La Real Sociedad recibe este domingo al Barcelona en Anoeta (21.00 horas), en partido correspondiente a la jornada 13 del campeonato de Liga. A estas alturas de la película, no hay secretos con la pizarra culé de Hansi Flick, cuyo equipo llega lanzado a Donostia desde una propuesta muy característica. La presión alta, la línea defensiva adelantada para provocar numerosos fuera de juego y un cuadrado interior casi innegociable en la fase ofensiva significan las señas de identidad del cuadro blaugrana.
Lo cierto es que el 4-2-3-1 de base que muestra esta última imagen significa sólo un punto de partida. Rara es la ocasión en la que los culés lo dibujan sobre el césped, tanto en fase ofensiva como defensiva. Sin embargo, sí hay lances durante los encuentros en los que se aprecia el mencionado sistema, como este que se expone a continuación y que cuenta con una particularidad. Los dos extremos figuran muy metidos a posiciones interiores, dejando las bandas a los laterales.
En ataque
Cuando los culés tienen el balón, acreditan, para empezar, una característica novedosa y muy propia. Apuestan por ser siempre todo lo verticales que les permita la jugada, sin perderse en pases horizontales. Los defensas, por ejemplo, filtran constantes balones a posiciones interiores, desde las que el Barcelona abre ya el esférico a banda para explorar el uno contra uno de sus extremos, principalmente Lamine Yamal. ¿Por qué esto último? Porque con balón, al fin y al cabo, Raphinha acostumbra a describir un movimiento interior para que la medular blaugrana forme una especie de cuadrado, dejando todo el ala zurda al lateral Balde.
La captura mostrada corresponde a la versión más recurrente de ese cuadrado medular, pero hay más. El requisito principal reside en que siempre se incorpore a la sala de máquinas un cuarto centrocampista. Suele ser Raphinha, pero también puede ejercer ese rol Lewandowski quedándose el brasileño en banda, o incluso Lamine Yamal.
Puede sorprender que la piedra filosofal de un equipo con extremos punzantes resida en este juego interior. Sin embargo, hay que puntualizar que la acumulación de futbolistas por dentro tiene también como objetivo último atraer rivales y posteriores aperturas hacia un Lamine Yamal defendido únicamente por el lateral rival.
En defensa
La presión alta resulta innegociable en un Barcelona cuyo entrenador viene protegiendo al veterano Lewandowski de completar recorridos excesivamente largos. Flick está anclando al polaco, emparejado con el pivote rival, para que los extremos salten a por los centrales del adversario, y para que los laterales Koundé (o Fort) y Balde hagan lo propio con los laterales del contrincante. No resulta nada infrecuente ver a los culés apretando en hombre a hombre por todo el campo.
Una interesante referencia para la Real, a la hora de intentar superar esta presión, reside en el Barcelona-Bayern de la Champions. Durante el tramo inicial del encuentro, los alemanes dañaron al cuadro culé a partir de la ubicación sumamente abierta de los extremos, quienes fijaban muy bajos a Koundé y Balde, impidiendo sus respectivos saltos a por los laterales. La bajada de Harry Kane a la mediapunta se sumaba a una amalgama de situaciones que permitía a los de Munich salir a través de sus propios laterales, libres a menudo y recibiendo diagonales tras ganar mucha altura.
Un análisis del actual Barcelona debe incluir, obviamente, a su adelantada línea defensiva para provocar fueras de juego. Se trata de un arte que los catalanes vienen desarrollando desde una sobresaliente sincronización por parte de la zaga, y por parte incluso de extremos o pivotes cuando se suman a la retaguardia. Sin embargo, hay que subrayar también que el pasador se encuentra a menudo libre de marca, lo que puede permitir burlar el sistema culé acertando con el timing del desmarque y con incorporaciones de hombres desde segunda línea.