Jugar con David Silva debería ser trampa. Al canario se le sigue cayendo la calidad de los bolsillos. Ya no aparece con tanta continuidad ni los partidos giran en torno a su lámpara mágica, pero tampoco le importa ni le hace falta. En cualquier momento aparece con un chispazo embrujado y desnivela la contienda. Su nivel simplemente es superior. Luis Enrique está obsesionado con llevar a Mikel Oyarzabal al Mundial y lo que no se entiende es cómo no intenta convencer al canario para que regrese y lo utilice en momentos clave cuando se le tuerzan las cosas (prometo que no estamos dando ideas). 

Aunque su versión superlativa, que le convirtió en leyenda de la selección campeona y del City, ya esté lejos, Imanol no consigue darle descanso y se entiende. ¿A qué entrenador no le costaría prescindir de un diamante de semejante calibre? Ya sabíamos que todavía es capaz de jugar como los ángeles, de ver pases en espacios reducidos que solo descubre su ingenio, pero muchos echábamos en falta que desde que llegó a Anoeta apenas disparara a puerta. En jugada se podía aceptar, porque toda la vida ha sido más de dar que de finalizar, de inventar que de matar. Pero lo que llamaba realmente la atención es que no asumiera la responsabilidad a balón parado cuando le hemos visto limpiar muchas escuadras con su endiablado pie zocato. Este jueves por fin asomó la cabeza en una falta provocada por Sorloth, que se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza continuo para las defensa rivales, y su rosca salió lamiendo literalmente la escuadra. ¿Y este señor cómo es posible que no haya lanzado antes ningún libre directo? 

Por si fuera poco, en la segunda mitad, apareció hasta en tres ocasiones en la posesión larga que requería el duelo para marcar diferencias y la culminó con un pase a la escuadra. De esos que parecen fáciles pero se encuentran al alcance de muy pocos. Con Silva, todo es mucho más sencillo. Poco después, cuando muchos recelaban de su fiabilidad por su tarjeta, Sola se rebeló al provocar la roja de Kyabou y, en la misma falta, Brais volvió a sacar a pasear su centro-chut de falta escorada que por segunda vez en cuatro días acabó en la red, esta vez empujada por la peinada de Aritz. Y ahí acabó todo lo reseñable...

Imanol se toma las cosas muy en serio. No entiende de relajaciones ni de perder oportunidades por dejarlas correr, sin agarrarse a ellas como si no hubiera un mañana. Y es que a este nivel simplemente no lo hay. Lo comentaba Xabi Alonso, cuya sombra alargada ya no le va a perturbar tanto, en su presentación como entrenador del Bayer Leverkusen: “En fútbol tener tiempo es un lujo”. Si la Real quiere dar un salto de calidad en Europa, lo primero que debe hacer es acostumbrarse a ganar. Y para hollar esa cima debe desterrar las rotaciones masivas que menguan la competitividad del equipo y que, por ende, no benefician en nada a los que entran al no estar acostumbrados ni a jugar, ni a hacerlo juntos. Un mezcla que, por mucho que cuentes con futbolistas interesantes, suele ser sinónimo de accidente o fracaso. 

Otro tema, que también admite debate, es si la unidad B se encuentra esta temporada demasiado alejada de las prestaciones que suelen ofrecer los habituales titulares. Que lo parece. Con el recuerdo fresco del tropezón que pudo haber sido y no fue en Girona y de la inesperada candidez de su estructura defensiva, Imanol solo introdujo tres cambios. Además, todos ellos esperados. Sola por el lesionado Gorosabel, Rico por Aihen y Guevara por el tocado Zubimendi. El resto, los mismos con la firme y ambiciosa intención, eso sí, de tratar de sentenciar por la vía rápida el encuentro para que el oriotarra no tardara en hacer cambios con la pretensión de guardar energías y esfuerzos de cara a la visita del Villarreal del domingo.

Mal primer periodo Desgraciadamente, la primera parte confirmó el vaticinio de Imanol: el partido iba a ser complicado y a la Real le iba a costar sacarlo adelante mucho más de lo que se esperaba. Los realistas se equivocaron por completo con una circulación de balón demasiado lenta y previsible y un precipitado intento por buscar en largo a sus soldados más ofensivos cuando el verdadero potencial del Sheriff es que sus jugadores eran rápidos y fuertes. La consecuencia es que los blanquiazules apenas generaron ocasiones para marcar y fueron muy escasos los instantes en los que plasmaron su evidente superioridad. 

A los ocho minutos, Sorloth, sin duda el realista más activo, se fabricó una buena ocasión tras tumbar al defensa con un taconazo sublime antes de culminar con un chut fallido y centrado que detuvo el meta. Hubiera sido un golazo. La Real concedió demasiados metros a la segunda línea transnistria, lo que aprovecharon para buscar disparos desde fuera del área. 

Badolo fue el primero en probar suerte, aunque su disparo se marchó cerca de la escuadra. Al igual que la citada anteriormente falta de Silva. Rasheed demostró que era el mejor local en una conducción que puso en aprietos a la zaga realista, antes de que Badolo lo intentara un par de ocasiones. En la segunda obligó a Remiro a hacer una buena parada. Antes, Brais no se dio cuenta de que estaba solo y se precipitó con un remate desviado en posición franca.

En el descanso, la sensación era de inquietud. Pero los realistas no tardaron en confirmar que conocían el remedio al problema. En su primera posesión larga, descolocó al cerrojo defensivo local y llegó el gol de Silva. Solo unos pocos minutos después Sola expulsó a Kyabou y en la falta llegó el segundo de Aritz. Merino perdonó de forma increíble el tercero a genial pase de Brais... 

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Con todo sentenciado, una entrada dura y a destiempo que pudo lesionar a Silva se convirtió en el pitido final. Imanol optó por priorizar la reserva de energía y la opción de evitar contratiempos físicos por encima de buscar el gol-average que puede decantar el grupo. 

Durante más de veinte minutos el equipo mantuvo una posesión eterna ante unos locales en inferioridad, rendidos y sin posibilidad de meterse en el partido. La Real hizo lo que tenía que hacer, ganar, y van tres de tres, lo que le hace más líder, pero el final fue extraño. A ver si va a ser cierto que ahora al técnico le gusta mucho más vencer 0-2 que 3-5...