o más difícil siempre es marcar el primer gol”. Eso al menos es lo que dicen los entendidos en este loco mundo del fútbol. Y Alexander Isak es un entendido en la materia. Y ayer, frente al Leganés, volvió a hacerlo. Él fue el encargado, como se dice, de abrir la lata. Lo hizo con un golazo, con una picadita ante la cual Iván Villar, ya en el suelo, nada pudo hacer. Pero el guardameta pareció cogerle la matrícula. Después de ese primer tanto, el internacional sueco tuvo hasta otras dos clarísimas ocasiones de gol, pero Isak falló de manera estrepitosa. Sobre todo en la que vino a continuación del txitxarro marcado. Pero el meta del Leganés le adivinó la intención. Tres cuartos de lo mismo pasó a falta de cinco minutos para el final de la primera mitad. Mismos protagonistas y mismo resultado.

No está siendo una temporada sencilla en este sentido para Alexander Isak, que está fallando más de la cuenta acciones que un delantero de su potencial no se puede permitir. Con la Real, por ejemplo, jugándose el todo o nada frente al PSV Eindhoven, el sueco falló un mano a mano contra Drommel al poco de iniciarse la contienda. Es cierto que al final no hizo falta ese gol porque la Real se impuso con claridad por 3-0 gracias al doblete de Oyarzabal y al postrero gol de Sorloth. Ayer, al sueco le volvió a pasar lo mismo. Y eso que, en esta ocasión, sí supo acertar a la primera.

Apenas se habían jugado ocho minutos de partido e Isak ya estaba celebrando el gol. El ariete se aprovechó de un excelente servicio con la derecha de Adnan Januzaj para abrir el marcador. Amagó a la primera, una acción que sirvió para tumbar a Villar, y a la segunda, con el portero en el suelo, fue más fácil poner el balón dentro de la portería de Butarque. La alegría del txuri-urdin contrastaba con las protestas de los jugadores locales, que se quejaban por la posición de Isak. Mateu Lahoz, esta vez, señaló el medio del campo. Dos minutos más tarde, Isak tuvo todo a su favor para poner el 0-2 en el marcador, pero falló lo infallable. Solo ante Villar no pudo superar al portero que se quedó con la pelota. Isak no podía ocultar su decepción por la oportunidad desperdiciada. No se lo creía.

En esos primeros minutos de partido, Isak estuvo muy participativo del juego. Un pase interior suyo no lo supo aprovechar Oyarzabal. El control del capitán se le fue excesivamente largo para intentar evitar la salida de Iván Villar. El posterior centro del 10 no encontró rematador. En el minuto 37 provocó una amarilla a Bustinza, que tuvo que cortar con una dura entrada el arranque de Alexander Isak. Januzaj fue el encargado de ejecutar la acción a balón parado sin ningún peligro para la portería local. Tres minutos después, Isak tuvo su tercer mano a mano ante Iván Villar. El sueco, esta vez, no pudo aprovechar un excelente servicio de Oyarzabal. El portero gallego volvió a ganarle la partida. Esa fue su última oportunidad.

En la segunda parte se le vio menos. La Real llegó mucho menos a las inmediaciones de Iván Villar. Pero Isak tuvo sus dosis de protagonismo en dos acciones. La primera, tras pelear el balón con el ecuatoguineano Cissé, puso el balón en la cabeza de Pacheco, pero el remate de este se marchó por encima de la portería del Leganés. También estuvo en la acción que supuso el 2-3 de la Real. Antes de que Mateu Lahoz pitara el penalti sobre Oyarzabal, Isak pidió pena máxima después de que un centro suyo golpeara claramente en la mano de Rubio. Era el minuto 71. Diez después, Imanol entendió que era el momento de darle descanso al ángel y demonio blanquiazul.