Martín Zubimendi no está atravesando su mejor momento en la Real. Quizá el cansancio acumulado tras una temporada, la pasada, interminable para el centrocampista, Juegos Olímpicos incluidos, está pasando factura a un futbolista que se estaba mostrando menos preciso de lo que él acostumbra. Pero ayer, con su gol, el primero con el primer equipo, hizo ilusionarse a la grada de Anoeta con una proeza que finalmente no llegó a suceder. Su estreno llegó con suspense, VAR de por medio, pero el colegiado, el británico Anthony Taylor, dio validez al tanto del centrocampista, que provocó el único estallido de alegría de una tarde para olvidar. Primero, por la puesta en escena del equipo, y después, por la consiguiente eliminación que certificó Forsberg en el minuto 88 desde el punto de penalti. Pero la eliminatoria comenzó a perderse mucho antes.

Zubimendi fue el jugador que salió a dar la cara tras la debacle sufrida el domingo pasado en San Mamés. Habló alto y claro, reconociendo incluso que él mismo no había estado a la altura. “Me jode, pero es así”, contestó el txuri-urdin tras ser cuestionado por su actuación. “Con el balón no me he sentido nada cómodo”, añadió el blanquiazul, que ayer tampoco es que hiciera su mejor partido con la camiseta blanquiazul, como muchos de sus compañeros. La presión asfixiante del Leipzig en el centro del campo hizo imposible que, por lo menos en los primeros 45 minutos, la Real fuera incapaz de dar tres pases de manera consecutiva. Sin embargo, él, con su tanto, fue el único que, durante unos minutos, hizo creer en un empate que hubiera podido forzar la prórroga. Pero no hubo manera. El destino estaba más que escrito.

Muchos vaciles -reconocido por él mismo- había tenido que aguantar Zubimendi por no haber podido estrenar su casillero goleador en los 84 partidos que había jugado hasta el día de ayer. Oportunidades había tenido para ello, pero se había mostrado incapaz de perforar alguna de las muchas porterías rivales que ha tenido enfrente. A la 85ª fue la vencida. Seguro que el de ayer no lo olvidará nunca, porque fue en una noche europea, y también porque su equipo, la Real, cayó eliminado. En su tercera temporada como jugador del primer equipo pudo por fin cantar gol. Tuvo que esperar, eso sí, para poder incluso hasta celebrarlo con sus compañeros, porque aunque el balón entró en la portería defendida por Gulácsi, el colegiado de la contienda, a instancias de uno de sus ayudantes, anuló el tanto del centrocampista. Sin embargo, el VAR entró en acción y al trencilla británico no le quedó otra que dar validez al gol. Todos los realistas, Zubimendi incluido, corrieron raudos y veloces hacia su campo. No había tiempo que perder. Quedaba casi media hora por delante para la heroica. Anoeta era consciente de ello y empujó como si le fuera la vida en ello. La Real jugó sus mejores minutos. Januzaj, con una pillería, a punto estuvo de sorprender a Gulácsi, pero éste reaccionó a tiempo. Sorloth, con un remate de aquella manera, también lo intentó, al igual que Isak, con otro cabezazo, pero no era el día. A falta de dos minutos para el final, una mano de Aritz dentro del área y la consiguiente transformación de la pena máxima por parte de Forsberg, apearon a la Real de una competición, la Europa League que ha vuelto a demostrar que a este equipo aún le falta para poder competir de tú a tú contra un equipo de alto nivel como el Leipzig alemán.