Me da rabia comentar entrevistas de Aperribay en las ondas a medianoche, porque ni me entra en la cabeza ni me entrará que su política de comunicación consista en ningunear a los medios locales y bajarse los pantalones cuando le llaman desde Madrid. Una pena, por supuesto para este periódico, pero también para los aficionados txuri-urdin, que seguro que disfrutarían más si al exitoso y ya legendario presidente de la Real le entrevistase un periodista que cubre la actualidad del equipo y que por ende y, con todos mis respetos a compañeros que seguro han llegado mucho más lejos, le preguntase por cuestiones más rutinarias. Y me molesta, porque en los tiempos de máxima bonanza en los que vivimos, el único portavoz del club sigue siendo el pobre Imanol, que en sus ruedas de prensa se ve obligado a hacer de presidente, de director deportivo, de médico, de jugador, de bombero, de agitador, de casco azul... Ah, y a veces de entrenador también. Ni Aperribay ni Olabe ni el propio Imanol, al que disculpamos por motivos obvios, conceden entrevistas personales (bueno, no a todos, obvio). Me cuesta entenderlo, sobre todo porque el dirigente me parece una persona encantadora y amable, que gana mucho en las distancias cortas, buen conversador y con el que da gusto tratar todos los temas del presente blanquiazul. En fin, por lo que se ve, seguiremos esperando… (confirmado, le estoy haciendo la pelota para ver si se rinde y me da bola).

El caso es que Aperribay atendió la madrugada del martes (que esa es otra, a ver quién aguanta hasta esas horas) a los entrevistadores estrella de la COPE y la Ser y les comentó un ambicioso tema que impactó mucho pero que por estos lares lleva años comentando tanto en público como en privado sin ruborizarse: “Queremos ganar la liga. Intentaremos si no podemos pelear este año, que podamos hacerlo el siguiente. Luchar por todo. Este año o el que sea, pero el objetivo es ese. Y para eso pretendemos que gente como Zubimendi se quede en la Real”. La realidad es que siguiendo la estela de la temporada del equipo, más cerca del Madrid, al que visita hoy, que de sus perseguidores, a pesar del sinfín de bajas y de accidentes que ha sufrido, ya no suena tan delirante como cuando el propio debarra anunció en rueda de prensa las variables del contrato de compra de Sadiq que incluían el millón de euros para el Almería en el hipotético caso del tercer título txuri-urdin.

La Real está de moda. Fue significativa la comparecencia de Imanol en la previa al duelo en Barcelona. Cuando todavía nos encontrábamos en estado de shock y quién más o quién menos confiaba en que el técnico le levantara el ánimo, esta vez su tono no resultaba demasiado convincente aunque se defendiera con el tronchante “si quieres, me pongo otra vez con la bufanda como cuando ganamos la Copa” (me consta que estaba tocado, lo normal). Pero hubo un detalle que define su habitual política del palo y la zanahoria. Cuando le preguntaron por la racha de récord, lo calificó con “milongadas”, y dejó claro que necesitaban mejorar muchas cosas porque, por poner un ejemplo, “en Vallecas hubo bastantes opciones de ataque que pudimos evitar”. Y casi para despedir, un poco cansado del pesimismo en la sala, zanjó la cuestión con un contradictorio pero convincente “nueve seguidos ganados, queremos el décimo, vamos a ver si somos capaces”.

Fiel a su personalidad, Imanol no es muy amigo de las alabanzas. La última que más nos ha reconfortado, porque imagino que ya estarán un poco cansados del catálogo tan repetido por parte de los trovadores locales, llegó en un emocionante artículo en el prestigioso The Times (por cierto, que pudo mantener una conversación privada con Olabe, de verdad que es para comer cerillas). Titulaba El club del que nadie quiere marcharse. En el mismo incide en que el caso de Isak, que se marchó por una millonada, era una excepción y sostiene que el club se encuentra en el top 3 de las cinco grandes ligas con jugadores formados en su cantera. Además destaca que la media de permanencia en el club es de siete años, algo “inusual” en el moderno fútbol actual.

Estamos todos de acuerdo con que la única fórmula que nos puede garantizar estar entre los mejores y soñar con ganarles es lograr que nuestros mejores jugadores no se vayan hipnotizados por los cantos de sirena de los abusones. Lo recordamos a las puertas de jugar en el Bernabéu, probablemente el club al que más les cuesta decir que no a los futbolistas, como hemos comprobado en los últimos años con Illarramendi y Odriozola. La receta consiste en ser competitivos en lo deportivo, un logro que nos ha permitido, ojalá que para siempre, desembarazarnos de los incómodos moscardones cercanos, en confirmar que la ambición seguirá creciente y, el ingrediente aparentemente más sencillo, que se den cuenta de que como en Donostia no van a estar en ningún lado.

La pasada semana recordé la célebre frase del genial Juan Domínguez cuando en una entrevista para este periódico antes del derbi entre el Unión y la Real y preguntado por el interés del Ajax en el fichaje de Xabi Prieto, reaccionó con sorna: “¿Tú te imaginas a Xabi un 20 de enero en Amsterdam? Pues yo no...”. Me acuerdo porque pensé algo parecido cuando vi a Olasagasti en un Santo Tomás vestido de casero camino de lo viejo o en esta misma Arriada, cuando en una de las esquinas de la plaza de la Constitución, me encontré con un miembro del primer equipo que estaba encantado con sus amigos disfrutando como uno más (en perfectas condiciones, que conste en acta y como mínimo tan contento como yo). Y para los sensibles, esto vale también para guipuzcoanos a los que en las fiestas de sus respectivos pueblos sus cuadrillas forman casi corrillos de seguridad como las guarniciones romanas para que no les den mucho la brasa los borrachos de turno. Conclusión: hay cosas que no cambiaríamos por nada en el mundo...

La pregunta es, ¿si Aperribay ha logrado elevar e instalar en los cielos a este equipo, a alguien se le ocurre un sitio mejor para vivir y para jugar que en la Real y en Donostia? Sinceramente, me pongo a pensar y no creo que exista. La clave es continuar cerrando puertas de salida e ir dejando sin excusas a los que se van. Porque referentes ya no les faltan, después de que Xabi Prieto reabriera el sendero de los one club man, que recorre de forma triunfal Mikel Oyarzabal convenciendo a adeptos a la causa como Zubimendi, Le Normand, Zubeldia… Nada mejor que asaltar el maldito templo blanco y hacer que tiemblen los cimientos de su faraónica remodelación para consolidar este proyecto. Como suelo repetir en estos casos y teniendo en cuenta los escandalosos precedentes: que pase lo que pase, pero por favor que no nos roben. Que nos dejen luchar de igual a igual. No creo que esta Real mermada por las bajas pierda los dos partidos ante los abusones. ¿Y usted? Esa confianza se la han ganado con esa serie de resultados triunfales y con la certeza de habernos convencido de que todo es posible con este equipo. El flamante y asentado tercero de la clasificación quiere seguir escalando posiciones en la guarida del segundo. Casi nada. Partido de Champions. ¡A por ellos!