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Otra noche de cristales rotos en Vitoria

Imanol ha dicho basta tras confirmar que el ambiente era cada vez más irrespirable y que había perdido la confianza de los gestores del club txuri-urdin

Otra noche de cristales rotos en VitoriaPedro Martinez

Parece una historia paranormal, pero la Real Sociedad de Imanol Alguacil, las de las cinco clasificaciones europeas seguidas y la del título de Copa en 2021 resucitó los viejos fantasmas de aquel fatídico encuentro de 2008 disputado en Mendizorroza en el que el Alavés se salvó de su desaparición del fútbol profesional con dos goles en el descuento que enterraron el sueño donostiarra de regresar a la elite a la primera. Aunque no fue lo mismo, porque aquello sí que era decisivo al ser en la penúltima jornada, la 41, la sensación de frustración, impotencia e incomprensión se acercó mucha a las que se vivió ese día. Con el añadido de ese enfrentamiento final en la grada de Mikel Oyarzabal recriminando como persona y como capitán txuri-urdin a un cobarde, más propio de redes sociales que de un hincha en el estadio, que no les insultara ni les faltara.

La Real vivió otra noche de cristales rotos en Vitoriaque acabó con el anuncio de la marcha de Imanol. El técnico se dio cuenta en la derrota que el ambiente era irrespirable y que ya no contaba con la confianza del club. Como reconocían varias personas de su entorno más cercano, hace dos semanas, estaba convencido al 100% de que iba a seguir. Lo que no se daba cuenta o no medía bien es que estaba viviendo su peor momento de popularidad entre su propia parroquia, con una sensación creciente incentivada desde hace meses por un sector muy agresivo y vehemente que no le pasaba ninguna mientras se acercaba el plazo pactado con el propio club para cerrar o no su renovación: “Será a finales de abril o de mayo”. Finalmente cumplió el plazo y todo saltó por los aires el 24 de abril…

Retraso

Lo que había cambiado en las últimas fechas es que la pelota se encontraba en el tejado del club y que este había pegado un descarado frenazo al conocer sus intenciones. Después de un largo tiempo de meditación que, como suele suceder con estas cosas, acabó volviéndose en su contra, Imanol les había manifestado su deseo de renovar su contrato. El problema es que Jokin Aperribay, que siempre había manifestado que cuando diera el OK se sentarían y firmarían de forma casi inmediata, ya no lo tenía tan claro. El presidente siempre ha sido muy populista, le ha importado mucho lo que opina su hinchada y se ha ocupado en todo momento en tratar de evitar fricciones que le puedan llegar a salpicar a él, por lo que estaba intentando ganar tiempo para no dar pasos en falso. Y era plenamente consciente de que el siguiente encuentro es el derbi ante el Athletic y sería un puerta grande o enfermería. No hubiese habido término medio.

De todas formas no parecía demasiado justo que después del espectacular bagaje de resultados de Imanol, se lo tuviera que jugar todo a una carta después de perder el quinto derbi de esta temporada. Solo le falta el más importante de todos, el del Athleticen Anoeta para cantar bingo y abrir la caja de Pandora.

El presidente

Las cosas como son. De un tiempo a esta parte, Imanol se había convertido en el único portavoz de la institución. Algo que tampoco era normal. ¿Dónde estaba ese presidente que cuentan que fumaba en pipa en Mendizorroza? Cuando Aperribay entra en cólera no suele ser muy agradable y es de los que no pueden disimular, por lo que Imanol se dio cuenta de que el ambiente ya estaba completamente viciado y de que iba a resultar muy complicado empezar de cero el siguiente curso.

