No, ya lo sabemos, no es trampa, pero se le parece. Les voy a proponer un juego. Un suponiéndonos. Lo haré en clave positiva, imaginando el destrozo en un equipo que nos hizo soñar con el título de Liga, en lugar de en otro que nos traiga malos recuerdos por haber dado con sus huesos en Segunda División. Entre otras cosas, porque era una plantilla tan floja que ahí se salvaban pocos y casi no venían a pescar ni los desesperados de siempre. Nos teletransportamos al mercado de invierno de 2003. La Real acaba de cerrar la primera vuelta invicta y líder destacada gracias al extraordinario rendimiento de su imparable dupla en la delantera Nihat-Kovacevic. Una buena mañana, por decir algo claro, nos encontramos en los periódicos (jeje, qué optimista, lo sé, soy un viejo rockero) con que el Sevilla ha fichado al turco por los 20 millones de su cláusula. Pero la cosa no acaba ahí. De repente ves en las noticias que se ha lesionado Dembelé, que el Barça va a poder fichar fuera de plazo y te encuentras a los pocos días con que se lleva a Kovacevic previo pago de la cláusula, que asciende a 18 millones. La Real no va a poder incorporar a ningún otro jugador para sustituirle. Consecuencia en nuestra suposición, no es que el equipo txuri-urdin se quede sin disputar el título, es que no se clasifica ni para Europa mientras asistimos con cara de tontos a comprobar cómo nuestros delanteros, sobre todo el último en salir, pasan con más pena que gloria por su nuevo equipo.

Por si fuera poco y para más inri, al cabo de año y medio, el Barça pasa milagrosamente de ser el club con más deudas y peligro de bancarrota de Europa a convertirse en el que más ha invertido en esta ventana de mercado. Y, en el colmo de los colmos, vemos que en su presentación, nuestro añorado Kovacevic salta al campo y le cae una humillante pitada por el mero hecho de intentar hacer respetar el contrato que firmó. Si eso no es acoso, también se le parece. Menudo ejemplo están dando y los jugadores, todavía, como locos por ir a jugar ahí. Lo siento por la expresión, pero es para ir a mear y no echar gota, y muchos de nosotros estaríamos viendo la tele más quemados que aquel aficionado de River al que le grabó a traición su familia cuando su equipo cayó a la B.

Ganar en defensa propia

Pues qué quieren que les diga, esto ha sucedido de verdad, pero la víctima no fue la Real que apuntaba al cielo, sino el Leganés de En-Nesyri y Braithwhite, que cayó al infierno y que quizá no vuelva a subir en décadas por la gracia. Insisto, no es trampa, pero se le parece. Desde luego, se encuentra en las antípodas de lo éticamente aceptable y de la supuestamente inalterable igualdad de condiciones. Con el descubrimiento de las palancas, utensilio que yo toda la vida he pensado que servían para intentar abrir y robar cajas fuertes, los gigantes ya no estarán nunca en crisis porque siempre les quedará patrimonio para hipotecar su futuro. Y lo que es peor, como a la Liga y a la Federación les interesa que tengan un equipo competente para poder vender a precio de oro su maldito Clásico, no parece descabellado pensar que harán todo lo posible para que puedan alcanzar sus objetivos deportivos y así evitar su ruina. Piensa mal y acertarás, que los gestores de nuestro fútbol siguen siendo el de repente mudito Tebas y el charlatán de Rubiales. Solo les falta Groucho Marx para hacer una película.

Yo en estas cosas me suelo quedar con los análisis que hace Klopp, mi filósofo futbolístico de cabecera: “Lo del Barça es algo que no entiendo por varios motivos. Si me dices que no tengo dinero, entonces ya no gasto nada. Me pasó dos veces con mi tarjeta de crédito, afortunadamente eso fue hace unos años. Estoy viendo esto desde fuera como un fanático del fútbol y no lo entiendo. El único club que conozco que una vez vendió el estadio y otros derechos por adelantado fue el Borussia Dortmund, y tuvo que venir Aki Watzke (sigue siendo el gerente del club) a salvarlo de la quiebra. No sé si habrá alguien similar que pueda hacerlo llegado el caso en Barcelona”. Su análisis en la revista Kicker me parecía tan atinado como demoledor. Queremos jugar todos con la misma baraja, basta ya de cartas marcadas para los más pudientes.

"Lo del Barça es algo que no entiendo por varios motivos. Si me dices que no tengo dinero, entonces ya no gasto nada"

Jürgen Klopp - Entrenador del Liverpool FC

No me olvido tampoco de la elegante y respetuosa defensa a ultranza que hizo Zubimendi de la salud económica de su Real: “No cambio por nada la tranquilidad de que mi club esté en buenas manos y en buena dinámica económica”. Y de Merino, que parece un canterano pero no lo es, por lo que nos reconfortan aún más sus palabras: “Saber que es un club saneado, con sus cuentas en orden y que no te puede dar ningún susto da total tranquilidad y es un plus no solo para el vestuario sino para todos los fichajes. Estamos muy felices de que nos sentimos partícipes de esto, con la consecución de los objetivos ayudamos a que el club tenga ese colchón y luego con la buena labor que hacen Jokin y los que están en el club de mantener la idea de estar bien y seguir bien en el futuro”.

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No conozco mejor manera para rebelarse a estas injusticias que saltar al campo y ganarles. Demostrar que ni haciendo maniobras en la oscuridad son capaces de derrotarnos. Es una cuestión de aptitud, por supuesto, porque de lo contrario es imposible imponerse a una selección de talla mundial, pero también de actitud. La manida y mascada máxima que lanzó el célebre Le Tissier: “Jugar en los mejores clubes es un bonito reto, pero hay un reto mucho más difícil. Jugar contra ellos y ganarles. Yo me dedico a eso”.

Este es el momento de demostrar que a la Real hace mucho tiempo que no le asustan este tipo de desafíos. Y la principal razón es que, al margen de respetar al rival y a la competición como se ha hecho por estos lares toda la vida, el equipo ha saltado al campo sin complejos, consciente de que tendrá sus opciones y de que si hace las cosas como sabe llegarán sus oportunidades. Para soñar en grande tenemos que desterrar malas experiencias como la eliminatoria ante el Leipzig, con la famosa y perdedora justificación de que “si jugamos como siempre, nos meten cinco”. Por aquí han pasado auténticos gigantes que han acabado doblando la rodilla sometidos por una heroica y crecida Real y las alas que le proporcionó el calor de su afición. Lo comentaba Zubimendi, “tenemos que dar un salto de calidad en Europa, y contra los grandes en la Liga”, y la mejor manera es empezar hoy mismo ante este Barcelona al que le miramos a los ojos y le consideramos un rival directo. Aprender a competir también en duelos de alto voltaje, sobre todo en casa, porque cuando Anoeta lleno ruge, la única sensación que puede y debe flotar en el aire es que de ahí no sale con puntos ni Dios. Aunque no hay una receta mágica que funcione siempre, seguro que esta es la que más se acerca para solucionar la factura pendiente con los abusones. Nos van a oír. ¡A por ellos!