Fue una primera parte de auténtica locura, más movida incluso que aquellos 90 minutos de octubre en Montilivi. Ocasiones aquí, ocasiones allá, contragolpes... Y sufrimiento, mucho sufrimiento. No se había alcanzado la media hora de encuentro y la Real Sociedad ya ganaba 2-0, pero el duelo ante el Girona desprendía olor a incertidumbre por los cuatro costados. Encendido tras el gol de Silva, el equipo txuri-urdin dispuso de algún que otro acercamiento claro para marcar el tercero incluso. Pasados esos bríos, mientras, el rival devolvió el partido al panorama previo de descontrol mutuo, un contexto que tuvo su origen en la tempranera amarilla de Igor Zubeldia. Cambiaron muchas cosas a partir de entonces.

Va de frases

“Si hay que ir, se va. Pero ir pa ná es tontería”. Según Google y YouTube, la mítica expresión del humorista José Mota data de 1999. Más de dos décadas después, el propio Zubeldia y Robin Le Normand la hicieron suya en Anoeta, confirmando la vigencia de una segunda frase, futbolera esta, según la cual “quien sale en la foto no tiene por qué ser el responsable”. Sí, dudaron el azkoitiarra y el bretón. Llegaron tarde a varios duelos. Hasta se quedaron sin dirimir alguno, por simple miedo a saltar muy arriba. Pero el origen de esos incendios se encontraba casi siempre en otras parcelas del campo. Sin citarles, Imanol reclamó a ambos una mayor osadía a la hora de acompañar la presión durante la primera mitad. “Ir pa ná es tontería”, pensarían ellos. Para ser justos, hay que recalcar lo añadido por el míster en la misma rueda de prensa: echó igualmente en falta un mayor vigor en la primera línea cuando tocaba apretar. Yo también.

Las pizarras

La batalla de las pizarras entre Míchel y el oriotarra estuvo muy interesante, imponiéndose de inicio la idea del entrenador realista. Con Oyarzabal pegado a Arnau, tanto dentro como fuera, y con Merino marcando a Tsygankov, Alguacil quiso desactivar el lado fuerte del Girona y hacer que los catalanes intentaran salir por su izquierda, donde el lateral Javi Hernández quedaba teóricamente libre. Picó el rival, porque de inicio esa fue su vía de escape. Pero falló entonces la respuesta txuri-urdin, ya que, en una de esas, las presiones de Kubo y Gorosabel llegaron algo tarde y Zubeldia se comió el marrón de verse encarado por Riquelme a campo abierto. “Si hay que ir se va”. Cartulina y, sobre todo, muchas dudas para lo que venía después. Transcurridos solo tres minutos, con motivo de una acción similar, el citado salto en acordeón ya no se produjo, porque hay pocas cosas más humanas que el miedo.

Temor lógico

Algo se ajustó luego la Real, en un gesto comprensivo con su tarjeteado. Pero a partir de entonces le tocó a Le Normand acompañar a Tsygankov hasta al cuarto de baño. No siempre lo hizo, en una circunstancia atribuible a dos factores. El primero, otra vez, el miedo, un temor lógico vista la facilidad con que Oriol Romeu había podido recibir y girarse en un par de acciones anteriores. El segundo factor, digámoslo todo, residió mientras en el buen hacer de un Girona que con la distribución de sus piezas contribuyó a alimentar las dudas txuri-urdin. Estas resultaron decisivas para que dos goles de renta se transformaran en un 2-2 al descanso, aunque luego pasaron a mejor vida durante el intermedio. Hay mensajes que van más allá de un mero retoque táctico y exigen Imanolina prolongada. Debieron retumbar las paredes del vestuario.

Sin grandes cambios

Al fin y al cabo, tampoco cambió gran cosa en el entramado txuri-urdin para la segunda parte. De hecho, no cambió casi nada, solo que la Real apretó convencida y determinada. Corrió riesgos, enfrente había un equipazo y le engancharon alguna que otra vez. Pero ya fueron las menos y mereció así ganar un encuentro cuyo recuerdo será mejor en el futuro que ahora mismo, inmersos como estamos en el fragor de la batalla Champions. Del valor que tiene el billete europeo no digo nada porque ya lo subrayé por aquí hace unas semanas. Solo voy a repetir, frustrado aún por los dos puntos que volaron el sábado, que la temporada del equipo merece a estas alturas un sobresaliente, y añado a ello mi plena confianza en que consumaremos la matrícula de honor. Va a costar nadar hasta la orilla, faltaría más. Pero la hemeroteca, por encima incluso del buen colchón de puntos, obliga a creer en esta Real. La hemeroteca y el juego, claro.