Hablando del presidente, ¿tiene algo que decir en los medios guipuzcoanos para dirigirse a la afición de la Real o solo va a entrar en medios madrileños a comentar temas banales en las previas de los duelos contra el Madrid? ¿Ninguno de sus ayudantes considera que se trataba de una situación límite, que ha acabado con la marcha de tu entrenador, en la que debería salir a la palestra para tomar la palabra y explicarnos qué es lo que ha sucedido? Porque desde el club filtran y venderán que ha sido una decisión única y exclusivamente de Imanol, pero a nadie se le escapa que en realidad ha habido mucha marejada de fondo...

Roberto Olabe

¿Y Roberto Olabe? Si tiene contrato hasta junio y no ha querido marcharse antes es porque todavía continua siendo el máximo responsable deportivo del club, ¿cómo es posible que hayan estado echando a su entrenador a un pantano de cocodrilos sin tratar de rescatarle o simplemente de echarle un cable? La gestión institucional y deportiva de esta temporada ha sido de largo y por posibilidades la peor desde que Aperribay llegó al trono como lo hizo en 2009 y se ha coronado con la marcha del entrenador con más éxito que ha tenido. El que ha reabierto la sala de trofeos 34 años después a pesar de que nunca acabó de convencerle del todo. No era su primera elección, le degradó nada más entrar Olabe para hacerle hueco a Asier Garitano, y en la temporada 2021-22 su plan era en el hipotético caso de que no entrara en Europa, devolverle al organigrama y ascender a Xabi Alonso. Como lo logró, el tolosarra aceptó la oferta de Bayer.

Y luego está el tema de os fichajes. El único titular indiscutible es Aguerd, el central cedido por el West Ham que se lesionó jugando con su selección ante Tanzania cuando una semana más tarde tenía que afrontar la vuelta de las semifinales en el Bernabéu. A los pocos minutos de iniciarse el duelo se lesionó y no ha vuelto a jugar. Sucic tiene buena pinta, aunque los problemas de rodilla le han condicionado en su mejor momento. Sergio es el jugador número 12, Javi López es un desastre que atesora una desgraciada habilidad de salir en casi todas las fotos en las que le marcan a la Real, y Óskarsson, que no tiene culpa de nada, al menos hasta ahora es una de las peores decisiones estratégicas que se recuerdan ya que el equipo necesitaba un goleador de rendimiento inmediato. En invierno no se fichó, en una dejadez de funciones alarmante, y el mercado del año anterior no fue mucho mejor. Estuvo cedido pero no se quiso fichar a un Javi Galán, que es mucho mejor que los dos laterales izquierdos actuales; a Tierney le lastraron las lesiones; Odriozola es un expediente X; Zakharyanestaba llamado a ser el sustituto de Silva, con eso queda todo dicho, cuando el entorno de Isco reconocía que hubiese estado encantado de recalar en la Real; Traoré tiene cosas muy buenas y otras muy malas y Becker quien, viendo lo que hay, no es tan flojo como muchos le han condenado desde hace tiempo. Y ahí están sus centros precisos como el que le puso a Óskarsson en Vitoria para corroborarlo. En resumen, muchos millones gastados en balde en medianías que ni han mejorado lo que había ni se han convertido en titulares. Un desastre. Un plantel repleto de muchos jóvenes proyectos de futbolistas que no han aportado rendimiento inmediato y sin una base firme y consistente de jugadores contrastados y maduros que ronde la treintena para sostener al equipo en sus momentos de debilidad. Este es el legado que le van a dejar a Erik Bretos, que no va a tener un primer verano fácil como director deportivo.

