Domingo 10 de abril de este año. Tras darle vueltas y cuando todavía no se habían cumplido un mes desde la terrible lesión de Mikel Oyarzabal, es decir todavía en estado de shock, Imanol Alguacil decide dar una vuelta de tuerca a su planteamiento para intentar jugar con los dos delanteros Isak y Sorloth. La fórmula funciona, entre otras cosas porque jugando tan protegido florece la mejor versión en txuri-urdin de David Silva y la de Rafinha actuando a la altura de Merino, y la Real logra la tercera clasificación consecutiva para entrar en Europa.

A pesar del evidente y rápido éxito, el debate siguió abierto en verano. Incluso en el que aparentemente el último día de amistosos antes del inicio de la campaña oficial en Cádiz, ante Eibar y Athletic, Imanol jugó al engaño y utilizó un 4-3-3. La pista no tardó en confirmarse que era falsa, ya que la Real salió al viejo Carranza con un 4-4-2, sistema con el que ha jugado en los ocho encuentros que ha disputado en este primer tramo de la temporada.

Lo cierto es que la mayoría de los entrenadores de Primera conocían perfectamente las intenciones blanquiazules por los movimientos que estaban haciendo en el mercado. Sus tres primeros refuerzos, Cho, Brais y Kubo, encajaban a la perfección en su intención de persistir en la idea del rombo. Cho y Kubo son muy polivalentes y pueden actuar en todo el frente de ataque, aunque el galo sea más explosivo y necesite espacios y el japonés sea más de llevar el balón pegado al pie, lo que le permite rendir sin problemas en posiciones más retrasadas.

Lo que no sabían muchos es que Brais se iba a convertir en otra pieza indispensable e intocable del centro del campo. El gallego venía de cobrar mucha relevancia en una posición muy parecida en el último Celta en el que se convirtió en figura a las órdenes de Eduardo Coudet, que también empleaba el mismo dibujo. Es más, el gallego considera clave en su carrera al argentino que nada más llegar le dio las llaves del equipo y le indicó que era su gran apuesta.

Nadie podía imaginar una respuesta tan inmediata. Son cuatro goles en un mes de competición, el de su aterrizaje en un nuevo destino por primera vez en su trayectoria profesional, un rendimiento regular y alto como lo confirma que ha sido nominado por La Liga como el mejor jugador de septiembre.

Brais forma una doble torre inexpugnable y de muchos quilates con Mikel Merino, con el que en ocasiones hasta se le puede confundir en el terreno de juego. Coincidieron en la sub’21 y en la absoluta, se conocen bien y no han necesitado ningún periodo de aclimatación en la Real. Silva no necesita tampoco carta de presentación, evidentemente, ni tiempo para entenderse sea quien sea el nuevo inquilino. Más aún cuando se mueve como un pez en el agua con la poderosa pareja que tiene a sus espaldas que no paran de darle balones al ser conscientes de que va a mejorar la jugada. Mientras que el sostén de esta sala de máquinas es Martín Zubimendi. El menos reconocido hasta la fecha, que incluso llegó a la selección olímpica como un auténtico desconocido, como el mismo ha declarado en alguna entrevista. Su evolución ha sido tan meteórica que ya es considerado como el sustituto de Busquets, no solo en el Barça, sino también en la selección absoluta.

Pues bien, a falta de goles y, lo que es más grave, de delanteros por las lesiones, a nadie se le escapa que hasta la fecha la gran estrella de la Real es el rombo mágico que ideó Imanol una noche de abril en Elche y que ha perfeccionado la dirección deportiva con la llegada de Brais. Ahí están los números que se conocen y los que manejan en Zubieta para confirmar el verdadero músculo de esta Real...