La negociación por la renovación de Mikel Merino sigue su curso. Son ya muchos meses los que se vienen prolongando unas conversaciones y una operación que, sin duda, ya han hecho correr ríos de tinta. Lo curioso del caso es que se han publicado o defendido versiones muy contradictorias sobre lo que estaba sucediendo en los despachos. Muchos creen que el navarro tiene un pie fuera y no piensa renovar su contrato con la Real y, por el contrario, otros consideran que firmará una prolongación de su contrato más pronto que tarde. Así viene siendo el día a día de un proceso que, la verdad sea dicha, se está dilatando mucho en el tiempo, algo que sin duda le conviene a un futbolista que a partir del 1 de enero de 2025 podrá comenzar a negociar formal y libremente con otros clubes.
La realidad es que la situación a día de hoy es bastante más halagüeña de lo que muchos se piensan. La Real está apretando para cerrar cuanto antes la renovación de la última pieza clave, hecho que se había marcado como prioridad desde que sellara la continuidad del resto de pesos pesados de la plantilla (el último en prolongar su vinculación fue Mikel Oyarzabal, en febrero de 2023).
“Ahora ya solo nos queda Merino para asegurarnos bien el futuro”, comentaba en privado una de las voces con más peso de la directiva. El hecho de que la intención de Jokin Aperribay sea rubricar el nuevo acuerdo con celeridad confirma que en la actualidad no contempla un escenario que no sea la continuidad de uno de los valladares en su medular.
De hecho, así lo ha reconocido en más de una ocasión: “Merino es una persona absolutamente integrada en la Real y que creo que va a acabar su vida deportiva en la Real, pero esto no tiene que ser una cárcel de oro, sino un proyecto en construcción y Mikel es de los principales arquitectos que tenemos en la construcción de este proyecto”.
Además de repetir con insistencia y aparente tranquilidad y normalidad que no existe ningún problema en las citadas conversaciones: “No pasa nada, esa es la verdad. Estamos completamente tranquilos. Es un jugador muy importante, que lo está haciendo fenomenal, plenamente integrado. Hay que tener tranquilidad, no estamos hablando todos los días ni con él, ni con su entorno, pero no hay nada de que preocuparnos”, declaró antes del final de año.
Buen negociador
Es decir han pasado ya cuatro meses, lo que debería ser motivo al menos de bastante inquietud, pero en Anoeta continúan ofreciendo una sensación de sincera tranquilidad y calma. Y la verdad es que la espera le suele dar la razón, al constatar que Aperribay casi siempre ha salido vencedor en estos procesos largos y enrevesados. Pero a nadie se le escapa que, tras varias reuniones, existen unas discrepancias económicas que no se terminan de solucionar y es seguro que el hecho de que la Real tenga casi imposible regresar a la Champions League no ayuda ni en lo deportivo, que no es tan preocupante si se obtiene un quinto pasaporte consecutivo a Europa, ni en lo económico, por las consiguientes reducciones presupuestarias.
Merino es feliz en la Real y en Donostia, lo ha declarado y demostrado por activa y por pasiva. No tiene ningún reproche que hacer a nadie y es plenamente consciente de lo que le ha dado y de lo importante que ha sido el club en su carrera. La cuestión es que cuando finalice su vinculación en junio de 2025 le faltarán pocos días para cumplir 29 años, lo que supone que se encuentra a la espera de firmar el último gran contrato de su vida. Desde su entorno aseguran que no le han puesto en el mercado y que, en este sentido, su “lealtad” hacia la Real por todo lo bien que le ha tratado es absoluta.
El termómetro de la Eurocopa
Es innegable que el tiempo corre a su favor. Además, este verano va a disputar su primera Eurocopa y, si no ha renovado aún, eso puede suponer un escaparate muy peligroso para la Real en el caso de que sea titular y triunfe o, por qué no decirlo, también correr el riesgo de infravalorarse si la selección fracasa y apenas juega. Lo cierto es que también hay que tener en cuenta que el torneo condiciona la negociación porque el hecho de ser internacional le dota de un caché indiscutible.
También debe quedar claro que Merino no exige para nada ser el que más cobra del plantel, aunque pretenda, como es lógico dado su rol capital en el equipo estos años, seguir en el escalón más alto. Y tampoco hay que olvidar que el navarro dijo no a ofertas más poderosas económicamente (Athletic) o del mismo nivel deportivo (Betis) para recalar en Donostia al considerar que la Real era su destino ideal por muchas cuestiones.
Y que, además, no tiene ya ese espíritu de aventura y de experimentar en otras ligas al haber vivido dos experiencias que no salieron demasiado bien en el Borussia de Dortmund y el Newcastle. Probablemente más intranquilizador sería un hipotético interés de los tres gigantes de la Liga, que aún no está confirmado que se haya producido.
Si la Real quiere que siga y piensa apostar fuerte por ello y Merino pretende seguir de forma irrebatible, lo que hay que pensar y creer es que continúan condenados a entenderse y que tarde o temprano prolongaran un matrimonio de conveniencia que ha resultado muy exitoso y satisfactorio para ambas partes. Aunque esto es fútbol...