La Real apostó de inicio por el regreso al 4-4-2 en rombo (Kubo mediapunta). El Cádiz opuso un 4-4-1-1 de bloque medio-bajo y línea de centrocampistas muy estrecha. Objetivo (como el de casi todos los rivales txuri-urdin): tapar dentro y conceder salida exterior.
En esta imagen vemos cómo Bongonda y Sobrino defendían lejos de la banda, concentrados en taponar los pasillos interiores y basculando a por Brais o Merino cuando la jugada avanzaba por el lado opuesto. Rico y Gorosabel eran las vías de salida para la Real.
Imanol recurrió a una acción que se está haciendo muy habitual durante los últimos partidos, siempre ante adversarios que tapan dentro y que, desde ese punto de partida, basculan hacia el lado del balón: cambio de orientación con envíos diagonales.
Los txuri-urdin eligieron concentrar el juego en derecha (triángulo Gorosabel-Brais-Zubeldia) para terminar lanzando a la banda izquierda. Repito aquí lo indicado la semana pasada: el plan es coherente y puede resultar efectivo. Pero se hace más previsible sin un central zurdo.Con Pacheco en el campo, se podrían mezclar las diagonales a uno y otro costado. Aunque la decisión sobre quién juega ahí depende también de otros factores.
(Variante en la imagen: Merino 'deja' a Bongonda, que se encargaba de él cuando el juego se concentraba en la derecha, y es destinatario del cambio de orientación).
Minuto 35: falta a favor y Le Normand ejerce de mensajero. Cambio de esquema a un 4-3-3 condicionado también por ese plan de buscar atacar el área desde la banda izquierda.
Aquí vemos cómo, a diferencia de lo que sucedió en Mestalla, Imanol puso a Kubo en esa banda izquierda (mejor uno contra uno que Oyarzabal) y al propio Oyarzabal en la derecha (mejor para cargar el área que el japonés).
Cuando más cambió el partido, sin embargo, fue a raíz de las sustituciones del Cádiz. Varió, para empezar, la actitud amarilla en la presión, más atrevida. Este salto de Alejo a Le Normand, no constante pero sí frecuente, no se estaba dando antes con Bongonda.
Y el hecho de jugar con dos puntas natos (Roger-Guardiola) hizo que los andaluces no dependieran tanto de acumular posesión y pudieran practicar también un juego más directo, con balones largos, peinadas y carreras a la caída. Se abrió el partido más de lo deseable para la Real, que pudo ganar pero también pudo perder. Precipitación, malas decisiones, prisas excesivas... Son síntomas que, mirando al medio-largo plazo en esta Liga, pueden resultar más preocupantes que el lógico bache de toda temporada.