Solo ante el peligro

No se trata de señalar, pero el que esté libre de culpa que tire la primera piedra. No se escapa ninguno. Por supuesto que Imanol, solo ante el peligro, tampoco ha logrado dar con la tecla para que la máquina funcione. Su gran fuerte en su exitosa era ha sido el alto porcentaje de acierto en su toma de decisiones, pero esta vez no ha hilado nada fino. No ha logrado formar un bloque compacto y fiable. Y lo que es peor, la Real ha dejado de ser reconocible. Durante sus primeros años, se distinguió por un juego alegre y vistoso, muy ofensivo, definido con el “prefiero ganar 4-3 que 1-0”. Tras la marcha de varias estrellas, el nivel empezó a bajar, el técnico modificó sus planteamientos, optó por protegerse mucho más y por hacer muchas más faltas para cortar el juego, y a nadie se le escapaba que valoraba muy mucho el poder vencer 1-0 a lo Simeone muchos encuentros. ¿Y ahora? Pues la realidad es que no se sabe muy bien cuál es el plan de Imanol. Da la sensación que el equipo salta al campo muchas veces a verlas venir, sin una idea preconcebida, sin saber si quiere dominar o defender ordenado para mantener su puerta a cero. Una especie de recaída al oscuro final de la época de Eusebio. En este proceso de descomposición grupal, ha jugado un papel muy importante la pérdida de Le Normand y Merino, los dos realistas más físicos de las últimas temporadas, y el bajón de calidad individual que ha experimentado la plantilla. Muchos se quedaron con el titular de Imanol de que estamos haciendo “un temporadón”, cuando en realidad lo que pretendía explicar es que con lo que tiene, que es mucho menos que en sus cinco años anteriores, el equipo se ha mantenido competitivo, ha rozado una final de Copa y en esta Liga, aunque sus números son paupérrimos, todavía cuenta con opciones de entrar en Europa.

A pesar de ello, algo no funciona o parece haberse roto para siempre. Siempre que pueden los jugadores tratan de defender a muerte al técnico, como hizo hace poco Aritz: “Siempre he dicho que es el máximo responsable de todo lo bueno que está pasando en la Real estos años, todo lo que está pasando es un premio merecido a su trabajo. Se está alargando mucho tiempo, pero yo confío en que va a seguir siendo el capitán de nuestro barco”. Pero ya no es convincente...

Aunque el reconocerle que ha hecho muchas cosas muy buenas al frente de la Real es unánime, eran cada vez más los que consideran que el proyecto estaba agotado y que quizá ha llegado la hora de saber marcharse. Porque la sensación era que el mensaje ya no cala, como si se hubiesen aburrido de tener al mismo entrenador. Y a los hechos que están sucediendo en el verde nos remitimos. 

El inicio

Y es aquí donde regresamos a la ficha de inicio de este curso. Cuando Imanol comenzó a dar largas sobre su renovación en lugar de aferrarse al cargo y firmar en cuanto se lo propusieron: “Mi idea es muy clara y el club lo sabe, pero siempre lo he dicho, me lo tengo que ganar. Y ganarme la renovación no es ganar una final de Copa o ir a la Europa League, es sacar el máximo de la plantilla para que me quede. Lo hecho, hecho está, han sido cinco años potentes, ilusionantes, que van a ser historia, pero no me quedo con eso, quiero mejorar, yo, al equipo y a este club. Claro que se va a reunir Jokin con mi representante y esperemos que me la gane y lleguemos a un acuerdo”.

Su entorno no tardó en tratar de frenarle para que se lo pensara bien con la intención de que estudiara la posibilidad de dejar el club de toda su vida sin hacerse daño y tratar de aprovechar su buen cartel para recalar en un equipo importante en el extranjero (no tiene prisa). Cuando la cosa ya se estaba torciendo un poco y ya había pasado por algún que otro momento difícil o incómodo, Imanol manifestó lo siguiente a finales de enero, antes de jugar el último partido de la fase de grupos de la Europa League ante el PAOK: “No tiene nada que ver entrar o no en Europa para renovar, para mí lo primordial no es conseguir ir a Europa. Yo si el equipo crece o mejora y si me voy satisfecho, no tengáis ninguna duda de que voy a renovar. Soy el primero que quiere seguir aquí, para mí esto no es el final de ciclo, porque estoy seguro de que en el club también quieren que siga y ellos saben que quiero ser el entrenador con más partidos en la Real y ojalá lo pueda cumplir. Tengo la renovación encima de la mesa y puedo renovar por uno, dos, tres o los años que quiera. Pero por el pasado y por lo que he hecho no quiero renovar, no seguir agarrado a esta silla. Quiero seguir pero estando el equipo bien y sentarme aquí delante de vosotros estando otra vez en Europa”.

