Siempre he sido muy de Gary Lineker, aunque jamás le perdonaré ser clave en el maldito gol de Alexanko que derrotó a la Real en la final de Copa de 1988. Como he contado en más de una ocasión, mi equipo inglés favorito, hasta que conocí Anfield Road en unas semifinales de Champions y lo puse a la par, es el Tottenham. La explicación es que siempre me han encantado sus jugadores diferenciales como Ardiles, Hoddle, Gascoigne, Waddle... El argentino, uno de los primeros extranjeros en la Premier, lució el dorsal 1 en el Mundial de España, porque la albiceleste asignaba los números en orden alfabético. Salvo el gran Maradona, que jugaba con el 10. Obvio. 

Creo que fue el año pasado cuando Lineker contó una anécdota del añorado cebollita: “Jugué con él media parte, de un partido por el centenario entre una selección de equipos ingleses contra otra del resto del mundo, en la que estaba yo porque militaba en el Barcelona. Había grandes jugadores, como por ejemplo Platini, pero todos estaban maravillados con él. Primero se sentó en el vestuario, cogió unas medias enrolladas en una bola y se pasó cinco minutos haciendo malabarismos con su pierna izquierda mientras todo el mundo alucinaba. Después saltamos al campo e hizo una de las cosas más increíbles que yo he visto en un campo de fútbol. Llevó la pelota hasta el círculo central, completando jueguecitos, y cuando llegó pateó la pelota hacia arriba lo más alto que pudo y esperó a que cayera para golpearla de nuevo sin dejar que botara en el suelo. Lo repitió trece veces y el mayor movimiento que hizo fue dar tres pasos. Todos estábamos sentados allí pensando: Por Dios, eso es imposible. Recuerdo ir a entrenar el día siguiente en Barcelona y que todos lo intentáramos y el que mejor lo hizo solo logró hacerlo tres veces y la tercera tuvo que salir corriendo para intentar darle de nuevo. Nunca vi a nadie tener un cariño tan hermoso con el balón”. 

En las últimas semanas me he reenganchado a la Premier y el miércoles seguí el duelo por todo lo alto entre el Arsenal y el City. Me impresionó de nuevo Haaland, una auténtica bestia de la naturaleza, que arrasa a su paso al más puro estilo Atila. Su irrupción en el fútbol de elite solo soy capaz de compararla, por su descomunal potencia y facilidad para hacer goles, con la de Ronaldo, el bueno, en el Barcelona de Robson. La pareja de Sorloth en su selección, el auténtico bicho, lleva 26 goles en 22 encuentros de la Premier. Para que se hagan una idea, el pichichi de hace dos campañas, Kane, también de los Spurs, y el de la anterior (19-20), Vardy, se quedaron en 23. Y eso que faltan 15 jornadas todavía. Su aterrizaje en el fútbol inglés fue tan explosivo que en Inglaterra se hizo una petición para expulsarle de la liga “por ser un robot” y la firmaron más de dos millones de personas. Ya podíamos haber intentado hacer lo mismo aquí con Messi en las últimas décadas. La explicación es que el Parlamento Británico tiene un espacio en su página web donde los ciudadanos pueden realizar sus peticiones; si estas logran cien mil firmas o más, se debatirá en la cámara de parlamentarios. Sin embargo, a pesar de la gran acogida, la cámara decidió retirar la solicitud debido a que, según medios ingleses, la consideran “poco seria y no apta para ser debatida”. 

Uno, Maradona, era pura magia y otro, el vikingo, simplemente arrasa con todo a su paso. Nosotros tenemos a Mikel Oyarzabal. No será el más talentoso, ni el más fuerte aunque tenga unas manos y unos pies gigantes que sospecho que le otorgan un superpoder global que por ahora desconocemos, pero es el nuestro. Un auténtico héroe de carne y hueso. De los que te puedes encontrar por la calle vestido como un periodista (no es casualidad la profesión, lo reivindico), aunque no con el mismo estilo de Clark Kent, antes de incorporar la capa a su vestimenta txuri-urdin. 

