Normalmente llevo el horario de las gallinas francesas. Es decir, me acuesto pronto y al clarear estoy en pie. No siempre sucede lo mismo, ya que si toca algún evento profesional, charla, coloquio, conferencia o jarana gastronómica, todo se atrasa. No incluyo los tiempos de espera obligatorios. Por ejemplo, este jueves. Tocaba mantenerse alerta, despierto, hasta la media noche y un minuto, ojo avizor, pendiente de un mercado al que va gente con pasta. Los demás, de miranda. Atentos a lo que pueda suceder. El que más corra, capador.

Resuelto el asunto Sorloth, sin sobresaltos y suave como la vaselina, quedaba la letra pequeña, o la grande según se mire. Los jeques, los visionarios, bien y mal informados, entraron en juego. De repente, la Margari a tope. Que sí, que no, que voy, que no voy, que me marcho, que me quedo, que te den que te doy, que tu padre, que tu madre, que te timo, que te atropello, que te arruino, que te empufo, que me la juego, que no me atrevo, que pierdo el avión de vuelta, que patatín, que patatán. ¡Que nervios pasé, Mikelarena!

Nervios y sed, porque cené más tarde de lo habitual. Un par de tostas con aceite bueno, aguacate y unas anchoas baratas que me recomendaron de una superficie comercial. Todo riquísimo, pero saladas… ¡A reventar! Toda la noche bebiendo agua y al baño cien veces. Para entonces ya se había resuelto el asunto Sadiq, ya conocíamos los recodos y recovecos oficiales de la contratación, el tono de voz del futbolista, la altura, largo como un día sin pan, y que podía jugar ayer sábado porque estaban los papeles en regla y el chico había pasado el reconocimiento médico pertinente. Sin sobresaltos, ni sorpresas, como no las hubo cuando dieron las doce de la noche y sonaron en el carillón de la parroquia cercana. ¡Cuánta poesía, por favor!

Se organizó buena algarabía cuando el chico saltó al terreno de juego a calentar y luego al césped en el inicio del segundo tiempo. Las dos últimas adquisiciones se dieron el relevo. En medio de ellos, Momo Cho, con un par de pelendengues bien puestos. ¡Jolín con el chaval! De su zurda salió el centro que remató el nigeriano para nivelar la contienda. Llegar y besar el santo a los diez minutos de la reanudación.

Antes, en el primer periodo, hubo de todo. Fallos en defensa, tiros a los palos, gol anulado, revoluciones por doquier, una canción de Aznavour, Yo te daré calor, estopa, canela fina, un codazo a Silva y un gol tempranero. Decisivo para la marcha del encuentro porque los rojiblancos, casi desde el principio, se encontraron con el partido donde les gusta. Tocaba remar contra corriente. Los rojiblancos pudieron ponerse con dos goles de ventaja y la Real empatar en alguna de las ocasiones que generó con su buen fútbol. Una vez nivelada la contienda, cualquier cosa podía suceder. Era un hecho seguro que la Real no se iba a conformar, del mismo modo que los colchoneros tratarían de aprovechar uno de esos contraataques que tanto les apasionan o una falta cerca del área. Los rojiblancos apretaron y se encontraron con Álex Remiro, firmando paradas estratosféricas. ¡Dios le guarde, porque como se nos lesione…! Más allá del empate, el equipo me gustó. Puso todo lo que lleva dentro y más. Respetó al rival, pero jugó de poder a poder. Es lo que debe hacer si quiere dar ese paso al frente que se intuyó en la comparecencia del presidente durante la presentación de la nueva espingarda rematadora que debutó como soñaba. Como decía Mikel Merino al final del encuentro, “tiene gol y es lo que nos falta”

Escuchadas las declaraciones de unos y otros, dio la sensación de que había más alegría en el bando local que en el forastero. Pasadas cuatro jornadas, siete puntos en el casillero, después de haberse medio a dos equipos de Champions. Ahora, más modestitos nosotros, toca la Europa League. Dicen que el Manchester United no anda fino. Les vi el otro día y cuentan con un plantel de agárrate y no te menees.

Apunte con brillantina: Conozco, de verle por la tele, a una soprano andaluza que se llama Mariola Cantarero. Y conozco un árbitro retirado que preside a los actuales trencillas y que se apellida Cantalejo, de segundo. La primera canta, el segundo da el cante. Lo del fin de semana pasado fue un escándalo en toda regla que no responde a nada que no sea desastre. Hasta Simeone, que se reúne cien veces con los sabios del reglamento y la normativa, que se lo explican mil, que… respondió en rueda de prensa: “Me pierdo”. Saúl dijo ayer algo parecido. Yo también deambulo y más desde el sopapo a Silva de ayer. No me los quiero encontrar porque creo que llevamos tres temporadas con el VAR reinante y dista mucho de comportarse como debiera. Hasta que no les metan en la nevera, se congelen, les toquen la pasta y pierdan categorías e internacionalidades, no pasará nada. Siniestro total.