Donostia – También viaja a Inglaterra Carlos Fernández. No jugó el pasado miércoles contra Osasuna, porque las pretemporadas nunca resultan sencillas y siempre se cobran sus peajes, en forma de pequeñas molestias. Pero, completado el preceptivo descanso, el andaluz está de nuevo a disposición de Imanol Alguacil, para intentar dar continuidad a las buenas sensaciones transmitidas hasta la fecha. Contra el Toulouse reapareció tras casi doce meses de inactividad: corrió hasta la extenuación demostrando que esa rodilla está bien curada, y se sacó de la manga un buen zurdazo rechazado por el portero francés.

Fue una toma de contacto que siete días después, en Monchengladbach ante el Borussia, se convirtió ya en aportación más que interesante para el colectivo. El entrenador apostó en Alemania por un 4-4-2 con medular dispuesta en rombo, esquema dentro del que el andaluz formó como delantero derecho. Se desmarcó con frecuencia y agresividad tirando diagonales hacia la banda, recibiendo el balón a la espalda del lateral y revolviéndose hacia el interior para combinar con sus compañeros de ataque haciendo valer su pierna buena, la izquierda. Estuvo en el origen de la gran ocasión de Kubo y acreditó lo que ya había apuntado en abril de 2021, aquel mes posterior al título copero en el que fue titular de forma habitual: el sevillano tiene capacidad para adaptarse a distintas demarcaciones.

Había actuado entonces como punta dentro de un 4-4-2, como mediapunta dentro de un 4-2-3-1 y como interior derecho, en el tercer escalón de la medular, dentro de un 4-3-3. Imanol siempre ha destacado que cuenta a sus órdenes con una plantilla muy inteligente en lo táctico, característica que cabe aplicar, sin duda, a Carlos Fernández. Mañana 31 de julio se cumplirá un año de la maldita lesión que sufrió en Alkmaar: puede decirse, con todas las comillas del mundo, que tras Cho, Brais y Kubo el de Carlos es el cuarto fichaje del verano. – M. Rodrigo