La última vez que entrevisté a nuestro 10 me pasé varios días preparando el cuestionario con la intención de ser un poco original, un objetivo que seguro que me quedó grande. Recuerdo que hasta me tragué casi entero un Real-Villarreal de Copa de Campeones Juvenil emitido por la web del conjunto groguet y cuando le pregunté a Mikel a ver cómo se había sentido jugando de delantero centro, nunca jamás de falso nueve porque él es un atacante, no tardó en saltar: “En ese partido marqué un gol”. Y es cierto, de potente cabezazo, después de botar el balón en el suelo, y de vaselina, pero el linier anuló la jugada por un fuera de juego más que discutible. Es más, se puso como una fiera del enfado. Pero me gusta. Me gusta que se acuerde bien de sus primeras vivencias un tipo que ya lo tiene todo después de haber marcado la friolera de 80 goles con nuestros colores, a los que ama tanto como tú y como yo. Que sea terrenal y no viva en un cuento de hadas. 

Cuando acabé la entrevista con Sorloth y sacamos las fotografías en el césped de Anoeta, en el momento en el que le entregué el móvil que le estaba guardando, el escandinavo más cariñoso y educado de la historia me agradeció el agradable momento que habíamos pasado y me premió con un abrazo como los que le da a Kubo cuando marcan. Por un instante desaparecí de la faz de la tierra entre los brazos de un gigante vikingo. Me sentí más seguro que nunca. En ese momento apareció Oyarzabal ejerciendo de Oyarzabal, al tener que posar para una promoción de cromos, de esos que colecciona el cachondo de Kubo, que más gracioso no puede ser, y al más puro estilo Oyarzabal. Es decir, no me había visto fuera de la zona de prensa donde estábamos trabajando desde mucho antes de reaparecer y me saludó a la guipuzcoana, a pesar de mi evidente ilusión y de que le felicité por su vuelta a la competición. Me dio la mano, un toquecito en el brazo, y me comentó, como buen medidor de palabras, que estaba “recuperando sensaciones”. Me acordé de lo que suele decir mi mujer, que en La isla de las tentaciones hay que meter a una pareja del territorio, para que cuando se acerque uno de fuera y en menos de 24 horas le esté venga a tocar como si le conociese de toda la vida, se oiga el sonido de la bofetada desde el mismo Goierri. Espero que se entienda la broma, porque ni busco cariño en Zubieta ni, evidentemente, Mikel, que siempre me ha demostrado mucho respeto, me debe ningún abrazo. 

Tal y como somos, nos merecíamos un superhéroe a nuestra medida. No es fácil ser Oyarzabal en la vida real. Me impresionó que en la misma consulta, nada más ser operado de la rodilla, ya estaba firmando autógrafos. Si le pides un favor, nunca te da un no por respuesta a pesar de lo pesados que podemos llegar a ser los hinchas del fútbol. Nadie me lo ha confirmado, pero estoy seguro de que no quiso renovar hasta que se sintiera uno más de la plantilla para que nadie pudiese pensar mal. Es increíble que alguien pueda llegar a dudar algo porque no ha subido su cláusula, no tengo ni el más mínimo temor de que siempre irá de la mano del club y de que, además, su gran sueño ya es convertirse en todo un one club man desde un nivel incluso superior al de todo un Xabi Prieto. Es decir, con títulos, en plural. 

Lineker acabó su relato sobre Maradona refiriéndose al famoso Argentina-Inglaterra: “En 1986 no había forma de competir contra él. Podemos hablar de la mano de Dios, y podemos discutir sobre eso, pero el otro gol que marcó en ese partido (él jugó el encuentro y anotó el tanto inglés)... Hay que tener en cuenta que el terreno de juego del Azteca era espantoso y se levantaba hasta que tu pie desaparecía. Hacer lo que hizo él, ese pequeño giro y pivoteo en mitad del campo y luego dejar atrás a los rivales como si no estuvieran allí fue impresionante. La vez en la que más cerca estuve en mi vida de sentir que tenía que aplaudir a otra persona por haber metido un gol”. Cuando Oyarzabal reapareció vi aplaudir a jugadores de Osasuna. No hay más que ver cómo se le acercan estrellas y actores secundarios, veteranos y noveles en todos los túneles de vestuario para saludarle. No podemos estar más orgullosos de ti, Mikel. Encima te hemos esperado y ya has empezado a devolvernos de verdad en el campo todo el cariño que te hemos dispensado. Que se preparen, porque tienes mucho amor y muchos goles guardados dentro reservados para tu reconquista. Pudiste elegir y escogiste ser nuestra leyenda. No descarto que, de seguir así, la más grande de la historia txuri-urdin cuando te retires. Eskerrik asko por tanto y por ser como eres. ¡A por ellos!