Veinte años de la noche de los sueños rotos. Era una crónica de una muerte dulce anunciada y, como tal, tampoco se convirtió en el día más triste. La mayoría de las lágrimas ya se habían derramado una semana antes en Vigo, donde la Real de Raynald Denoueix aterrizó líder en la penúltima jornada de Liga con la posibilidad de proclamarse campeón de la Liga por tercera vez. La derrota ante el equipo más en forma del final del campeonato que le permitió entrar en Champions y la victoria del Real Madrid le condenó a esperar un milagro en la última jornada en el Bernabéu del Athletic, a lo que había que sumar su victoria ante el Atlético. Curiosa y cruelmente, la misma situación que se vivió en la temporada de la imbatibilidad, 1979-80, cuando los de Ormaetxea cayeron por primera vez en la penúltima estación en Sevilla, y vivieron una emotiva fiesta con vuelta al ruedo incluida tras imponerse al Atlético pese a que el Madrid, vencedor también al final, doblegara al cuadro bilbaino.

En el fondo eran muy pocos los que confiaban en que el 22 de junio de 2003 se produjese la carambola, pero Anoeta registró un lleno absoluto. Lo malo es que muchos de los presentes todavía le daban vueltas al anterior encuentro de los realistas en su estadio, en el que no fueron capaces de imponerse a un Valencia que apuraba sus opciones para arrebatar al Celta la cuarta plaza de Champions y que disputó muchos minutos con un jugador menos por expulsión de Ayala.

Pero la afición entendió la extraordinaria temporada que completó una plantilla que el curso anterior había salvado la categoría de milagro con Roberto Olabe en el banquillo las últimas nueve jornadas y que había apostado por un entrenador francés desconocido como Raynald Denoueix. El druida galo encontró una fórmula casi perfecta en un once que se recitaba de memoria compuesto por Westerveld; Rekarte, Jauregi, Schürrer, Aranzabal; Karpin, Aranburu, Xabi Alonso, De Pedro; Nihat y Kovacevic. Se pasó la primera vuelta invicto, se proclamó campeón de invierno, por momentos jugó de maravilla y en la segunda vuelta, cuando la campaña se le empezó a hacer larga y le superó el Madrid de los galácticos, tuvo arrestos para reaccionar y remontar hasta rozar la gloria. Para el recuerdo, tardes memorables como la del 4-2 al campeón en Anoeta o en el derbi de la primera jornada. Pero la realidad es que estuvo tan cerca, que el dolor también será eterno...