El fútbol se encarga a menudo de recordar con hechos que sus circunstancias no dependen únicamente del juego en sí mismo ni de factores técnico-tácticos. Las inercias y las rachas, inexplicables en muchos casos, también tienen su peso. Lo saben los delanteros en vena goleadora y aquellos a los que no les entra ni un balón. Lo saben los equipos lanzados y los gafados. Y también se dan situaciones estadísticas que escapan de cualquier lógica pero que quedan reflejadas con cifras irrefutables. Es el caso del Barcelona en Anoeta. Cuando los culés eran el mejor equipo del mundo, quizás la mejor escuadra de la historia del fútbol, nunca pudieron ganar en Donostia. Mientras, últimamente, dentro ya de rendimientos generales más modestos, se han acostumbrado a volver a casa con la victoria.

Este curioso fenómeno encuentra su punto de partida en la temporada 2006-07, la del descenso txuri-urdin. Entonces, el Barcelona se impuso en Anoeta (0-2 con goles de Iniesta y Eto’o), logrando un triunfo que no se repetiría hasta diez cursos después. La Real pasó tres años en Segunda y, a su regreso a la máxima categoría, consiguió que a los catalanes se les resistiera el triunfo por espacio de ocho visitas consecutivas, contando Liga y Copa. La remontada (3-2) en la víspera de San Sebastián de 2013 supuso el punto álgido de una racha que, en lo meramente futbolístico, deparó igualmente otras dos actuaciones excelsas del cuadro txuri-urdin: el 3-1 logrado en 2014 con Jagoba Arrasate a los mandos, un baño en toda regla, y el injustísimo 1-1 de 2016 a las órdenes de Eusebio Sacristán. Aquel día, la Real desarboló por completo a su rival: solo la falta de acierto y un gol legal anulado a Juanmi impidieron que los tres puntos se quedaran en casa.

serie inversa

Tarde o temprano, la racha tenía que terminar. Al fin y al cabo, lo lógico es que el Barcelona gane en un estadio de forma relativamente frecuente, aunque juegue en él como forastero. Sucede, sin embargo, que el final de la mala serie culé en Donostia implicó automáticamente el inicio de otra mucho más positiva para sus intereses. Solo dos meses después del mencionado 1-1, la Copa emparejó a catalanes y guipuzcoanos en los cuartos de final, jugándose la ida en Anoeta el 19 de enero de 2017. El cuadro blaugrana se impuso con un solitario gol de Neymar de penalti, tomándole la medida al feudo txuri-urdin.

Lo hizo hasta el punto de que el saldo de las últimas cinco visitas barcelonistas es de cuatro victorias y un empate. La serie, de hecho, habla de cuatro triunfos y dos igualadas en los seis últimos precedentes, aunque el reparto de puntos liguero de la 2016-17 afecta a un duelo de marcada superioridad txuri-urdin. Sí es irrefutable, en cualquier caso, que el Barcelona le ha dado la vuelta a la tortilla y puede presumir de no haber hincado la rodilla en el campo realista desde abril de 2016, cuando un cabezazo de Mikel Oyarzabal significó el único gol de aquel encuentro. La buena andadura reciente de los culés en Anoeta encuentra, además, la goleada del pasado curso como referencia más cercana. En el último partido de los txuri-urdin antes de la final de Copa, estos encajaron un contundente 1-6.

el precedente

0-2

5 de mayo de 2007. La Real cayó ante el Barcelona de Frank Rijkaard. Los culés se impusieron en Anoeta con goles de Iniesta y Eto’o.

la racha

El Barcelona no consiguió ganar en Anoeta en sus primeras ocho visitas tras el ascenso txuri-urdin.

0-1

19 de enero de 2017. Victoria culé en la ida de los cuartos de final de la Copa (4-2 en Barcelona).