La Real Sociedad también ganó en Chipre. Cinco de cinco, en un registro impoluto, que le permitirá hasta perder por la mínima frente al United en Anoeta en la jornada final, en la que debería asegurar una primera plaza que le permita esquivar una eliminatoria ante los clubes que caen de la Champions. Los realistas demostraron que han aprendido la lección en los últimos años y, aunque el triunfo en Old Trafford podía cargarles de tensión, lo cierto es que este año sí que han acreditado ser muy superiores a los dos equipos menos poderosos del grupo, como son el Sheriff y el Omonia. Al final, parecía que había un duelo entre cuál de los dos conjuntos era el más débil y lo cierto es que después de lo visto ayer quedó ratificado que los chipriotas tenían un nivel más cercano a la Segunda B que a la categoría de plata. Con una convocatoria en cuadro, en mitad de una vorágine casi inhumana de partidos, los guipuzcoanos no tuvieron excesivos problemas para llevarse los tres puntos de la isla. 

Lo logró, además, en la primera vez que salió de inicio con el 4-3-3 que no utilizaba desde hacía muchos meses y gracias a los goles de Robert Navarro y de Brais Méndez, uno en cada parte, que certificaron la evidente superioridad de los realistas. Ya solo queda el United para firmar un pleno de victorias en la fase de grupos por primera vez en la historia txuri-urdin, lo que invita a pensar en cosas chingonas, como solía decir Chicharito.

19

Omonia Nicosia-Real Sociedad: las notas de Mikel Recalde Mikel Recalde

Imanol volvió a ser fiel a su personalidad y no rotó tanto como se pensaba. En las horas previas al duelo saltó la noticia de que el proceso gripal de Sorloth podía haberse propagado, pero la realidad es que solo eran catarros y la mayoría se encontraba en condiciones de jugar. Con ocho bajas, el pilar que descansó fue Brais. El resto acabó siendo más o menos lo esperado. En la zaga salieron Aritz, Zubeldia, Pacheco y Rico. En el centro del campo, regresó la pareja Guevara e Illarramendi, con Merino y Navarro por delante por primera vez de inicio en lo que llevamos de campaña (que ya era hora, se lo merecía), mientras que en punta, la pareja de Kubo esta vez fue Karrikaburu. El navarro repetía titularidad ante los chipriotas, después de no haber tenido demasiado éxito en el duelo de Anoeta en un partido para olvidar a pesar de la victoria. En total seis cambios respecto al equipo que perdió en Valladolid (donde se comenta que el plantel llegó mucho más limitado por los procesos víricos), pero, una vez más, una alineación reconocible para llevarse los tres puntos frente a un rival netamente inferior, como acreditó en Donostia.

La Real fue claramente superior a los chipriotas antes del descanso, pero, como sucedió en Anoeta, le costó demasiado plasmarlo en el marcador. Su dominio fue absoluto y, aunque no estuviera demasiado brillante, sus ocasiones fueron llegando poco a poco. Rico fue el primero en probar suerte antes de que Kubo, en una asistencia de Navarro que podía haber definido él mismo, chutara fatal. Al propio japonés se le escapó un disparo fuera tras robar otro balón en la presión y Karrika dejó solo a Navarro que, en lugar de buscar su mejor pierna, optó por jugársela con la menos hábil sin suerte. Pasaron bastantes minutos hasta que Aritz, que estaba con ganas, firmó una gran jugada que acabó culminando Rico con otro disparo desviado. En los minutos finales, los realistas intensificaron su dominio: Navarro volvió a chutar mal un pase de Aritz y Karrikaburu, en un servicio de Illarra, estuvo a punto de sorprender al meta en una media vuelta marca de la casa. Poco después, con todo a su favor, envió a las nubes un córner botado por Kubo. Ya en la prolongación, el capitán dibujó un centro con música que Navarro, de cabeza, aprovechó para poner por delante a los suyos. Una acción clave para lo que estaba por venir y que premiaba la insistencia del de Elizondo ante unos locales que eran tan débiles como todos recordábamos de su paso por Anoeta. 

En la reanudación, el técnico decidió dar entrada a Brais y Pablo Marín, la sensación de Valladolid, por Kubo y Merino en un movimiento que parecía preparado desde el arranque del duelo. El gallego no tardó en confirmar que va sobrado y estuvo cerca de anotar en un lanzamiento de falta que se le escapó alto. Después de un susto de Remiro, en una salida algo tardía en la que el delantero buscó el contacto sin éxito, llegó el segundo y definitivo tanto en una valiente internada de Navarro, que acabó cediendo atrás una pelota que embocó con la seguridad que le caracteriza Brais. 

Relajación

En los minutos finales, la Real volvió a relajarse en exceso cuando estaba el gol-average en juego y no anduvo lejos de llevarse un serio disgusto. Remiro, en una buena parada final, evitó un contratiempo inesperado que se podría haber eludido con aparente facilidad.

0-2, cinco de cinco, un mérito extraordinario de una Real que cada vez compite mejor en Europa y una situación ideal para conquistar un liderato que tiene mucho más mérito del que parece cuando te ha tocado en suerte uno de los clubes más poderosos de la competición antes de que caigan rebotados los terceros de la Champions. La Real avanza de manera firme e inmaculada por el Viejo Continente, algo que ha aprendido después de llevar dos años haciendo funambulismo para clasificarse para los cruces. 

Ahora no podrá fallar en una noche grande ante uno de los clubes más laureados de Europa, que llegará a Anoeta sin miedo y plenamente convencido de que es capaz de llevarse el triunfo por dos goles de diferencia. Lo que no saben es que el éxito de la Real no es flor de un día y su fiabilidad cada vez es mayor, lo que le permite no sudar ante rivales de menor entidad, como el Omonia y el Sheriff, y afrontar a clubes históricos sin complejos, como el United. Que pase el siguiente...