El plazo

Semanas después fue cuando quiso zanjar la cuestión para no responder siempre a la misma pregunta y anunciar que habían decidido esperar a finales de abril o mayo para tomar la decisión definitiva: “El club me ha respetado mi decisión”. Y Aperribay refrendó su afirmación al salir pocas horas después y confirmar que habían decidido esperarle. 

El problema es que la tardanza ha acabado por desgastar a todos. No ha habido nada ni nadie que se haya beneficiado de un retraso que no se estila en un fútbol que no espera a nadie y que en el último tercio de las campañas obliga a estar planificando el siguiente curso con la certeza de quién va a estar al frente de la nave. Lo peor de todo es que, cuando parecía que por fin había alcanzado una velocidad de crucero que le iba a permitir clasificarse para Europa, la Real se ha caído. A falta de cinco jornadas ya no figura entre los favoritos para sellar el pasaporte europeo más accesible que se recuerda… Todo eso con, a pesar de su pésimo rendimiento coral e individual, una de las plantillas más caras en la historia del club. Y con muchos equivocaciones garrafales, como no, de un técnico que no ha aguantado más y ha dicho basta. 

El mensaje

No solo cambió su fútbol, también lo hizo su mensaje. No hay más que recordar lo que decía en diciembre de 2023: “Ninguno de los que estáis aquí y muchos de los que están fuera se pensaba que iba a estar aquí yo sentado después de cinco años; y menos en Champions, y menos siendo primero; pero aquí está el de Orio. Ojalá dentro de cinco años vuelta a estar aquí”.

Incluso después del atraco de Manchester, tras dejar pasar antes al técnico local, Imanol todavía tuvo un arranque de orgullo: “Tengo muchas ganas de seguir y de continuar aquí. Eso ya os lo he transmitido siempre. Sabéis también que la decisión la voy a tomar dentro de un mes más o menos, creo que no cambia nada. Claro que me gustaría no acabar con esta sensación, claro que pienso que voy a estar el año que viene aquí, claro que pienso que no va a ser mi último partido con la Real Sociedad en Europa... pero para eso hay que acabar bien. Tengo que tenerlo también del todo claro. Y lo que quiero ahora es centrarme en lo que queda de Liga para poder estar con la Real el año que viene en Europa de nuevo”  

Palos en las ruedas

Y, como informó este periódico, Aperribay pretendía esperar para ver cómo evoluciona el enfermo en estas semanas en mitad de un clima tóxico de negatividad, pesimismo y falta de respeto. En esto no se libra la Real, que ha vuelto a recordar que simplemente se trata de un club como los demás. Ni más ni menos. Al igual que su propia afición. Pero no está de más recordar lo poco que le han ayudado al entrenador esta temporada con declaraciones fuera de tono como cuando dijo a principio de temporada: “Me gustaría que este grupo de jóvenes ganase la Liga y para eso tenemos que darle confianza porque lo pueden hacer un día”. O cuando Olabe declaró, también en los albores del curso, que “soñamos con la final de la Europa League, por ser donde es (San Mamés). Confío en mis jugadores. El equipo ha estado muy bien en el juego y en lo competitivo”.

Imanol no ha tenido un buen año, ha cometido muchos errores, no ha logrado que el juego de su equipo conecte con la afición, ha visto cómo la asistencia ha bajado de forma notable, cómo sus números no han sido buenos, ha perdido muchos encuentros, no ha remontado un resultado desde la campaña pasada y ha metido la pata en alguna de las más de cien ruedas de prensa. Pero no se puede decir que no hayan parado de meterle palos en la rueda en la que ya es su última temporada en la Real.