Incomprensible. Cuando el que menos confiaba en una reacción heroica y plena de orgullo y personalidad por las malas horas que había pasado toda su gente a lo largo de las últimas 24 horas en Roma, la Real ha protagonizado el mayor ridículo que se le recuerda desde que Imanol asumió las riendas del equipo. Sin la más mínima explicación como para poner un paño caliente. Una marioneta de equipo, con sensación de estar a la deriva, sin rumbo y con muchas peores sensaciones de lo que se esperaba. Esta vez sí hay que preocuparse y mucho, porque el desastre colectivo ha sido tan dramático como angustioso. No hay que olvidar que era el equipo A, el titular, y desde el minuto 1 se ha visto que la Lazio, el cuarto clasificado del Calcio, se encuentra a años luz de su nivel.
Como recordaba la víspera, Imanol acabó más quemado que nunca el partido de la ida ante la Roma de los octavos de final de la Europa League hace dos campañas al recibir un gol en la primera parte, en un contragolpe, y un segundo, a pocos minutos para el final, en un saque de esquina. Justo lo que se habían pasado avisando en las horas previas que había que evitar. Al término de aquel duelo, el oriotarra declaró que esta Real “no estaba preparada para competir en Europa”. Pues bien, después de una deslumbrante participación en la Champions, los pasos atrás que se han dado resultan complicados de medir por lo grandes que son. ¿Qué ha pasado? A los cuatro minutos, en el primer balón parado al área, Aramburu se ha adelantado a un Remiro que no parecía saber ni a dónde iba, Aihen ha despejado de forma corta y el rechace lo ha depositado en la red casi sin oposición Gila. Terrible.
A la media hora, con el duelo equilibrado en cuanto a ocasiones, aunque no en sensaciones, Aihen comete su tercera falta a Isaksen pegado a la banda, en una jugada sin el más mínimo peligro, y el árbitro le muestra la tarjeta roja. ¿Cómo se puede explicar una ida de olla de un jugador de su experiencia y habitual saber estar? ¿Perdiendo y con una hora por delante dejas con uno menos a tu equipo picado porque te hacen un caño? ¿No veía que en la grada asistían atónios a la debacle un millar de aficionados que se habían desplazado hasta Roma invirtiendo mucho dinero, días de vacaciones, y derrochando valentía por todo lo que ya sabíamos que les podía esperar con los fascistas radicales de la Lazio? Imperdonable.
Pero lo peor no no ha sido eso. El martes vimos la convicción con la que gestionó el Atlético los diferentes partidos que le tocó disputar contra el Bayer, en un mismo encuentro, al quedarse con uno menos muy pronto. ¿Se imaginan a la Real haciendo eso con diez? ¿Se acuerdan de cuándo remontó un encuentro este equipo? ¿Entendemos mejor por qué este plantel es incapaz de superar un mísero cruce en Europa en el último lustro? El conjunto txuri-urdin ha entrado en pánico y ha recibido dos goles en los minutos 32 y 34. En cinco minutos ha visto una roja surrealista porque uno de sus defensas se ha autoexpulsado y el sainete de su zaga no ha sido capaz de frenar los remates de Zaccagni, a quien ha decidido no seguir Brais, en otro gran ejercicio de concentración y de solidaridad, y de Castellanos, que ha cabeceado a placer entre Zubeldia y Zubimendi, que ejercía de central improvisado con Aguerd en la banda, en una gran decisión de su entrenador.
No es que este equipo no esté preparado para competir en el continente, no, es que en el Calcio quizá no se hubiera clasificado ningún año para Europa. Porque la diferencia física cada vez que se enfrenta a un conjunto transalpino es sideral. Nos hemos pasado un año vanagloriándonos de que cuando la Real le dio un doble baño terrible al Benfica en la Champions, la prensa lusa comentaba que ese equipo sería candidato fijo al título en su campeonato. Y puede que tuvieran razón, salvo por la diferencia de cómo jugaba hasta diciembre y en los primeros meses del año, por mucho que a Imanol le guste defender que no es así. Los datos son como el algodón, no engañan.
Y eso que, como decíamos ayer, o antes de ayer, por fin solo fútbol. Lo único que nos importaba relacionado con nuestra amada Real. El sentimiento, el sentido de pertenencia, el respetar y honrar el escudo por encima de todo en cualquier situación que se presente. El animar en la grada hasta el último aliento para intentar empujar al equipo en pos de la victoria. La confrontación, la agresividad, la violencia, el enfrentamiento físico y verbal no va con nosotros. No nos gusta ser portada de periódicos ni aperturas de telediarios por gente que no nos representa. Que no suelen ser socios de la Real. Que prefieren esconder sus colores para lograr otros fines que solo les interesan a ellos. Es cierto que esta vez los ultras realistas sufrieron una cobarde emboscada que acabó en nueve heridos guipuzcoanos, que no los mataron porque no quisieron, como reconocieron en el propio club (desde aquí nuestro más cariñoso deseo para una pronta recuperación de los dos heridos). Pero también lo es que llevan demasiado tiempo situándose en un ojo del huracán que no se corresponde con el ADN de su parroquia. La afición txuri-urdin es viajera, pacífica, tranquila, abierta, disfrutona, consumidora, derrochona y alegre. Y el que no encaje en ese perfil es que se ha equivocado de equipo. Se lo puedo garantizar. A quien corresponda y solicitando el mayor ejercicio de autoexigencia jamás realizado en este club con este tema tan grave y creciente que ya se ha convertido en una lacra social en el mundo.
