Para los más dramáticos, para los desesperados, para los negacionistas, para los desconfiados, para los disgustados... En definitiva, los histéricos, hoy era 5 de agosto. Ni más ni menos. Es lógico y lícito que muchos consideren que en los derbis nunca hay amistosos, pero también lo es que la Real siempre planteó el encuentro como si se tratara de otro bolo de pretemporada, en lugar de un ensayo general para el estreno liguero en Cádiz. El Athletic se impuso con justicia, porque fue mucho mejor en el primer tiempo y a otra cosa más serias, que las bicicletas son para el verano.   

La principal noticia en la pizarra de alineaciones no fueron los nombres del once de Imanol, que eran los esperados si se analizaba los que habían actuado contra el Eibar por la mañana, sino su sistema. Segundo 4-3-3 del día y la sospecha reforzada de que será el plan que llevará a cabo en Cádiz. Las leves molestias en la rodilla de Remiro sumada a la lesión de Ryan le dieron la titularidad a Zubiaurre. Dura papeleta que solventó bien el meta por la asfixiante y poderosa presión adelantada del Athletic que seguro que le invitarían a querer lanzar en largo en lugar de hacer funambulismo en cada salida de balón. Por delante la zaga que apunta a ser a titular en Cádiz formada por Gorosabel, Zubeldia, Le Normand y Rico. Illarra hizo de 4, con las torres gemelas Merino y Brais de volantes, y Barrenetxea y Kubo en las bandas para abastecer de pelotas al estilete Carlos Fernández. Es decir, con dos jugadores arriba que todavía no han completado partidos oficiales este 2022, salvo los cinco minutos del extremo antes de lesionarse de gravedad en Vitoria.

Si no llega a ser un 5 de agosto, la primera parte txuri-urdin hubiese sido dramática. Con una defensa de verbena, una medular superada y una delantera sin mordiente. Si ya de por sí solemos tener una sensación de notable inferioridad física en los derbis, en el de ayer la diferencia fue tal que por momentos parecían jugar niños contra adultos. El único que asomó un poco la cabeza fue Kubo quien, además de jugar bien, también se convirtió en el saco de los golpes (incluida una entrada incomprensible de Raúl García). La historia era conocida por todos, sobre el papel la superioridad blanquiazul era evidente, pero la única verdad es la del césped y el Athletic acreditaba tener siempre un punto más de competitividad, lo que le lleva a no diferenciar entre amistosos y duelos oficiales.

A los seis, Williams ya había alcanzado la línea de fondo pero su centro lo cortó Le Normand. Berenguer rompió la espalda a un despistado Gorosabel y su remate salió lamiendo la madera. El dominio rojiblanco era abrumador y a los 22 minutos Vesga anotó el primer gol con un buen cabezazo en una acción lejana a balón parado. 

El tanto hizo sonar el despertador realista. Kubo fue el primero en pisar el área rival y casi le robó una pelora a un Iru que aún no se habrá repuesto del susto. El Athletic aflojó y la Real comenzó a jugar en campo contrario pero sin ningún peligro ni amago de generar ocasiones. Zubiaurre solventó con apuros un saque de banda en largo sonrojante y Sancet, con dos disparos, estuvo cerca de doblar la ventaja rojiblanca con la que se llegó al descanso.

En la reanudación no cambió demasiado el escenario. Una Real herida en el orgullo trataba de reaccionar, pero sin encontrar ni inspiración ni continuidad para desplegar su juego habitual. Hubo que esperar a la entrada de Robert Navarro y Karrikaburu para que por fin se sintiera algo amenazado el guardameta Iru. Como no podía ser de otra manera, el delantero del Baztán fue el primer en probar suerte tras recibir un buen pase de Brais y zafarse con la zaga para sacar un disparo cruzado con la zurda que se marchó fuera. El gallego, que pasó demasiados minutos desconectado del encuentro, desperdició la mejor opción txuri-urdin al chutar alto una magnífica dejada de Navarro. También puso un buen balón a Illarra cuyo disparo con la mala se marchó cerca del palo. Calidad indiscutible la de Brais, pero máxima exigencia, porque no puede pasar tanto tiempo desaparecido. Tampoco le ayudó que Merino no compareciera por Barakaldo. Poca cosa en ataque del Athletic en la segunda parte, ya que la zaga realista subió muchos peldaños su nivel, a pesar de la expulsión de Rico, en la habitual decisión exhibicionista del árbitro de turno de cada verano. Son así, incapaces de pasar inadvertidos.

El que se agobie, que vea la final de la Euskal Herriko Txapela que el Athletic le ganó a una horrible Real el año 2018 en Irun. O que pregunte donde ha quedado el trofeo que levantó Aritz en 2020. Tranquilidad y buenos alimentos, que lo serio arranca el próximo domingo.