Entrenado, duchado y recién comido, Brais Méndez (Mos, 1997) comparece como un pincel en el túnel de vestuarios de Anoeta. Apenas un minuto después lo hace Sadiq Umar con camiseta de tirantes, pantalón corto y chancletas, para someterse también a una entrevista. El nigeriano se mira los pies, compara looks y bromea sobre el veraniego atuendo que él ha escogido, antes de vacilar al mediapunta por el modo en que este posa ante el fotógrafo. Concluida la escena, ambos se chocan las manos y dan fe de lo que el ex del Celta va a subrayar durante 20 minutos de conversación con NOTICIAS DE GIPUZKOA: “Cuando llegué me llamó la atención la unión del vestuario”. De aquello ya ha pasado un año.

¿Se va uno más tranquilo de vacaciones después de cerrar la Liga marcando?

Sí, y la verdad es que necesitaba anotar (contra el Sevilla en la última jornada). El año en general resultó espectacular, pero a nadie le gusta que el grifo de los goles se le corte de semejante manera después de empezar tan bien la temporada. En cualquier caso, lo de ver puerta era lo que menos me preocupaba en ese tramo final de la Liga. Se trataba de que el equipo terminara lo más arriba posible. Y si yo podía ayudar, pues mejor todavía.

Los futbolistas tienden a restar importancia a las rachas, pero usted me dice que “necesitaba” esa diana.

Bueno, a ver, no sé si “necesitaba” es la palabra, pero a todos nos gusta sentir que participamos en los éxitos del equipo con goles y asistencias. Agradecí marcharme de vacaciones después de marcarle al Sevilla, aunque ya te digo que tampoco le había dado muchas vueltas al asunto. Efectivamente, sé que esto del fútbol funciona muchas veces en base a rachas. Si los delanteros pasan semanas sin hacer goles, imagínate yo que juego de interior... En el inicio del curso estaba con la flechita hacia arriba e iban todas dentro. Después costó, pero no le puedo pedir más a la temporada, ni en lo individual ni en lo colectivo. 

¿Esa flechita hacia arriba fue bajando poco a poco durante la campaña?

Si te soy sincero, no estoy de acuerdo con eso. Quizás se estime así desde fuera, por el tema de los números: llama la atención que un futbolista con esas estadísticas en la primera parte de la temporada deje de producir tanto. Pero, si nos ceñimos al juego, pienso que mi labor y mis sensaciones siempre fueron las mismas, aunque no llegaran ya esos goles y esas asistencias.

Recuerdo que entre enero y febrero coincidieron lesiones de Silva y Merino, y que usted tuvo que acumular muchos minutos. ¿Le restó chispa aquello?

Quizás, pero creo que también pagué el no estar acostumbrado al calendario que tuvimos durante toda la temporada en general. Yo nunca había jugado tres torneos en una misma campaña. Nunca había encadenado tantos partidos en jueves-domingo sin casi tiempo para descansar. Y un calendario así te pasa factura. En estos contextos hay que saber dosificarse, y quizás yo no lo hice de la mejor manera, al no haber vivido nunca algo semejante. Sin embargo, de estas experiencias también se aprende y quiero interiorizarlo todo para que en las próximas temporadas no me vuelva a pasar.

El cambio de Imanol al 4-3-3, a mediados de abril, tampoco le ayudó: había una plaza menos en la medular, y Brais fue el sacrificado.

Tenemos una plantilla muy buena y muy larga que puede adaptarse a distintos sistemas de juego. Soy consciente de que todos mis compañeros tienen mucha calidad y de que ellos también trabajan en el día a día para que les llegue su oportunidad. En ese momento que citas dejé de figurar en las alineaciones, pero no quedó otra que seguir adelante, apretando para poder disfrutar de más minutos.

¿El nuevo dibujo volvió para quedarse?

No lo sé, todavía no hemos hablado de táctica durante la pretemporada. Estamos entrenando para prepararnos de la mejor manera, con el objetivo de llegar bien a los primeros amistosos y al inicio de la competición oficial.

Al margen de titularidades y suplencias, ¿qué cambia para usted jugar con un esquema u otro?

