La Real Sociedad se clasificó para la siguiente ronda en su estreno en la Copa. Lo hizo con uno de esos sustos que nos recordó a épocas pasadas en las que nos tomábamos a chufla la participación copera cuando teníamos que enfrentarnos a rivales de menor entidad. Pero cuidado, esta vez fue mucho peor, no era un adversario de ninguna categoría nacional, sino un modesto de Regional en el que compiten jugadores amateurs que no viven de esto. Se puede decir que Imanol jugó con fuego y se llevó un sobresalto de los buenos cuando, a mitad de la segunda parte, los locales celebraron como si hubieran ganado la Champions el empate en una jugada que no fue tan aislada. No éramos pocos los que veíamos venir que se corría el peligro de un posible susto morrocotudo, con una Real plana y sin ideas, incapaz de plasmar su superioridad a pesar de ponerse pronto en ventaja en el marcador, lo cual tiene aún más delito.

Con el empate y con Imanol con cara de muy pocos amigos tratando de sofocar un incendio del que era responsable, decidió recurrir a los galácticos de guardia para que hicieran un trabajo limpio, tipo equipo A. Que parezca un accidente pareció ser su consigna. Los buenos o las estrellas no tardaron en confirmar y en plasmar la diferencia sideral que separa a ambos equipos y un doblete de Sorloth y un cabezazo de Merino permitieron recuperar la normalidad en Talavera de la Reina, donde la Real estuvo muy cerca de volver a las andadas y firmar uno de los ridículos más grandes de su historia. Una pena porque fueron muchos los jugadores que pedían minutos y que no aprovecharon la oportunidad. Lección aprendida. Fue como una clase de refuerzo. Cuando lo cambias todo, no se sabe muy bien por qué, la Real no funciona y se convierte en un equipo del montón y batible. Y con esto no estamos señalando a ninguno de sus chavales, que quede muy claro.

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Las notas de Mikel Recalde N.G.

Imanol rotó mucho (sin ningún tipo de duda, no fueron solo cambios esta vez, sino una rotación masiva) para la eliminatoria como lo demuestra que solo Rico se mantuvo en el once respecto al equipo que se impuso en Sevilla. Casi todos más o menos esperados, aunque la realidad es que en esta ocasión no mantuvo un cinturón de seguridad con titulares de guardia. En la portería debutó Zubiaurre, con Sola, Aritz, Zubeldia y el citado Rico por delante. En la media, Guevara, Illarramendi, Turrientes. Y en punta, Navarro, Karrikaburu y Pablo Marín. En total, diez canteranos en la alineación, lo que confirma la confianza que tiene siempre el técnico en su vivero, a pesar de que esas apuestas no han salido nunca demasiado bien en este club. Muchas oportunidades para jugadores que lo necesitaban, con el hándicap de, aparte de su poco recorrido este curso, no haber actuado juntos en ningún encuentro de lo que llevamos de campaña. Un factor que lo complica todo y les deja desprotegidos. Enfrente un Cazalegas dispuesto a vivir la tarde de sus vidas, porque es lo que proporciona esta Copa, licencia a soñar. Y que, casualidad o no, escondió bastante sus elegidos o al menos tardó en hacerse oficial su alineación.

El partido comenzó con buenas noticias para los realistas. A los dos minutos, Robert Navarro recibió un pase de Turrientes y tras recortar sorprendió al meta local, que la verdad es que pudo hacer bastante más, con un disparo seco con la pierna izquierda al primer palo. Mejor imposible. Todo parecía indicar que sería una noche plácida para los blanquiazules, pero no fue así. Aunque estaba en ventaja, el primer tiempo se disputó a un ritmo tedioso, frente a un rival que no modificó su defensivo guion a pesar del golpe encajado. Con un claro 4-3-3 desde el inicio y con Marín y Navarro ocupando las bandas, los realistas no lograron imponer su manifiesta superioridad o plasmarla al menos en el marcador. Incluso Zubiaurre tuvo que apagar un par de incendios en su área sin demasiado peligro. Uno de los protagonistas del primer acto fue Karrikaburu, a quien se le notó frío y falto de ritmo. Marín le dio un gran pase, pero tras controlar mal se quedó sin hueco para encontrar portería. Al riojano, que dejó muchos detalles de clase, también se le escapó fuera un disparo desde la frontal. Navarro, que por momentos fue sobrado, se topó con el meta local y a Illarra se le escapó un cabezazo a un metro de la portería en un córner. Turrientes también probó suerte desde lejos y Karrika no llegó a dos interesantes servicios de Marín y de Sola, en una de sus primeras incorporaciones en ataque. 

El mayor susto de los toledanos fue un centro que se envenenó tras tocar en Zubeldia, pero al que reaccionó rápido y atento Zubiaurre.

En la reanudación, la Real siguió sin imprimir una velocidad más al duelo. A pesar de su juego previsible y plomizo, algunas ocasiones logró generar, como un buen pase de Rico a Karrika, que no logró superar a Machuca, y un disparo de Marín desde lejos que se marchó cerca del palo. Con los realistas viendo pasar el tiempo de forma peligrosa, Ramos lanzó el aviso del empate tras un error de Sola, que acusó la inactividad. Ya con Sorloth y Brais en el campo, es decir con preocupación y mal cuerpo, la Real se lanzó al ataque. Navarro, desde la banda, no encontró portería con su pierna hábil; y Brais, con su pierna buena, remató flojo y centrado desde cerca. 

A los 67 minutos, llegó el amago de tragedia con el gol de Rivera, al encontrarse un balón suelto dentro del área tras un rechace de Rico y superar a Zubiaurre de cabeza.

Las caras de los realistas eran un poema. Pero no tardaron en tocar arrebato y las ocasiones fueron llegando frente a un rival que en ese momento soñaba con dar la gran campanada aunque que no tardara en confirmar que su nivel físico es inferior. El noruego, que causó estragos en la espalda de la defensa de los locales, estuvo cerca de macar tras una buena internada con un remate que tapó Machuca y el rebote que cazó Brais lo salvaron bajo palos entre un defensa y el meta, antes de que el gallego le sirviera un centro de oro para anotar el segundo. El propio Brais asistió al escandinavo para que sentenciara el duelo en uno contra uno que, como se pudo comprobar ayer una vez más, no es su fuerte. Por si fuera poco, Merino, también en un córner botado por el de Mos, zanjó la cuestión con el inapelable 1-4 que esconde muchas miserias y algunos errores de una Real que volvió a las andadas en un torneo al que hay que respetar siempre a todos, aunque te midas a enemigos amateurs.

La Real pasó de ronda, que era lo importante, pero si Imanol ha cambiado algo de forma radical en este club, al que conoce al dedillo desde hace muchos años porque lo siente como suyo, es que hay cosas que desgraciadamente no funcionan. Si juegas con todo suplentes corres el peligro de que la maquinaria no carbure como debería a pesar de que la mayoría son futbolistas que sí dan el nivel cuando el bloque que juega habitualmente les necesita. Lo de ayer fue un susto evitable, que nos soliviantó mucho, porque con este potencial se puede aspirar a todo y esta vez no fue una cuestión de falta de competitividad, sino de evitar uno de los mayores ridículos de nuestra historia. Y mira que en este sentido hemos pasado muchas situaciones de este tipo...