Entiendo perfectamente que Imanol saltara como un resorte cuando le plantearon aquello de que el Athletic había estado muy poco fino de cara al gol. “No, no, no. 3-0. Otras veces nos ha faltado acierto a nosotros, y en esas circunstancias a los entrenadores nos caen las que nos caen. En esta ocasión sí hemos sido certeros y nos llevamos el derbi, bien ganado además”. El fútbol resulta caprichoso, impredecible, y sus resultados se ven muy a menudo determinados por “detalles puntuales” que, en boca del perdedor, pueden sonar a excusa. De esto último, de poner paños calientes a los tropiezos, se ha solido acusar precisamente al técnico oriotarra, cuando la realidad del juego demuestra que pocos son los partidos cuyo marcador final no camina sobre el alambre durante largos minutos. La Real Sociedad no completó este sábado una actuación para ganar como lo hizo, del mismo modo en que el 2-0 de abril en San Mamés fue a todas luces excesivo. Ambos duelos, en cualquier caso, vieron cómo su vencedor se adelantaba gracias a una fase de superioridad inicial que empezó a desequilibrar la balanza, algo que ahora toca destacar de los nuestros.

El equipo cimentó su victoria firmando 30 minutos notables en el arranque, tiempo durante el que supo interpretar a la perfección el modo en que le apretaba el Athletic. A la hora de saltar a la presión alta, los rojiblancos venían tapando dentro a sus rivales y centrando incluso a los extremos para reforzar ese bloque interior, circunstancia que la Real provocó desde los privilegiados pie y cabeza de Álex Remiro. El meta, brillante, retuvo el balón, incitó a que alguno de los hermanos Williams viniera a por el central libre de marca y sirvió con precisión al lateral que quedaba solo, a la espalda de Iñaki o de Nico. Traoré, Tierney y Aihen hicieron luego el resto, progresando con criterio para que la escuadra txuri-urdin hurgara ya en zonas más desprotegidas por el rival.

Sucedió a partir de todo ello lo ya comentado en el primer párrafo: que el fútbol es muy caprichoso. La Real se adelantó a balón parado (como el Athletic en abril). Pudo recibir luego el empate tras dos desajustes defensivos en la zona de Kubo-Yuri. Y sufrió mucho también cuando, habiendo modificado ya la estructura de presión, vio cómo su adversario acertaba a enganchar con Muniain entre las líneas de ese nuevo 4-4-2 que dibujaron los de Imanol en la contención. Faltaba gasolina. Se abrió el encuentro. Y el intercambio de golpes premió a quien mostró mayores dosis de pegada. No hubo más. Ni menos. El equipo txuri-urdin no se está mostrando precisamente redondo, pero pedirle que lo esté sería tremendamente injusto. Ahora a Salzburgo. Menudo toro bravo...

1- EL PANORAMA INICIAL. La imagen corresponde al primer minuto de partido e ilustra el panorama con el que se encontró la Real. El Athletic se ordenó en base a un teórico 4-2-3-1 que buscaba tapar la vía interior a los txuri-urdin. Muniain se emparejaba con Zubimendi, Ander Herrera con Merino y Dani García con Brais. Guruzeta, a cargo de los dos centrales, trataba de incomodar las posibles conducciones de Zubeldia o Robin Le Normand.

2- INCITANDO A LOS WILLIAMS. La captura previa ilustra cómo los hermanos Williams marcaban de inicio a Traoré y Tierney, circunstancia que la Real trató de modificar provocando que el Athletic apretara arriba y atrayendo a los extremos rojiblancos a presiones interiores. Remiro (imagen) retiene unos segundos el balón, se orienta hacia el central libre (Zubeldia) y logra que Nico salte a por el azkoitiarra, quedando libre el propio Traoré. Envío diagonal al de Mali.

3- UN COMODÍN PRECIOSO. La Real acumula salidas por ambos costados.En esta, dejando atrás a Nico, Traoré se convierte en comodín (+) para crear superioridades numéricas. Puede atacar la banda de Kubo y Yuri (parcela blanca) y lograr un 2 contra 1. Si Dani García sale a su paso, mientras, conseguirá una especie de 3 contra 2 interior con Brais y Merino. Y existe también la opción de lanzar al mano a mano de los extremos con sus pares.