Lo que cambia para un centrocampista es que, con el 4-4-2 en rombo, normalmente vas a tener superioridad numérica por dentro, y que así va a resultar más fácil encontrar al hombre libre, sobre todo cuando cuentas con compañeros que te lo hacen todo tan sencillo. Yo me siento muy cómodo en los dos sistemas, me da lo mismo uno que otro. Pero sí que es cierto que a los del medio nos facilita las cosas el hecho de jugar secundados por otros tres centrocampistas.

Me responde centrándose en la fase ofensiva. ¿Y en la defensiva? ¿Cómo se siente mejor?

En el equipo tenemos varias maneras de presionar. Somos capaces de ir a pares (hombre a hombre) y hacerlo bien, pero también podemos defender en inferioridad orientando el bloque. A mí me puede tocar emparejarme con algún jugador cercano o desplazarme en mayor medida para apretar. ¿Cómo? De interior en el rombo, saliendo a banda a por el lateral rival. Y en la tercera altura del 4-3-3, saltando a por el central. Aquí tampoco tengo preferencias, porque hablamos de trabajos que, si no los hago yo, los va a tener que hacer otro compañero, y también porque durante la pretemporada entrenamos para ponernos a tono y para que duren las pilas durante la competición, sea con el sistema que sea.

Con el sistema o con la presión que sea, la Real se ha erigido en equipo especialista a la hora de ganar los duelos individuales.

Sí, y esto es lo que marca la diferencia en el fútbol de hoy en día. A nivel de calidad y de físico está todo muy igualado en Primera División, así que el factor clave reside muchas veces en mostrarte fuerte en esos duelos individuales.

La Real los gana. ¿Por qué?

Porque entrenamos como entrenamos. Cuando me preguntan qué fue lo que más me sorprendió al llegar a la Real, siempre respondo que dos cosas. Primero, la unión que existe en el vestuario, clave para conseguir los éxitos que se han logrado. Y, en lo futbolístico, la manera de entrenar. El domingo se juega como se ha entrenado: lo que se ve en el campo es lo que hemos hecho en Zubieta los días previos.

Pues explíqueme lo que hacen en Zubieta.

Lo mismo que durante los partidos: vamos al 100%. Si tienes que darle un palo a un compañero, se lo das y después pides perdón. ¿Por qué? Porque si no haces eso entrenando, quizás tampoco lo hagas después en la competición. Si te acostumbras a ir con fuerza a los duelos todos los días en Zubieta, si te acostumbras a ser ganador, el domingo estas cosas salen solas.

Cuando hablábamos ahorasobre su rol en el equipo, usted y yo mismo situábamos a Brais como centrocampista de tercera altura en el 4-3-3. ¿No se ve también en la segunda? Ahora que no está Illarra...

Sí, ¿por qué no? Yo me considero un futbolista que puede jugar tanto de 10 como de 8. Al fin y al cabo, en el rombo ya estaba jugando en una segunda doble altura, compartida con Merino o con quien actuara en el otro interior. No creo que mi juego tenga que cambiar mucho para actuar en esa segunda altura dentro del 4-3-3.

Zubimendi, Brais y Silva formando una hipotética medular. ¿Lo compra?

Claro que sí. Esa combinación que citas puede darse perfectamente. Es más, también me atrevería a decirte que me veo igualmente en un doble pivote. Sé que nadie me ve ahí, pero yo sí (risas).

¿Se siente encasillado en ese papel de jugador principalmente creativo y cercano al área rival?

A ver, te reconozco que a mí me gusta más moverme en la zona de tres cuartos, próximo a la mediapunta. Pero también pienso que, si un día me toca desempeñar labores en una zona más retrasada, lo puedo hacer muy bien.

Tiene contrato hasta 2028.

Estoy encantado aquí, en lo deportivo y en lo personal. Siento que el equipo crece y que yo lo hago con él. Vivo en Donostia con mi novia y ella está más contenta que yo todavía. No podemos pedir más.

Con un acuerdo tan largo, llegará el día en que Silva dé un paso al costado y le coloquen a usted el cartel de sustituto.

David es un ejemplo en todo, aprendo de él a diario. Ojalá siga aquí hasta los 45 años, o hasta cuando él quiera. ¿Si se retira o se marcha? No me preocupa mucho el cartel que me puedan poner entonces. Solo te digo que para mí sería un honor terminar mi carrera con una cuarta parte de los números y de los éxitos que ha tenido él.