No es normal que, a pesar de estar reconocido por la Federación como su actual árbitro estrella, cada vez que le toca Jesús Gil Manzano a la Real Sociedad sus aficionados se echan las manos a la cabeza y siempre se ponen en lo peor. Los datos son tozudos y en la historia entre el colegiado y el equipo txuri-urdin hay algo que no encaja.

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Las notas de Mikel Recalde Mikel Recalde

La Real de Imanol acumula un porcentaje de victorias que supera el 47% en uno de los lustros. Salvo que se cruce en su camino el ínclito extremeño, con el que sus triunfos se quedan en un 16%, solo en partidos de Liga, y en un 27% en los 26 encuentros en los que han coincidido en los últimos 15 años. Pero esta estadística tiene trampa. De las siete victorias que ha cosechado la Real, tres fueron contra rivales de categorías inferiores en Copa e incluso uno de ellos ni se llegó a jugar en el histórico duelo en el que el Racing de Santander se negó a jugar por impagos de las fichas de los jugadores. No, no es normal. 

Demasiados precedentes

Tampoco es lógico que, con lo mal que le salen las cosas a la Real con Gil Manzano, la Federación haya tenido la deferencia de designarle en los dos partidos de las semifinales de Copa que ha disputado en los últimos años: en la ida ante el Mirandés en Anoeta y en la vuelta en el mismo escenario ante el Mallorca, en el que tuvo una actuación decisiva al no expulsar a Samu Costa, no hacer repetir el penalti de Brais Méndez, cuando el jugador que recoge el rechace y, además de esta forma, evita el gol de Zakharyan, estaba dentro del área y el famoso gol fantasma de Kieran Tierney, que quedará para la infamia, porque nadie demostrará ya nunca jamás si esa pelota que salvó Costa, que tenía que estar fuera del partido por la citada entrada a Kubo, entró.

Pero, bueno, como Lewandowski con el hat-trick de amarillas que debió ver en el duelo de cuartos de la Copa en el que expulsó a Brais antes del descanso. Otro penalti claro por mano de Casemiro en Anoeta. Todo empezó mal desde el inicio, ya que la primera vez que arbitró a la Real expulsó, en un Real-Elche que acabó 0-1, a Claudio Bravo a los nueve minutos por una madrugadora roja (aunque no admite discusión de que era justa)...

El atraco del Villamarín

Y varios más que tampoco vamos a ir recordando uno a uno. Lo que sí queremos es centrarnos en lo que sucedió en el encuentro de Sevilla, que, como se esperaba, apenas tuvo relevancia en el entorno bético y a nivel de la Liga, pero que ha acabado por escandalizar a una indignada afición realista. La roja a Zubeldia, aunque admite algo de discusión, no es, sobre todo, cuando el colegiado la explica como ocasión manifiesta de gol y no por ser el último hombre.

El penalti a Aihen es un piscinazo de Antony que vino acampañado de tarjeta, lo que condicionó su marcaje. En la otra banda, Aramburu también estaba amonestado y limitado para frenar a Jesús. Antony pudo ver la roja por una patada sin balón a Javi López. En la última jugada hay un penalti flagrante de Adrián a Jon Martín que no lo señala para indicar el final. De haber marcado la Real salvaba el gol-average. Y un sinfín de faltitas dudosas que al final te van minando como la de Aramburu en el primer gol. El tema fue tan grave que debería pasar mucho tiempo para volver a coincidir... ¿O no?

Un acta que no concuerda con la roja de Zubeldia

La redacción de las dos expulsiones en el acta por parte de Jesús Gil Manzano dejó detalles muy significativos. Contó así la primera roja: “En el minuto 20 el jugador (5) Zubeldia, Igor, fue expulsado por el siguiente motivo: por derribar a un contrario en la disputa del balón, cortando así su avance, evitando con ello una ocasión manifiesta de gol”.

Es decir, no le echa por ser el último hombre, que dentro de lo que cabe admitía algo de debate, si no que lo argumenta con que era una ocasión manifiesta, algo que, desde luego, desmienten categóricamente las imágenes. Y la segunda: “En el minuto 73 el jugador (11) Becker, Sheraldo, fue expulsado por el siguiente motivo: por disputar un balón con un contrario, con el pie en forma de plancha, poniendo en riesgo la integridad física del adversario. El jugador tuvo que ser atendido y sustituido fruto de esta acción”. Esto último puede provocar que le caiga más de un partido de castigo.