derbi es un derbi

Pero a lo que iba, un derbi es un derbi y es cierto que el que está debajo tiende a equilibrar el nivel de ambos contendientes. Soñamos con ella, pero no exigimos la mejor versión de nuestros jugadores, solo queremos que su actitud sea la necesaria y correspondiente para sacar adelante el partido. Que muerdan, que compitan a cara de perro, que sean responsables, que corran y ganen más duelos que ellos, que no les dejen respirar, que enciendan a la grada para convertirnos en un solo ente unido y sin fisuras, imbatible. Real, no mires atrás ni adelante, siempre habrá un antes y un después a la visita del Athletic, pero si ganas, nos harás muy felices, cicatrizará alguna herida de más que sigue abierta y los tres puntos se convertirán en el mejor impulso posible para volver a salir airosa de un final de calendario de nuevo infernal y sellar el pase a Europa. Si nosotros en realidad solo queremos disfrutar un poco, no pedimos mucho más. Hacedlo por Imanol y por la gente que os quiere. Con la ayuda de Juanpa, Francisco o el que quiera. Solo vale ganar. Y que Imanol se dé otro paseo matinal triunfador con su bicicleta, que se lo merece, como el general que contempla sus tierras conquistadas. El hombre al que nunca le pitó Anoeta. ¡A por ellos!