El Barcelona juega esta noche en Anoeta. La visita de los culés a la Real, por el nivel de ambos equipos y por la dificultad que casi siempre ha entrañado el estadio donostiarra para los equipos forasteros, debería significar, en teoría, un duelo de pronóstico muy incierto. Pero en la práctica los precedentes hablan de un encuentro marcado últimamente por las rachas. Es decir, por la serie de resultados del conjunto blaugrana en el recinto de Amara: fue escenario de sus peores pesadillas entre el ascenso blanquiazul de 2010 y la temporada 2015-16; desde entonces, mientras, se ha convertido en un prolífico vivero de triunfos para los catalanes.

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Como suele suceder a menudo, el punto de inflexión que modificó la tendencia resultó de lo más sonado. Se dio el 27 de noviembre de 2016, con motivo de un duelo al que el Barça de Luis Enrique llegaba sobreaviso. Y es que el balance de sus últimas seis visitas ligueras a Donostia era de cinco derrotas y un empate. En aquella noche de otoño, la Real de Eusebio firmó un partido excelso, disfrutó de un sinfín de ocasiones, se adelantó gracias a un gol de Willian José y, tras el 1-1 anotado por Messi, hizo el 2-1 en el último minuto por mediación de Juanmi. Sin embargo, Gil Manzano anuló el tanto, al decretar un inexistente fuera de juego (el VAR no se había implantado aún) que significó el final de una gran racha. Apenas dos meses después, en la ida de los cuartos de final de la Copa del Rey, el Barcelona ganó en Anoeta (0-1, gol de Neymar) y, sin saberlo, convirtió el verde realista en su particular jardín.

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De todos los colores

Han transcurrido casi seis años, y el cuadro blaugrana ha encadenado durante este período muy buenos resultados en el feudo txuri-urdin, obteniendo victorias de todos los colores. Ha ganado sin merecerlo, como ocurrió con el pírrico 0-1 del pasado mes de abril. Ha ganado remontando dos goles, cosa que sucedió en enero de 2018, con Valverde en el banquillo, cuando la Real se adelantó en un inicio fulgurante y el partido concluyó 2-4. Y también ha ganado avasallando: en el partido inmediatamente previo a la histórica final de La Cartuja, un Anoeta vacío por la pandemia albergó una de las últimas exhibiciones de Leo Messi con la camiseta barcelonista (1-6).

El fútbol tiene estas cosas. Se dan con frecuencia estadísticas y rachas para las que resulta difícil hallar motivos. Y esto es algo cuya veracidad se ve multiplicada en el caso que aquí nos ocupa. A un Barcelona de trayectoria decadente durante el último lustro se le ha dado muy bien el feudo de una Real al alza. Mientras, cuando el cuadro txuri-urdin vivía sus primeros años tras el ascenso y los culés dominaban la Liga y Europa con el Pep Team y derivados, los locales se mostraban sorprendentemente intratables, sumando éxitos que perduran en la memoria de la afición blanquiazul.

Los buenos recuerdos

Abrió la racha el recordadísimo 2-1 de 2011, cuando el equipo de Martín Lasarte remontó con goles de Ifrán y Xabi Prieto el tanto inicial de Thiago. Apenas unos meses después, en el inicio de la Liga 2011-12 y ya con Montanier en el banquillo, Agirretxe y Griezmann igualaron el 0-2 con el que había arrancado el partido. El 3-2 de 2013 en la víspera de San Sebastián significó un trampolín decisivo hacia la posterior consecución de la cuarta plaza. Y el 3-1 del siguiente curso, a los mandos de Jagoba Arrasate, tuvo un marcado punto de venganza: solo unas semanas antes, el Barça había eliminado a la Real en unas polémicas semifinales de Copa. Tuvieron menos mística las dos últimas victorias, sendos 1-0 con Moyes y Eusebio Sacristán. El segundo de ellos, en cualquier caso, dejó para las retinas txuri-urdin el cabezazo en parábola de Mikel Oyarzabal superando por alto a Claudio Bravo: fue la confirmación definitiva del eibartarra, hoy referente pese a su actual lesión.

El equipo guipuzcoano busca esta noche acabar con esta mala serie de duelos caseros contra el Barcelona. E Imanol Alguacil mira igualmente a batir a una de sus bestias negras: no ha podido vencer aún a los culés como entrenador, aunque ha estado cerca de lograrlo en varias ocasiones. A la décima puede ir la vencida.