Aterrizó en la Real hace justo un año, se lesionó, sufrió luego para entrar en el equipo y acabó el curso a muy buen nivel. ¿Podemos considerarle ‘fichaje’? Con todas las comillas del mundo.

No, no, yo me incorporé en el inicio de la pasada temporada. Sí es cierto que luego se juntaron varias circunstancias adversas: la lesión, alguna recaída, la adaptación a la Liga y al estilo del equipo... Pero, como decías, pude terminar la campaña rindiendo bien y ahora espero empezar igual esta.

Fichaje o no, preséntese con más calma al aficionado.

Sí, con calma, justo lo que no tuve al llegar (risas). Entrené un sábado con el Bournemouth y al terminar la sesión me dijeron que al día siguiente tenía que estar aquí para firmar. Vivía solo en Inglaterra y en apenas unas horas tuve que apañar mil historias: el vuelo, el equipaje (me vi obligado a comprar un par de maletas), los test de covid... Enseguida debuté, en un amistoso contra el Eibar, pero poco después me arranqué el aductor entero. Fue una avería grave.

Luego lo recordamos, pero vamos primero con esa presentación.

Pues nada, yo de chaval era un chico normal, al que siempre le gustó jugar al fútbol y estar con su familia y amigos. Desde pequeño milité en el Burgos Promesas, un equipo de toda la vida en mi ciudad.

Con el que atrajo la atención de clubes importantes...

Al terminar mi última temporada en cadetes, estuve en el Real Madrid haciendo las pruebas para ingresar en el juvenil C. Pero, como el del Burgos Promesas había ascendido a División de Honor, me comentaron que me quedara en casa para competir en la máxima categoría, y que ellos me harían un seguimiento desde la distancia. ¿Qué pasó? Que aquel año jugué poquito y no me ficharon. En el siguiente ya tuve más protagonismo.

Y le hizo una buena faena a la Real aquí en Zubieta.

Era la última jornada de liga y jugábamos contra un equipo txuri-urdin que entrenaba Jagoba Arrasate y en el que estaba también Joseba Zaldua. La Real necesitaba ganar para ser campeona y empatamos a cero.

Usted era el capitán de aquel Burgos Promesas. ¿Su rendimiento fue clave para fichar por el Zaragoza?

Donde realmente me vio Ander Garitano (el exjugador del Athletic), director deportivo, fue en un Campeonato de España por comunidades que jugué con Castilla y León. Perdimos la final contra Euskadi y a partir de ahí surgió el interés.

Le fue bien a orillas del Ebro, ¿verdad?

Al principio resultó duro. Era la primera vez que salía de casa. Pero, si quería comprobar hasta dónde podía llegar en el fútbol, tenía que irme de Burgos. Me incorporé al Zaragoza en 2011, de cara a mi tercera temporada como juvenil, pero cuatro días antes de empezar la liga me llamaron para trabajar con el filial, a quien entrenaba Juan Eduardo Esnáider. Jugué bastante y terminamos salvándonos de descender a Tercera, aunque caímos un año después. Después de una buena temporada con Esnáider, en aquel segundo curso apenas conté para el nuevo entrenador y encima terminamos muy abajo.

¿Y aun así le subieron a la primera plantilla justo entonces?

Sí, el fútbol tiene estas cosas. Paco Herrera me llevó a un amistoso, le gusté y al terminar el viaje de vuelta a Zaragoza me dijo que contaba conmigo para toda la temporada. Solo tenía 20 años y jugué 30 partidos en Segunda División.

Tres campañas en la categoría de plata con el Zaragoza suponen un Máster en toda regla.

En la primera nos salvamos del descenso muy al final. En la segunda, eliminamos al Girona en el play-off y luego nos quedamos sin ascenso por un gol de Las Palmas en el minuto 86, después de ganar 3-1 en La Romareda. Y en la tercera...

La tercera no acabó bien.

En el último partido nos valía un empate para asegurar una plaza de promoción. Jugábamos en el campo del Llagostera, que estaba descendido. Pero perdimos 6-1 y la afición nos quería matar. Fueron a la ciudad deportiva a por nuestros coches, se equivocaron y pillaron los de los jugadores del filial.

El suyo se libró.

Sí. Lo dejé allí, como todos mis compañeros, porque la policía nos tuvo que llevar a cada uno a su casa. Imagínate... La gente se pensaba que habíamos perdido aposta, o algo parecido. Pero han pasado seis años y sigo sin saber explicarte qué pasó en aquel partido. Ellos estaban relajados, sin presión, y les salía todo. Te tiraban caños en el área pequeña. Y nosotros, en cambio, no estuvimos a la altura.

¿Cómo se le abrió luego la puerta de Primera División?

