Javier Clemente, que en cuestiones defensivas siempre ha sido un referente, solía decir a sus zagueros que les podían llamar malos por fallar, pero nunca jamás tontos por arriesgar demasiado y que les costara un gol. La verdad es que pasado un tiempo y después de todo lo que ha ganado la selección española, es hasta divertido ver el documental sobre la convulsa etapa del rubio de Barakaldo que acabó generando dos bandos claramente diferenciados: o estabas con él o contra él.
Es muy bueno que el técnico se parta de risa al recordar que en el mítico partido contra Eire, en el que consiguieron la mitad del pase para el Mundial de 1994, alineó sin sonrojarse a seis futbolistas que estaban jugando en sus respectivos equipos de centrales. “El que juega de central en un equipo, puede ser un interior extraordinario”. Esa era la definición de su plan, al que alguno de sus pupilos definió como “la base del fútbol moderno actual, de cómo se juega ahora. Apretábamos mucho, éramos muy físicos y atacábamos muy rápido, con pocos toques”. No sé yo si creérmelo mucho o nos la están intentando meter con queso.
La evolución del fútbol de Imanol
Hablaba hace una semana del ADN de la Real y de la evolución del estilo de Imanol. De muy ofensivo y alegre, al contar con jugadores atacantes de mucha calidad y diferenciales, pasó a buscar una fórmula muy diferente, para algunos antagónica (aunque yo creo que exageran), en la que, ante la evidente y acuciante falta de gol, el equipo defiende en bloque con orden, solvencia y eficiencia.
Imanol, que el pobre siempre ha querido mantener en alto la bandera de su fútbol atractivo, se tuvo que quedar boquiabierto cuando casi todas las preguntas de los periodistas que cubrían la información de la Lazio giraban en torno a que se iban a enfrentar el equipo más realizador de la competición contra el segundo menos goleado de la Liga. Imagino que todos ellos estarían viendo el Multichampions el año pasado cuando la Real torturó durante 75 minutos al Inter en Anoeta y le jugó con una personalidad y una valentía encomiables en San Siro (y no, no es ninguna incongruencia con lo que escribí en la crónica, para algunos exagerando, de que “quizá”, ojo al matiz, esta Real no hubiese entrado en Europa en los cinco últimos años si compitiese en el Calcio por la abismal diferencia física; y por cierto, tampoco dije que lucharía por evitar el descenso y al gran Inter le tuteamos, sí, pero no le ganamos, fueron dos empates).
Lo más curioso del caso es que, tras el partido, después de asistir al esperpento defensivo realista, sobre todo a balón parado, le volvieron a incidir en el mismo tema. Esta vez solo para sacar pecho.
La renovación de Imanol
Vamos a ver… Que me parezca que de vez en cuando tenga un día malo, que se equivoque de forma garrafal en muchas decisiones como, para mí, lo hizo en Roma, no significa que crea que Imanol no se merezca la renovación. Es más, siempre he defendido que es el mejor entrenador posible para la Real porque, aparte de lo bien que conoce las entrañas del club y de su sentimiento por los colores, el verdadero secreto de su éxito reside precisamente en el altísimo porcentaje de acierto en sus movimientos de piezas en la pizarra y a lo largo de los 90 minutos. De ahí no me saca nadie.
Ahora bien y a pesar de que me consta que al equipo le afectaron mucho los incidentes, yo hay cosas que no las puedo entender y en las que el oriotarra no tiene tanta culpa. El director de fútbol elevó a la categoría de objetivo el intentar ganar la Europa League en Bilbao y el presidente del club volvió a hablar hace poco de lograr el tercer título. Sí, de vencer la Liga. Eso no puede ayudar en nada…
Imanol ofreció una rueda de prensa en la que se defendió bien, con un mensaje autocrítico y sincero, pero hay cosas que chirrían y que no tienen explicación: “No es porque no intentemos poner remedio. Estamos en inferioridad en cuanto a envergadura para el balón parado. No es excusa, somos lo que somos. Lo sé desde el principio de temporada. Hoy no estamos preparados para competir contra estos equipos. Sin suceder nada nos ponemos por detrás. Y así es complicado”. La pregunta es, ¿y por qué no lo pensaron bien? Si se fueron Le Normand y Merino, los dos más fuertes de la plantilla. “Este no es el momento de pensar en eso”. Perdón, ¿acaso todavía no está abierto el mercado? ¿No se han ido tres jugadores en esta ventana? ¿No va a venir ninguno? ¿No hay un problema de gol que hay que intentar solucionar de inmediato porque de no ser así no existe ni la más mínima posibilidad de aspirar a hacer algo relevante este curso por mucho que sigamos vivos en las tres competiciones? ¿De verdad no han pedido un refuerzo? ¿No se dan cuenta de que cuando salimos a Europa y nos enfrentamos a rivales de entidad se encuentran en otra dimensión física y ya no tenemos a los Odegaard, Isak o Merino para contrarrestarles con su mayor calidad? No ven que de no poner soluciones a estos problemas estamos condenados irremediablemente a un engordar para morir…
Cosas que no cuelan
Y, como con los argumentos de Clemente, para mí hay cosas que no cuelan como lo del gol-average salvado, según él, por el planteamiento ultradefensivo de la segunda parte que acabó de forma milagrosa 0-1 porque la Lazio entendió que para hacer sangre ya estaban los asesinos de sus ultras, y el recurrente discurso de que lo mejor está por llegar: “Se ha invertido en futuro sabiendo que nos podían pasar estas cosas y todos sabemos que, aunque yo quiera ganar ya (sabe que no lo va a conseguir este año con este equipo), lo mejor de esta plantilla llegará dentro de unos años”. Este mensaje tiene trampa, porque varios de los jóvenes que apuntan alto serán mucho mejores jugadores en 2-3 temporadas, pero si no se logran los objetivos se irán los Zubimendi, Kubo, Brais… Por lo que el rendimiento del proyecto perderá muchos enteros a pesar de que llegarán otros jugadores.
Insisto, esto no tiene nada que ver con estar con él o contra él, como fomentaba Clemente. Porque la abrumadora mayoría de la parroquia txuri-urdin sigue a muerte con el gitano de Orio. La frase en mi puntuación de “a ver si no va a estar tan clara la renovación” no tiene que ver con las posibles intenciones del club, que no creo que admitan demasiada discusión, sino con el sentir de Imanol. Que como publicamos hace unos meses, por primera vez duda, por la sencilla razón de que, como dijo Guardiola por Messi, quiere evitar el “hacernos daño” y le da importancia a salir bien del equipo de su alma. En su entorno hay gente de confianza que le transmite incluso que, viendo la creciente hostilidad de su sector más crítico, es momento de replantearse las cosas y pensar muy bien si le merece la pena continuar. Y a mí me da una pena horrible, porque creo que no valoramos lo suficiente lo que nos ha dado y lo que tenemos. Su frase “no quiero ser una carga” debería removernos la conciencia. No se merece este tormento…
Prefiero apoyarme en un poeta callejero como Joaquín Sabina para, si me lo permite y siendo consciente de que estará molesto conmigo, lanzarle un consejo: “No hay ni una sola historia de amor real que tenga un final feliz. Si es amor, no tendrá final. Y si lo tiene, no será feliz”. ¡A por ellos!