Apoteosis txuri-urdin ante el campeón de Europa. El día más esperado de esta recta final del campeonato, la Real Sociedad sacó a relucir las delicias de su libro de estilo para ejecutarlas y lograr un triunfo extraordinario que le permite acercarse más que nunca a la ansiada cuarta plaza. Anoeta fue una auténtica fiesta gracias a la exhibición de un equipo que le tiene enamorado desde hace muchos meses. Es cierto que las temporadas se hacen largas, que el fútbol de hoy en día es efímero y se estila la máxima de que eres tan bueno como has jugado el último encuentro, pero este proyecto lleva tiempo escribiendo varias de las mejores páginas en la leyenda txuri-urdin. Durante muchos meses no han sido pocos los que han echado en falta un triunfo plenamente completo frente a un adversario de postín, con la grada patas arriba paladeando la calidad y el nivel de los suyos, y los jugadores desarbolando futbolistas considerados entre los mejores del mundo. La parroquia blanquiazul merecía vivir un encuentro inolvidable como el de ayer. No, no es ni un derbi ni un clásico, pero el equipo blanco sabe perfectamente que cuando visita Donostia existe una posibilidad importante de regresar con derrota. No es una cuestión de ahora, ni tampoco reciente. Es ya medio siglo con el conjunto blanco pasándolas canutas en Atotxa y en Anoeta, aunque, como es lógico, también hayan pasado por épocas en las que ha impuesto su recurrente dictadura de resultados.

Lo mejor del éxito txuri-urdin de ayer en una de sus más excelsas actuaciones de la temporada es que demostró una madurez sensacional que le permitió interpretar y leer lo que le correspondía a cada momento del encuentro. Sabía que iba a pasar por situaciones de sufrimiento, de tener que aguantar para esperar con paciencia a que llegase su mejor momento y lo hizo a la perfección. Claro está que con jugadores como Silva, Zubimendi, Merino o Kubo todo resulta mucho más sencillo en este sentido. La magia del canario reinó por encima de cualquier cosa y cualquier otra estrella que brilla con luz propia en el campo. A sus 37 años, continúa siendo un futbolista sideral, de otra galaxia. Que siempre hace mejores a sus compañeros, a los que conoce y les entrega la pelota como el encargado de un catering que sabe lo que no pueden comer por intolerancias y lo que les conviene a todos los comensales. Ya es hora de renovar su contrato. Ayer acabó poniendo en pie a la grada como pocas veces se recuerda cuando fue sustituido por Illarramendi.

Los goles de Kubo, que viendo su celebración no parece que tenga muchas ganas de regresar a Madrid, y de Barrenetxea, tras un cambio de banda excelso de Silva, plasmaron la indiscutible superioridad donostiarra ante la algarabía de su hinchada, que se rompía las palmas aplaudiendo como el niño que acude por primera vez a disfrutar de las excelencias de un circo.

Javier Tebas, el supuesto abanderado de la lucha por los intereses de la toda la Liga, el mismo que critica que vayan cuatro equipos españoles a la Champions para que no crezcan tanto por ingresos y no quiere ver una final de Copa que no sea un clásico, tuvo la delicadeza de poner la visita del campeón de la Champions un martes de labor a las 22.00 horas en Anoeta. Una auténtica vergüenza o, como dijo Imanol, una mierda para el aficionado. ¿Qué le importarán al presidente todos esos niños socios blanquiazules, sobre todo del territorio, que por culpa de su negocio se quedan sin ver uno de los partidos de la temporada? Y sí, sabemos que los clubes son responsables directos por haber vendido su alma al diablo debido a que el dinero de las televisiones cubre un elevado porcentaje de sus presupuestos, pero no se puede ningunear a la gente que está todas las semanas a tu lado, haga frío o calor, llueva o nieve. “Se están cargando el fútbol”, ya comentó Imanol en lo que quedó como un grito en el desierto. Aun y todo fueron más de 35.000 espectadores, la enésima confirmación del fervor que se respira con este proyecto en la parroquia txuri-urdin.

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Las mejores imágenes de la victoria de la Real Sociedad ante el Real Madrid Ruben Plaza

La Real también pone de su parte. Sigue sin entender que esto es fútbol y que la gente quiere escuchar el rugido de la grada en los prolegómenos de los partidos (en el descanso tiene un pase, al menos para no tener que soportar el volumen del speaker). Los conciertos de música pertenecen a otra ventanilla. Sobre lo de los superhéroes, mejor correr un tupido velo y lanzar un guiño a Toshack con su manido “no comment” el día que se enfrentaban dos de sus exequipos. Uno se imagina las dos iniciativas en el pabellón de Belgrado antes de jugar contra el Madrid en baloncesto y ya pueden demostrar superpoderes, sobre todo, para volar y desaparecer rápido de ahí.

Sin apenas novedades

Imanol apostó por lo esperado, con las vueltas de Oyarzabal, Kubo y Sorloth y la novedad, quizá más imprevista, del regreso de Gorosabel en lugar de Aritz Elustondo. En el Madrid faltaban Modric, Benzema y Vinicius. Que no es poco. A pesar de todo, su once era reconocible y estaba plagado de internacionales.

La primera parte resultó trepidante con los dos equipos valientes, tratando de dominar a través de la posesión y con buenas ocasiones en ambas áreas. Tchouameni y Militao pusieron a prueba a Remiro al inicio. El navarro sacó una mano espectacular al cabezazo del brasileño. La primera jugada destacable de los realistas fue coral y acabó en un centro de Gorosabel que no convirtió en gol un recuperado Sorloth por el cruce de Militao. Silva no aprovechó un lanzamiento muy cercano en una acción que estaba anulada por fuera de juego y Zubimendi, en boca de gol, estrelló en el larguero el gran córner de Kubo que había peinado Sorloth. Zubimendi sirvió un balón en largo al escandinavo, que dejó atrás a Rudiger, pero se atrancó un poco en el pase de la muerte que Silva acabó culminando flojo para que lo detuviera Courtois.

Pulido Santana no quiso ver un claro penalti de Militao a Oyarzabal (le golpea a la altura de la rodilla, la típica jugada con la que hay que contar cuando está enfrente el Madrid) y Rodrygo también puso a prueba a Remiro antes del descanso.

Nada más iniciarse la segunda parte llegó la acción clave del encuentro en un malentendido entre Militao y Courtois que aprovechó a puerta vacía Kubo. No fue casualidad que pasara por allí y que estuviera con la caña preparada. Tras otra intervención de Remiro a chut de Kroos, llegó la expulsión de Carvajal, que simplemente se la ganó a pulso. Con el campo inclinado hacia la meta de Courtois, la Real se dio un festival con la pelota, en una demostración excelsa de lo bien trabajado que está este equipo, y con una presión asfixiante que le permitió que todo un Madrid apenas se acercara a su área. 

Una obra de autor con nombres y apellidos. De don Imanol Alguacil Barrenetxea. Este segundo como el de Ander, la joya de Zubieta que ha recuperado el brillo. El canterano ya había estado muy cerca de marcar de falta antes de firmar la sentencia al aprovechar la asistencia de la noche obra de Silva.

Sucedió un 2 de mayo, festividad en Madrid. Cuando el levantamiento txuri-urdin permitió a los blanquiazules hacerse con un triunfo vital, merecido y para el recuerdo en lo que para ellos era una gran final. Y así lo acreditaron desde el primer minuto hasta el final. La cuarta plaza aparece a la vuelta de la esquina, todavía habrá que remar y sufrir, pero a este nivel resulta imposible no soñar con el himno de la Champions. Memorable.