El verano posterior a aquel 6-1 fue bastante jodido. A mis 23 años no sabía qué iba a pasar con mi vida. Tenía contrato con el Zaragoza, pero empezamos a entrenar con solo cuatro jugadores, se habló seriamente de la desaparición del club y se especuló también con la llegada de unos mexicanos a la directiva. El caso es que, a mediados de agosto, me llamó el Leganés para incorporarme a la plantilla de Asier Garitano. Fiché un jueves y el lunes ya estaba debutando en Primera, contra el Celta en Balaídos. Fue un gran arranque para dos años muy buenos.

Dos años que llamaron la atención de la Real.

Sí, es cierto. La Real ya se interesó por incorporarme en verano de 2018. Lo que pasa es que en el Leganés aceptaron entonces la oferta que más se acercaba a mi cláusula de rescisión. Y yo lo entiendo. La propia Real quería negociar respecto a una cantidad fija y otras variables por objetivos. El Bournemouth, mientras, ponía más dinero sobre la mesa y además lo aportaba de inmediato. Allí que me fui.

¿Qué le decía la opción de recalar en el club inglés?

Bueno, para mí suponía un reto. Si no llego a aceptarlo, quizás ahora mismo estuviera arrepentido. Existían las barreras del idioma, de la cultura, del estilo futbolístico... Pero ellos vinieron a reunirse conmigo, me explicaron el proyecto y quedé contento.

¿Entonces por qué no resultó la experiencia?

Me decían que iba a jugar, que confiaban en mí, incluso que estaba trabajando bien. Yo así lo veía igualmente. Pero luego, a la hora de la verdad, sus palabras no se correspondían con los hechos. En el primer año solo jugué cinco partidos. Y en el segundo tuve algunos más, aunque descendimos. Ahí me surgió la opción de venir cedido a la Liga, a un equipo top.

¿Y le impidieron salir?

Eso es. Me insistieron en que era una pieza importante para regresar a la Premier. Pero luego sucedió más de lo mismo: jugaba un partido, de cara al siguiente me decían que me tocaba descansar para llegar bien al posterior y luego, en ese tercer encuentro, volvía a ser suplente. Le había comentado al director deportivo en verano que esa posibilidad de cesión suponía la oportunidad de mi vida. Y no me dejó salir, pero tampoco te creas que fui titular indiscutible. Yo no entendía nada, principalmente porque trabajaba como el que más y hacía todo lo que me pedían.

En verano de 2021, hace un año, la Real vuelve a entrar en escena.

Y es entonces cuando voy de nuevo a donde el director deportivo y le digo que no me puede volver a hacer lo mismo. No aguantaba más. Estaba quemado, cansado de que me aseguraran una cosa para luego hacer la contraria.

¿Y le atraía el proyecto txuri-urdin?

¡A quién no! La Real es otro equipo top, acababa de proclamarse campeón de la Copa del Rey, se había clasificado para la Europa League y el club no detiene su progresión. Conocía a Zaldua del Leganés y a Willian José del Zaragoza, y ambos me habían hablado muy bien del proyecto y de la ciudad. Además, mi representante es de aquí. Tenía muy claro que quería venir.

Se produjo entonces la famosa mudanza exprés y la posterior lesión. ¿Acusó de inicio la intensidad de Imanol en los entrenamientos?

No, yo creo que fue algo producto del estrés y del ajetreo de los días previos. De un día para otro te dicen que tienes que venir, llegas, quieres hacerlo todo bien y corres el riesgo de romperte así. Como te comentaba, fue una lesión importante. Y menos mal que la tuve en la pierna derecha, con la que no golpeo. Durante la recuperación tuve una recaída que lo complicó todo.

Y luego le costó ponerse a punto, incluso tras el debut.

Sí, ahí también se me juntó todo. Todavía no me sentía del todo cómodo en lo físico, pero al mismo tiempo jugaba como acelerado, y encima me veía dentro de un contexto futbolístico al que aún no me había adaptado. Notaba que las cosas no me salían.

El cambio en cuanto a estilo había sido radical, ¿no?

Muy radical. En Inglaterra todo se basaba en los duelos, en el ida y vuelta, en ser directos y en jugar a dos toques mejor que a tres. Pero en la Real, obviamente, todo es distinto. Hay muchas fases de los partidos en las que existe una mayor calma y en las que tienes más tiempo para pensar. Sin embargo, hay otros momentos en los que el rival te viene a presionar arriba y tú tienes que correr riesgos, porque es lo que nos pide el míster. Al principio me costaba filtrar un pase delicado al mediocentro o incluso darme media vuelta y jugar con el portero. Pero esto es algo que trabajamos en los entrenamientos y que he ido adquiriendo poco a poco.

¿Terminó satisfecho con sus últimos meses del curso?

Sí. Acabé la temporada más cómodo, más atrevido, con confianza, sintiéndome mucho mejor.

¿Vimos entonces al mejor Diego Rico o todavía puede mejorar su versión?

Con trabajo, siempre se puede mejorar. Lo puedo hacer yo en materia individual y también el equipo en lo colectivo. Vamos a por ello.