La Real Sociedad logró este jueves una nueva victoria (3-0), en este caso en la Europa League y contra el Dinamo de Kiev. La imagen que el cuadro ucraniano ofreció en Anoeta no fue la mejor, aunque también resulta en parte matizable. El técnico Shovkovski hizo muchos cambios en su alineación y recurrió a varios suplentes habituales. Además, los de Imanol Alguacil supieron dejar en evidencia las posibles debilidades de un visitante que terminó haciendo aguas, después de protagonizar un positivo pero muy breve arranque de partido.
Lo cierto es que el Dinamo acreditó durante los minutos iniciales haber preparado bien el partido. Los ucranianos apostaron por presionar a la Real muy arriba cuando el cuadro txuri-urdin iniciaba los ataques desde Remiro o desde los centrales Zubeldia-Aguerd. El técnico Shovkovski diseñó para esta fase del juego un sistema de emparejamientos al hombre bastante complejo, mediante el que trató de ahogar a los blanquiazules. A estos les costó combinar durante el arranque del encuentro, hasta el punto de que los primeros compases del duelo no parecieron presagiar una plácida victoria como la que luego se conseguiría.
Una puerta entreabierta
La idea del entrenador rival, en cualquier caso, tampoco residía en mantener esa forma de presionar en todas las fases de juego. El Dinamo la empleaba principalmente cuando Remiro o los centrales txuri-urdin tenían el balón en posiciones muy retrasadas. Mientras, si la Real conseguía avanzar con el esférico controlado y obligaba así a su rival a replegarse algo más, la fórmula de los ucranianos para defender se veía modificada. Los jugadores del Dinamo retrasaban unos metros sus demarcaciones y se mostraban además más conservadores a la hora de lanzarse a presionar. Respetaban ya la línea de cinco defensas, se centraban en tapar el juego interior de la Real, y permitían a los blanquiazules iniciar el juego por fuera mediante los laterales Aramburu y Aihen, libres para recibir.
El primer gran acierto de la Real residió en mostrarse muy agresiva a la hora de avanzar por banda cuando Aihen y Aramburu tenían el balón. Ante un Dinamo que acumulaba futbolistas en la zona interior, Aramburu y Aihen se lanzaron a atacar con decisión formando productivas sociedades con Kubo y Becker respectivamente. Ambas parejas de futbolistas txuri-urdin intentaban explotar la superioridad numérica (dos para uno) contra el carrilero ucraniano, y tampoco tenían inconveniente en buscar de forma muy directa la línea de fondo si el interior visitante llegaba a tiempo a la ayuda y se daba junto a la cal una igualdad numérica (dos contra dos).
Presión bien ajustada desde el inicio
Poco a poco y según lo visto, la Real fue hundiendo al Dinamo de Kiev en su propio campo, un propósito logrado también mediante un importante ingrediente, la presión alta de los txuri-urdin. Imanol demostró haber estudiado previamente cómo los ucranianos acostumbraban y acostumbran a modificar su dibujo en ataque, deformando con balón el 5-3-2 para pasar a formar mediante un claro 4-3-3. El técnico oriotarra ajustó a los suyos a este segundo esquema y apostó por lanzarse a apretar al hombre con la misma agresividad mediante la que el equipo estaba atacando por fuera. Lo cierto es que, a partir de todo lo explicado, los errores de los zagueros forasteros a la hora de dar salida al balón, así como los duelos que Zubeldia y Aguerd ganaban en caso de juego directo, embotellaron al propio Dinamo.
El campo fue inclinándose hacia la portería de Bushchan con el paso de los minutos, hasta que llegó el 1-0 mediante una acción muy significativa. La Real avanzó por la banda izquierda a través de Aihen y Becker. El internacional con Surinam, en uno contra uno ante su carrilero, buscó la línea de fondo para centrar al área. Y esta fue poblada por varios jugadores txuri-urdin, mediante la presencia allí del delantero centro Oyarzabal y de los interiores Olasagasti y Brais. "Teníamos que atacar su última línea", recalcó Imanol tras el encuentro, en referencia a una idea posiblemente originada también por los múltiples cambios que se dieron en la defensa del Dinamo. En su eje actuaron futbolistas poco habituales que sufrieron ante los atacantes guipuzcoanos, dándose acciones como la del penalti cometido sobre el propio Oyarzabal. El autor de la infracción, eso sí, fue precisamente el único de los tres centrales que venía siendo titular, un Popov a quien el partido le quedó muy grande.
Colapso rival
Lo relatado hasta este punto implica la historia de cómo la Real fue poco a poco imponiéndose tras una aceptable puesta en escena por parte del Dinamo. Lo sucedido a partir del gol, mientras, apunta ya a una escuadra visitante que se descompuso por completo al ver que las dificultades surgidas se traducían en una desventaja en el marcador. Los ucranianos empezaron a cometer cada vez más errores, imprecisos con balón, blandos en los duelos y precipitados hasta la descoordinación al ejecutar lo que habían trabajado para la defensa. El 2-0, por ejemplo, llegó como consecuencia de una jugada txuri-urdin que algunos futbolistas ucranianos presionaron con agresividad mientras otros contuvieron con mayor templanza.
El partido dejó a su conclusión la sensación de que la victoria de la Real resultó sencilla. Y lo cierto es que así terminó siendo. Sin embargo, tuvieron mérito los txuri-urdin a la hora de picar piedra durante los primeros quince minutos y lograr así llevar el encuentro a su terreno. El cuarto de hora inicial se asemejó en gran medida a lo visto durante los cinco duelos previos del Dinamo en la Europa League. El cuadro ucraniano, sin embargo, nunca se había desmoronado como hizo en Anoeta tras el 1-0, ante un cuadro txuri-urdin que sí logró provocar ese colapso. Acertar mediante la agresiva fórmula de avances por fuera y con el modo en que presionar al cambiante dibujo de los visitantes permitió a Imanol dosificar a varios futbolistas importantes pensando en el partido de este domingo contra Las Palmas.