El Barcelona pasó como un tren de alta velocidad por Donostia. Al igual que el United en la ida de la eliminatoria de la Europa League. Por un lado, podemos considerarlo como normal, pero durante muchas semanas, o meses, hemos creído que esta Real estaba para plantarle cara a cualquiera. Evidentemente, ya sabemos que no, que tiene un límite. Que para dar ese último pase todavía le falta. El tema es inquietante, porque si seguimos la doctrina de Imanol, la mejor receta para afrontar la final de la Copa era ganando partidos en la Liga y los dos últimos exámenes, en Granada y ante el mejor equipo actual de la Liga, el suspenso ha sido mayúsculo. Y muy inquietante. Y se puede decir porque ha habido muchos mejores Barcelonas que han caído en Donostia y muchos peores Reales que les han derrotado. Como para no agobiarse.

Lo peor de todo es que los realistas no fueron capaces de parar a Messi, que siempre recibió muy libre, y, lo que es más inquietante, tampoco logró rebelarse cuando las cosas se torcieron. En resumen, el cagómetro se dispara en Gipuzkoa, como es lógico, porque el equipo ayer era irreconocible. Una goleada de lo más inoportuna que va a provocar que sea muy complicado remontar la moral de la tropa.

Imanol confirmó en la pizarra de alineaciones lo publicado por NOTICIAS DE GIPUZKOA al dejar fuera de la lista por lesión a Aihen. Su sustituto, en cambio, sí que sorprendió, ya que, en lugar de Sagnan, volvió a apostar por la opción más ofensiva al dar entrada a Merquelanz. Significativo que nunca se la juegue con el galo y buena ocasión para el irundarra de demostrar que puede actuar en varias posiciones. Necesitaba un momento así, porque su carrera ansía un despunte después de un año gris. Sin apenas alegrías y sin noticias del futbolista que maravilló en Miranda. Y con Messi enfrente. Casi nada. Un recuperado Zubimendi regresó al pivote, junto a Guevara, que merecía regresar al once. Pocos o nadie más legales con las selecciones que la Real. Algo hasta cuestionable teniendo en cuenta que a la vuelta de la esquina aparece la final de Copa. No todos lo harían. Pero lo que muchos no entienden es que al chaval le ilusiona mucho el poder disputar una fase final de un Europeo sub-21. Y como han disputado otros compañeros suyos, porque no es una competición cualquiera. A día de hoy, el donostiarra es el titular en el centro del campo por meritocracia, por lo que esperamos que regrese sano y salvo, ya que las malas lenguas confirman que ayer forzó para llegar muy justo y ser titular en el duelo en su carrera por viajar con la rojita. Enfrente el mejor Barcelona de la temporada con todas sus figuras, salvo Piqué, y con su líder recuperado y con el colmillo afilado.

Desde el primer momento se vio que el Barcelona no era el mismo equipo de los dos anteriores enfrentamientos con los realistas esta temporada. Mucho más hecho, con mucha confianza, dominador y mandón. Imanol trató, con buen ojo, de intentar presionar arriba y recogerse atrás en cuanto los azulgranas superaran su primera línea. Las sensaciones siempre fueron bastante malas, a pesar de que no fue un duelo con demasiadas ocasiones pese a enfrentarse dos de los conjuntos más ofensivos y valientes de la Liga. A los diez minutos, Messi, que siempre ofreció la sensación de encontrase demasiado libre, probó a Remiro con la derecha. La Real no había entrado con buen pie en el encuentro, pero poco a poco se fue rehaciendo y dispuso de una buena opción en un pase largo de Merquelanz a Isak que, tras pugnar con Mingueza, se llevó la pelota, pero no definió bien en el área y Ter Stegen repelió bien su disparo. A los 36 minutos, con más sensaciones malas que certezas, un centro de Dest lo despejó mal Remiro con la ayuda del larguero y, en la continuación, un pase interior encontró a Messi, que sirvió al galo, quien, ante la poca oposición de Zubeldia y la parada del meta, la aprovechó para marcar a puerta vacía. Quién si no. Terrible la sangría del de Macon con su exequipo.

A los dos minutos la Real estuvo muy cerca de empatar en una buena recuperación de Mikel Merino en posiciones muy adelantadas, pero el disparo de Isak se volvió a topar con la mano milagrosa del mejor, el portero Ter Stegen. Lamentablemente, sin merecerlo, el Barça anotó el 0-2 gracias a un pase del astro argentino que aprovechó Dest con un chut cruzado ante la pobre salida de Remiro. La cosa pintaba muy mal.

Y no tardó en confirmarse. A los siete minutos de la reanudación, Jordi Alba entró como quiso por su banda y su centro lo remató a puerta vacía, de nuevo, Dest. Demasiadas facilidades ante un gigante. Y no solo en el gol, sino también porque Messi, que es de otro planeta, casi siempre recibía fácil y con espacios. Y son muchos años viendo al argentino decidiendo partidos cuando le dejan jugar tan cómodo.

La estocada no tardó en llegar con un tanto del de Rosario ante una defensa de poco nivel. Eso puede pasar, lo que perturba más es la falta de carácter para sublevarse ante la inferioridad y la desgracia. Y es precisamente ese tipo de condicionantes los que te pueden dar alas para soñar con horizontes de grandeza. Con ganar títulos, algo para lo que ya dudamos de que esté preparada esta Real. Como es lógico, después de sufrir la sonrojante paliza de ayer ante un Barça vulgar. Las cosas como son.

Poco después Alba volvió a penetrar como un cuchillo en la mantequilla para asistir a Dest, que ya había firmado un doblete, y con la Real rendida de forma lamentable; y a Dembélé le anularon un gol por centímetros, antes de que hiciera el quinto en un chut cruzado. Es lo que tiene jugar con un central que no lo es, con un lateral que no lo es, con un 8 que no lo es... Improvisar sobre la marcha. Cuando llegan los buenos, te sacan los colores y aquí no solo tiene que dar la cara Imanol, también Olabe y compañía. Porque llevamos meses destacando que la Real cuenta con una plantilla de primer nivel, pero el United le puso en su sitio y el Barcelona, ya en nivel Messi, le humilló ayer. Imposible planificar peor la madre de todas las batallas. Hay que agradecer a la Real que, teniendo en cuenta el carácter guipuzcoano, habitualmente derrotista y apocalíptico, ha provocado que las dos semanas que restan para el duelo de Sevilla se vayan a convertir en un infierno. Quizá no sea malo, porque a esta Real le gusta mirarse al espejo y sentirse el nuevo adalid del buen juego, pero para eso hay que contar con los mejores, con futbolistas de primer nivel, y, aunque nos encanta y nos enamora este equipo, la realidad es que cuando asoma la cabeza en la elite se ha llevado dos varapalos de los que no se olvidan. ¿Y ahora qué?

Isak dispuso de dos buenas ocasiones en la primera parte, pero el tanto de Dest al filo del descanso tumbó a una Real sin respuestas

En la reanudación, el tempranero tanto de Messi dio por finiquitado el partido y el resultado pudo ser aún peor ante una Real de rodillas