Plan fallido
Son muchos los que justifican las actuaciones de los menos habituales porque juegan rodeados de otros suplentes, pero la realidad es que algunos consiguen la ansiada continuidad en el once al completar un buen encuentro en Valencia. Casi el único que se salvó y que, por lo tanto, en algo que no siempre se cumple, Sheraldo Becker, obtuvo un merecido premio. La idea de Imanol era repetir su plan del Barcelona e intentar aprovechar con su velocidad los muchos metros que dejan a su espalda la valiente zaga laciale. En el resto del equipo no hubo novedades y se puede decir que el técnico abogó por su once de gala, con Brais y Sucic como escuderos de Zubimendi; y Aihen, que ya parecía haber recuperado el cartel de indiscutible un año más y a pesar de la inversión en un refuerzo importante para su puesto. Es lo que hay, la competición no perdona.
En un Lazio con bajas importantes en su retaguardia, lo esperado, con Castellanos arriba y Pedro esperando su oportunidad en el banquillo.
Volviendo al partido, no es que el Lazio marcara en su acción inicial a balón parado, es que el ridículo ha sido tan humillante que ha estado muy cerca de hacerlo en las tres primeras. Todas ellas horriblemente defendidas por parte de los realistas, que han debido de dejar anonadados a los técnicos italianos, que contemplaban el partido de esta noche sin entender sus impresionantes registros en la contención.
No se puede discutir que Sucic ha visto cómo le desviaban su chut en posición franca y que, en el minuto 8, en una acción de estrategia, Kubo ha servido un balón muy peligroso y Zubeldia, a un metro de la portería, ha hecho hutsa. Dia, ante una pasividad pasmosa de los donostiarras, ha chutado dentro del área y ha rechazado Remiro, y, en el córner, Brais ha salvado en la misma línea un cabezazo de Castellanos y Gila ha enviado el rechace al palo. La gran y única oportunidad txuri-urdin para meterse en el partido ha llegado en el minuto 21 cuando tras recibir un gran pase de Kubo, Sucic, completamente solo y en situación inmejorable, ha ajustado demasiado su rosca para dejar temblando el poste. Minutos después, Becker ha definido flojo un gran pase de Brais. Ahí se ha acabado todo. Finito. Kaput. Pulgar abajo.
Oyarzabal lo ha intentado de lejos casi en el descuento y en el descanso Imanol, que llevaba tiempo sin salir ni del banquillo para dar instrucciones abandonando a su suerte a los suyos, ha decidido centrarse en ganar al Getafe y ha ideado un plan sin fisuras. Defensa de cinco, dando entrada a Aritz, Pablo Marín y Barrenetxea, por Zubimendi, Kubo y Oyarzabal. Insistimos, con 1.000 aficionados realistas en la grada, por si a alguien en el banquillo realista se le había olvidado.
La segunda parte fue una terrible tragedia que no dio ni pena. La Real, encerrada en su área defendiendo como si fuese balonmano esperando a que pasara el tiempo suplicando y rezando con que el águila imperial romana no hiciera más sangre. Al menos en una jugada aislada, Barrenetxea ha premiado la insistencia de sus aficionados con un gol en un rechace.
En definitiva, un viaje para olvidar. Todo ha salido mal en Roma. Es como si alguien hubiese decidido purgar todos los pecados de la Real en los últimos años en 90 minutos. Que no nos tomen el pelo, este equipo no tiene ninguna opción de llegar lejos en Europa. Ninguna. Ni aunque fichen un delantero, como esperemos que haga con sus paupérrimos registros goleadores más propios de un aspirante al descenso. Y de paso, que traigan otro par de futbolistas de verdad más, a poder ser uno que se parezca a Merino o que tenga el nivel físico de cualquiera de los del Lazio, que esta noche han sacado los colores al equipo y a la planificación del club. A ver si Olabe en realidad se está yendo por patas e Imanol le está dando vueltas a que el ciclo se ha acabado, que lo mejor ya ha pasado y que todo lo que esté por llegar irá a peor. Para echarse a temblar y no entender nada. Bueno, en realidad viendo la diferencia de músculo, velocidad, centímetros y competitividad, no resulta complicado lo que le sucede a la Real cada vez que visita Italia.